Tuesday, May 31, 2011

THE PEACEMAKER
A Spanish court’s indictment of 20 Salvadoran military officers for the 1989 murders of six Jesuit priests, and their housekeepers, posits a thought-provoking theory for the assassination of Archbishop Romero, as well. In a 77-page ruling, Judge Eloy Velasco Núñez proposes that Archbishop Romero’s assassins were motivated to kill him primarily because of his role as a peace-maker. If established, the theory could influence Archbishop Romero’s beatification cause, which requires Romero’s champions to prove that the Archbishop was killed “in hatred of the Faith.” For the past thirty years, the hypothesis has been that the aspect of the “Faith” Romero’s killers “hated” was social justice. But the analysis has been mired in internecine theological entanglements, regarding religious/secular distinctions. If the aspect of the “Faith” that Romero’s killers “hated” was peace, then the prickly doctrinal controversies may be avoided.

Judge Velasco sets forth that the enemies of Archbishop Romero, like the enemies of the Jesuits, were hardliners committed to an “all-out war” or a “total war” approach to the insurgency. The prospect of a negotiated settlement was unacceptable to them because it would not further their objective as military officers, which was, “To keep themselves in power.” The indictment (Spanish) summarizes:

The Church’s role as a mediator seeking to end the bloody civil war earned it the enmity of the far right. The death of Archbishop Oscar Romero, killed by a military-civilian death squad in 1980 illustrates the establishment of an unsettling pattern that recalls that of the assassinations of the Jesuits: before issuing the death threats, the intensity of the same grew in proportion to the prospects for success of the negotiation. Finally, Archbishop Romero was assassinated.
The indictment also points out that at least one of the death threats sent to Archbishop Romero contained flagrant Nazi sentiments/references:

The Swastika, the symbol of Communism’s bitter enemy, is our emblem. We have armed ourselves in response to the traitorous attacks in our country and now we begin to eradicate the cancerous lesions. You, Monseñor, top the list of a group of priests that will at any moment receive thirty projectiles to the face and chest. –The Phalanx.
A profound paradigm shift in the central thesis of the canonization cause is unlikely. If anything, the new theory expands a theme that was already present in the Church’s thinking, as when Blessed Pope John Paul II said that, in El Salvador, “the Church has played a decisive role in favor of the resumption of dialogue and pacification, paying a very high price in blood, above all among its shepherds, among whom, Archbishop Oscar Arnulfo Romero, assassinated in 1980, is widely venerated.” (General Audience, February 14, 1996—in Italian; emphasis added.)

Tuesday, May 24, 2011

MONS. ROMERO y MARÍA LÓPEZ VIGIL
La primera audiencia del Papa Juan Pablo II con Mons. Romero, sostenida el lunes 7 de mayo de 1979, ha sido pintada como un encuentro conflictivo. Esta impresión surge desde el relato de María López Vigil, según ella cuenta, a base de una conversación que ella sostuvo con el mismo Mons. Romero, el 11 de mayo de 1979—apenas cuatro días después del hecho. Sin embargo, una comparación del relato de María López Vigil en su libro publicado en 1993, difiere en importantes aspectos, de la versión contada por Mons. Romero en su propio diario el mismo día de la audiencia. (Diálogo entre monseñor Óscar Arnulfo Romero y el Papa Juan Pablo II, "Testimonio" de María López Vigil, autora del libro PIEZAS PARA UN RETRATO, UCA Editores, San Salvador 1993; Diario de Mons. Óscar Arnulfo Romero, mayo de 1979.)

