BEATIFICACIÓN
DE MONSEÑOR ROMERO, 23 DE MAYO DEL 2015
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La Arquidiócesis de San Salvador ha autorizado mi “Coronilla del Beato Óscar A. Romero”, la cual será entregada a los fieles durante la solemne Misa de inicio del Año Jubilar por el Centenario del Natalicio del Beato el lunes 15 de Agosto en la Catedral Metropolitana de San Salvador. La Coronilla es una variación del Santo Rosario con los acostumbrados “misterios” sustituidos por cinco episodios de la vida del mártir:
·
La celebración de su primera misa solemne en 1944
·
Su convocación de la “Misa Única” para el funeral del
P. Rutilio Grande en 1977
·
La recuperación de la parroquia de Grande después de una
ocupación militar en 1977
·
La invitación de Romero a la Hora Santa en la Capilla
del Hospitalito de la Divina Providencia
·
La última misa de Romero el 24 de marzo de 1980 que
fue la ocasión de su martirio
(Descargar.)
Cada una de estas estampas de la vida de Romero es un episodio eucarístico y
traza la vida de Romero, incluso su denuncia profética, a través de su devoción
eucarística. Tuve la inspiración de
elaborar la Coronilla para el cumpleaños de Romero en el 2005, y recibí el aval
de la Iglesia este año, cuando el 28 de julio, en la memoria litúrgica de SS.
Nazario y Celso, mártires del IV siglo, Mons. Rafael Urrutia, canciller de la
Arquidiócesis de San Salvador, dio el “nihil
obstat” y S.E. Mons. José Luis Escobar Alas, Arzobispo de San Salvador, concedió
el “imprimatur” para la Coronilla.
La producción
del elegante panfleto que constituye la primera edición impresa de la Coronilla
estuvo a cargo de Cultura Romeriana, con la dirección artística de Paulita Pike
y el diseño de Caro Jaime. Fue
reproducida en las impresoras del Grupo Dutriz por el generoso patrocinio del
Arzobispado de San Salvador. Paulita
llevó el panfleto a Ciudad Barrios, tierra natal del Beato, dejando copias con
el párroco de la iglesia local y al Nuncio Apostólico para El Salvador.
El objetivo
espiritual de la Coronilla es de ayudar al creyente a encontrar al Beato Romero
en el plano espiritual en el cual Romero se movía para comprender su mensaje en
el contexto en que él lo planteó.
Benedicto XVI resumió ese contexto cuando habló de una de las ideas
centrales del Concilio Vaticano II: después de encontrar a Jesús en la
Eucaristía “vamos al mundo … y es el
encuentro con el Resucitado, que renueva la Creación; su verdadero objetivo es
crear un mundo que sea respuesta al amor de Dios” (Último Discurso al Clero de Roma, 14 de febrero 2013).
El Beato Romero no va al mundo como un político, sino como “Testigo heroico del Reino de Dios, Reino de justicia, fraternidad y paz” (Decreto
de Beatificación, Mayo 2015).
El encuentro con el Resucitado despierta al Beato Romero a “la dimensión política de la fe” (Discurso en Lovaina, 2 de febrero de 1980) inspirada desde la Eucaristía;
es por eso que resulta tan significativo que su martirio se da durante su
celebración.
Cuando el Beato
Romero se hace intermediario entre el reino y el mundo, asume una aparente
dualidad—bajo cual logra “beber el doble
cáliz del Altar y del Pueblo, con una sola mano consagrada al servicio”, en
las inmortales palabras de Dom Pedro Casaldáliga (“San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro”). Los
insensatos vieron estas cualidades como contradicciones irreconciliables y
confundieron su “opción evangélica”
por una opción política partidaria (Card. Amato, Homilía
de Beatificación). La Coronilla
nos ayuda a recuperar la mission santificadora de Romero en la historia.
En este sentido,
su primera Misa Solemne, celebrada en su tierra natal en 1944, ofrecida por la
protección del papa, se convierte en la primera afirmación de su lema “Sentir con la Iglesia”, que conjura su
adhesión incondicional a la Iglesia y sus pastores.
Su decisión de
convocar la “Misa Única” para inculcar el valor de una Misa después del
martirio del P. Grande, pone en evidencia su profundo reconocimiento que la
Misa es el portal por excelencia entre el Reino y el mundo.
Cuando entra a
Aguilares a retomar la Iglesia ocupada, rescatar las hostias profanadas, y
dignificar al pueblo ofendido, está insistiendo explícitamente en la dignidad
del hombre como consecuencia directa de la sacralidad de la Eucaristía.
Al llamar a la
Adoración Eucarística al mismo tiempo que nos invita a visitar a los enfermos, alcanza
textualmente la vinculación entre el encuentro con el Señor y el encuentro con
el prójimo que el Papa Benedicto (y el Papa Francisco) nos dice que el Concilio nos insta a honrar.
Finalmente, todo
esto se concretiza en la última Misa del Beato Romero, en cual él mismo se
convierte en “sacrificio y celebrante”
(González Huguet, “Himno a Mons. Romero”), y
fusiona los conceptos de sacramento y servicio.
“Su sangre se mezcló con la sangre
redentora de Cristo” (Card. Amato, Homilía
de Beatificación).
En esta
Coronilla, al trazar los momentos eucarísticos más profundos del ministerio
público del Beato Romero, reconocemos lo que reconoció su cercano colaborador
Mons. Ricardo Urioste (Q.D.D.G.): “A este
hombre hay que seguirlo porque él está siguiendo a Dios”.
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