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Thursday, March 01, 2018

El Beato Romero y la “Salus Populi Romani”


AÑO JUBILAR por el CENTENARIO del BEATO ROMERO, 2016 — 2017:



Integrantes de Cultura Romeriana ante la Tumba del Beato Romero, entre la “Salus Populi Romani” y la Cruz Peregrina de la JMJ.
Una Breve Meditación
#BeatoRomero #Beatificación
Este miércoles 28 de febrero del 2018, los símbolos de la Jornada Mundial de la Juventud 2019 hicieron su peregrinaje por San Salvador, visitando lugares emblemáticos de la vida y la muerte del Beato mons. Óscar A. Romero, incluyendo, por la mañana, la Plaza Divino Salvador del Mundo donde fue beatificado en el 2015, y la Capilla del Hospitalito Divina Providencia donde fue martirizado en 1980.  Por la tarde, los símbolos—una réplica del icono mariano llamado “Salus Populi Romani” (Salvación o Bienestar del Pueblo Romano) y la Cruz Peregrina de la JMJ—pasaron por Catedral Metropolitana, descendiendo a la Cripta donde yacen los restos del Beato.  Allí, los integrantes de Cultura Romeriana recitaron la “Coronilla del Beato Romero”. 
Por casualidad, exactamente un mes antes, el Papa Francisco había celebrado una Misa especial por la imagen original de la “Salus Populi Romani”, que se conserva en la basílica papal de Santa María la Mayor en Roma.  La antigua imagen tiene un largo historial de devoción papal que data a los 1500s y su origen podría remontarse hasta el siglo IV.  El nombre de la imagen, “Salus Populi”, deriva de conceptos político-jurídicos de la antigua Roma Imperial.  La frase, “Salus populi suprema lex esto” significa “el bienestar del pueblo es la suprema ley”, y deja entrever la profunda connotación de este título mariano.
En su homilía de hace un mes, Francisco explicó: “En el pasado, los perseguidos y los necesitados buscaban refugio en las mujeres de la nobleza: cuando su manto, que se consideraba inviolable, se extendía como signo de acogida, la protección era concedida. Del mismo modo nos sucede a nosotros en relación a la Virgen, la mujer de mayor rango del género humano. Su manto está siempre abierto para acogernos y congregarnos”.
Mons. Romero, quien hizo un peregrinaje a la Basílica donde se conserva la imagen por el Año Santo declarado por Pablo VI en 1975, sin duda entendió su significado de igual manera.  Dos años después, Romero, como arzobispo, predicó que María sentía “que en cada hombre y en cada mujer hay un hijo de Dios, un hermano al que atender. Y María no se cansa de ejercer esa protección, esa mano tendida de madre y de reina para conducirnos en el camino del cielo, en el camino del deber”.
Mons. Romero propone un paralelo entre el ejemplo de María y el trabajo de la Iglesia: “la Iglesia como María sirven a la humanidad”, dice Romero; anima a los hombres a enfrentar la vida con valentía y “los protege hasta donde alcanzan sus méritos aquí en la tierra; y María en su cielo, que es todopoderosa por su oración, [también] los protege”.
Pero hay un último paralelo, una comparación sublime que cabe mentar: el mismo Romero se convirtió en una suerte de “Salus Populi Salvatoris” (Protector del Pueblo Salvadoreño).  Francisco lo llama, en el decreto de su beatificación, «Pater Pauperum» (padre de los pobres).  Y el fallo en contra del Cap. Álvaro Saravia emitido por un tribunal federal estadounidense contenía entre sus conclusiones el hallazgo de que, tras la muerte de Mons. Romero, “el pueblo se quedó privado de su protector”. [Fallo del 23 de noviembre del 2004, sección V-B(6).]  El juez dictaminó:
La muerte de monseñor Romero hizo que muchos se sintieran que quedaban sin protección contra la represión. Para muchos, su papel como “La voz de los sin voz” significó que él era su única protección contra el ataque. Muchos se sintieron profundamente despojados y atemorizados.
[Fallo, acápite no. 176.]  La sentencia además establece que Romero era el máximo mediador entre los sectores, el único que tenía alguna posibilidad de negociar la paz y el bienestar de las mayorías, que tras su muerte explotó un gran éxodo del país, que aumentó la persecución religiosa, y que hubo efectos psicológicos y económicos de grande escala por todo el país.  En fin, las conclusiones del tribunal colocan a Romero como un gran escudo espiritual que protegió el bienestar del pueblo.
Y es esencialmente lo que El Salvador en este preciso momento, sea de sus santos o de su Iglesia, está necesitando.


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