Las diferencias entre los relatos de Mons. Romero y María López Vigil comienzan desde las circunstancias que llevaron a la audiencia. Según López Vigil, Mons. Romero tiene que “mendigar” la audiencia cuando el Papa sale por la Plaza de San Pedro: “Monseñor Romero ha madrugado para lograr ponerse en primera fila. Y cuando el Papa pasa saludando, le agarra la mano y no se la suelta”. En el relato de López Vigil, Mons. Romero “reclama con la autoridad de los mendigos” al Papa: “Santo Padre: soy el Arzobispo de San Salvador y le suplico que me conceda una audiencia”. Pero en el Diario de Mons. Romero, el asunto es diferente: es el Papa el que propone la reunión privada. Mons. Romero cuenta que el Papa lo invitó a Mons. Romero y a 40 otros obispos allí presentes a dar una bendición compartida desde la tarima Papal, y después los saludó uno por uno: “Al estrecharle la mano y pedirle una bendición para la Arquidiócesis de San Salvador, él me dijo que tendríamos que platicar en privado”.

Las diferencias continúan—y se magnifican—el día de la audiencia. En la narración de López Vigil, cuando Mons. Romero se presenta ante el Papa con varios informes gruesos, el pontífice reacciona con evidente desagrado. Escribe López Vigil: “No toca un papel el Papa. Ni roza el cartapacio. Tampoco pregunta nada. Sólo se queja”. Entonces, López Vigil atribuye estas palabras al Papa: “¡Ya les he dicho que no vengan cargados con tantos papeles! Aquí no tenemos tiempo para estar leyendo tanta cosa”. Es una escena fuerte la que describe López Vigil, pero de fuerte también podríamos caracterizar la diferencia en el relato de Mons. Romero. Nos ha dicho López Vigil que el Papa no preguntaba nada. Mons. Romero describe una escena distinta: “Comenzó a preguntarme por la situación del país”. El Papa de López Vigil resulta desinteresado y resiste la revisión de los documentos. El Papa de Mons. Romero es acomodaticio y revisa todo lo presentado: “Un gesto que me quedó grabado para siempre es la atención con que Juan Pablo II escucha”, recordaba Mons. Romero. (Homilía del 13 de mayo de 1979.). “Cuando terminaban sus frases y yo comenzaba a hablar, él se ponía todo [en] atención, hasta físicamente se inclinaba para escuchar, como para comprender”. (Ibid.) “Le invité atentamente a que siguiéramos el memorandum que llevaba escrito, a lo cual él accedió gustoso. Comenzamos a leer y yo le iba sacando los documentos” (Su Diario). Y cuando el Papa de López Vigil contesta con una exclamación de enojo, el Papa de Mons. Romero responde con una sonrisa: “Cuando saqué el folder de las informaciones extranjeras sobre la situación del país se sonrió viendo que era un volumen muy grueso y que no habría tiempo de ver”.

López Vigil escribe un relato en cual Mons. Romero le habla al Papa conmovido sobre el asesinato del P. Octavio Ortiz y el Papa le resta importancia al tema (“- Tan cruelmente que nos lo mataron y diciendo que era un guerrillero... -hace memoria el arzobispo. - ¿Y acaso no lo era? -contesta frío el Pontífice”.) Es interesante que tal relato no consta en absoluto en el Diario de Mons. Romero, quien se limita a contar que entrego el informe: “Le dí también un folder con el retrato del Padre Octavio, muerto, y con mucha información sobre ese asesinato ... Yo le aclaré y él me dió la razón de que hay circunstancias, le cité, por ejemplo, el caso del Padre Octavio, en que se tiene que ser muy concreto porque la injusticia, el atropello ha sido muy concreto”. Y después de toda la descripción que parece coincidir muy poco con la de Mons. Romero, López Vigil nos deja con una frase que puede tipificar la aptitud del Papa de la versión de López Vigil: “¡No exagere, señor arzobispo!” Mons. Romero, sin embargo, se queda con otra frase de aquella audiencia: “[E]n el fondo recordé que había recomendado ‘audacia y valor, pero al mismo tiempo, mesurada por una prudencia y un equilibrio necesario’.”

