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Thursday, February 28, 2013

«TRABAJADORES DE LA VIÑA DEL SEÑOR»

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Hace ocho años, el Papa Benedicto XVI apareció por primera vez en el balcón central de la Basílica de San Pedro y se presentó como “un simple y humilde trabajador de la viña del Señor”.  Ahora que se ha retirado del ministerio papal, parecen muy apropiadas las palabras de la misteriosa Oración de Mons. Romero ya muy conocida por la web.*  Se las dedicamos al que se vuelve emeritus...

Es bueno, de vez en cuando, dar un paso atrás y dar una mirada larga.  

El Reino no sólo está más allá de nuestros esfuerzos, sino más allá de nuestra vista. 

Logramos en nuestras vidas solamente una minúscula fracción de la empresa magnífica que es la obra de Dios. Nada de lo que hacemos está completo, que es una forma de decir que el Reino siempre está más allá de nosotros.  

Ninguna declaración dice todo lo que se podría decir.  

Ninguna oración expresa plenamente nuestra fe.  

Ninguna confesión trae la perfección.  

Ninguna visita pastoral trae la plenitud.  

Ningún programa cumple toda la misión de la Iglesia.  

Ningún conjunto de metas y objetivos lo incluye todo.  

En esto consiste nuestra existencia.  

Sembramos las semillas que un día crecerán.  

Regamos las semillas ya sembradas, sabiendo que ellas contienen la promesa del futuro.  

Sentamos bases que necesitarán de un futuro desarrollo.  

Proporcionamos levadura que produce más allá de nuestras capacidades.  

No podemos hacerlo todo, y hay una medida de liberación en reconocerlo.  

Esto nos permite hacer algo, y hacerlo bien.  

Puede ser incompleto, pero es un principio, un paso en el camino, una oportunidad para que la gracia del Señor entre y haga lo que falta.  

Tal vez nunca veamos el resultado final, pero esa es la diferencia entre el constructor maestro y el trabajador.  

Somos trabajadores, no constructores maestros; ministros, no mesías.  

Somos profetas de un futuro que no es, del todo, nuestro. 

[* Esta oración fue escrita por el obispo Ken Untener de Saginaw, Michigan (EE.UU) para una homilía del Card. John Dearden en noviembre de 1979 para sacerdotes difuntos. Mons. Untener hizo una reflexión titulada “El misterio de la Oración de Mons. Romero”. ¡El misterio es que las palabras de la oración se han atribuido a Mons. Oscar Romero, pero él jamás las pronunció!]

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