Según López Vigil, “Todo esto me lo contó Monseñor Romero casi llorando el día 11 de mayo de 1979, en Madrid, cuando regresaba apresuradamente a su país, consternado por las noticias sobre una matanza en la Catedral de San Salvador”. En una entrevista, López Vigil cuenta de que, “Lo vi en un estado de ‘shock’. La primera cosa que él dijo fue, ‘Ayúdeme a entender porqué he sido tratado por el Santo Padre de la manera que me trató’.” (Transcripción del programa televisivo, John Paul II: The Millennial Pope [Juan Pablo II: El Papa Milenio], PBS, 28 de septiembre de 1999.) Según el Diario de Mons. Romero, el 11 de mayo de 1979 en Madrid, “Me comuniqué con el Padre Pedro, de los pasionistas, quien vino junto con María [López Vigil], la escritora que escribe en Vida Nueva [esta descripción confirma que es López Vigil], y que hizo un bonito reportaje”. No menciona haber hablado con ella sobre la reunión con el Papa. Además, Mons. Romero confiesa que hasta ese día ni siquiera conocía a la Sra. López Vigil: “Tuve mucho gusto de conocerla y de saludar al Padre Pedro Ferradas y compartir con ellos muchos recuerdos e impresiones de nuestra vida en El Salvador”. Si Mons. Romero tuvo la conversación con López Vigil que ella describe, y que supuestamente constituye la base de sus aseveraciones sobre la audiencia de Mons. Romero con el Papa, resulta una interesante omisión por Mons. Romero el no mencionarlo en su Diario.

Antecedentes:

La Adhesión de Mons. Romero a Juan Pablo II

La Identidad Generacional entre Mons. Romero y Juan Pablo II (en inglés)

Tuesday, May 17, 2011

NEW ROMERO WRITINGS ONLINE

How would you like to be a fly on the wall at a meeting on the Latin American Church’s prophetic ministry featuring such leading lights as Archbishop Óscar Romero; the Guatemalan human rights martyr Bishop Juan Gerardi; the legendary Salvadoran progressives, Archbishop Luis Chávez y González and Archbishop Arturo Rivera y Damas; Nicaragua’s individual rights advocate, Cardinal Miguel Obando y Bravo; and Argentina’s master of the social doctrine, Cardinal Eduardo Pironio?

Just such a meeting occurred in August 1972 in Antigua, Guatemala, and Archbishop Romero described the event, held long before the hours of trial for these clerics, as “the Cenacle of a Central American Pentecost.” (O.A. ROMERO, Noticias de Monseñor Romero [Msgr. Romero’s Report], DIARIO DE ORIENTE, Vol. 30822, Sept. 5, 1972, available here-Spanish.) The article was recently published by the San Salvador Archdiocese’ canonization office—one of over six hundred such articles recently published for the first time on the Internet on the canonization office web site.

The materials that have been published were among the writings submitted to the Congregation for the Causes of Saints as part of Archbishop Romero’s canonization file, and likely are being reviewed by the Congregation for the Doctrine of the Faith, which currently retains the file. Super Martyrio is reviewing the materials and will provide continuing overview and analysis of their contents here.

The materials consist of articles and commentaries by Archbishop Romero published in Semanario Chaparrastique (Jan. 1945-Sept. 1967); Diario de Oriente (Jan. 1968-Oct. 1976); La Prensa Gráfica (Jun. 1969-Aug. 1972); Semanario El Apostol (Sept. 1975-Nov. 1976); and Semanario Orientación (May 1971-Dec. 1978). The materials have not yet been translated to English and the collection is not text searchable in its current format, but it nonetheless constitutes a treasure trove for students of Romero.

Other Romero materials already online include Romero’s sermons from his brief ministry as Archbishop of San Salvador in English and Spanish, Romero’s pastoral letters in English and Spanish, Romero’s diary from the San Salvador years in Spanish, and, most recently, Romero’s photographs, which shed significant light on his outlook and sensibilities. This most recent addition from the collection of articles throw open the gates into four decades of Romero’s priesthood and episcopal career.

Monday, May 09, 2011

EL BUEN PASTOR

Los Grandes Sermones de Mons. Romero


El Evangelio nos dice que las ovejas prefieren al Buen Pastor más que a pastores malos: “las ovejas oyen su voz ... y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán, antes huirán de él: porque no conocen la voz de los extraños”. (Juan 10:3-5.)  Hablando con estudiantes en abril de 1978, Mons. Romero confesó que los salvadoreños veían al arzobispo de San Salvador con ojos polarizados: “Para unos, es el causante de todos los males, como un monstruo de maldad”, les admitió. Pero, “para otros, gracias a Dios, para el pueblo sencillo, sobre todo, soy el pastor”, les dijo con satisfacción: “y cómo quisiera que ustedes hubieran sido testigos de la acogida que dan a mi palabra, a mi presencia sobre todo en los pueblos humildes”. (Su Diario, martes 11 de abril de 1978.) Una semana después, Mons. Romero predicó en el Domingo del Buen Pastor el significado de lo que significa ser “el pastor” de un pueblo oprimido, en condiciones de convulsión social. (Lea el texto de esta homilía acá y en inglés acá.)

Cristo también nos dice, “Yo soy el buen pastor que da la vida por las ovejas”. (Juan 10:15.) El Papa Juan Pablo II exhorta de que, inspirando desde Cristo, el Buen Pastor, “la figura ideal del obispo con la que la Iglesia sigue contando es la del pastor que, configurado con Cristo en la santidad de vida, se entrega generosamente por la Iglesia que se le ha encomendado ...” (Exhortación postsinodal PASTORES GREGIS.) Según un discurso presentado este año por el Cardenal Peter Turkson, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, en la Universidad de Notre Dame, Mons. Romero es el modelo del “Buen Pastor” al que el evangelio se refiere, cuando Mons. Romero predica la Homilía del Buen Pastor de hace treinta y tres años. (Peter TURKSON, Archbishop Romero as Preacher and Teacher [Mons. Romero como predicador y maestro], Discurso anual ‘Romero Days’ de la Universidad de Notre Dame, 31 de marzo del 2011.)

De hecho, Mons. Romero se aferró a la alegoría del Buen Pastor para justificar el accionar de su ministerio. Con su parábola Cristo busca que los fariseos y los escribas “aprendan a ser como Él que es el Buen Pastor y para que su Iglesia sea lo que tiene que ser: una casa de la misericordia del Señor, donde los pecadores no encuentren el reproche, la excomunión, la dureza; sino la acogida, el abrazo de Nuestro Señor que los llama para el perdón”, predica Mons. Romero. La aplicabilidad de esta palabra a la situación que Mons. Romero enfrentaba en 1978 es dramática. La pasada Semana Santa había traído un fuerte enfrentamiento entre las fuerzas de seguridad del estado (llamadas Organización Democrática Nacionalista, alias ORDEN) y un sindicato (llamado Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños, alias FECCAS) en un pueblo llamado San Pedro Perulapán. Seis miembros de FECCAS habían sido asesinados y otros treinta y ocho desaparecidos. (Daniel H. LEVINE, Religion and political conflict in Latin America [Conflicto religioso y político en la América Latina], The University of North Carolina Press, 1986, pág. 70.) Activistas del Bloque Popular Revolucionario habían tomado la Catedral Metropolitana y Mons. Romero tenía que celebrar su misa dominical en un santuario aledaño, poniendo a prueba el principio de que la Iglesia debe ser una “donde los pecadores no encuentren el reproche ... sino la acogida”, etc. Esta situación llevo a Mons. Romero a meditar y desarrollar la posición de la Iglesia ante la actividad de organización de las organizaciones populares. (LEVINE, Op. Cit.)

En primer lugar, Mons. Romero lamentó el enfrentamiento: “uno de los pecados más grandes es éste, hermanos, que a mí me duele tanto”, dijo él, “que el sistema actual de nuestra Patria ha logrado el enfrentamiento de los campesinos”. Pasó a decir, explicando: “La misma hambre que angustia al hombre del Bloque, es la misma hambre que angustia también al hombre de ORDEN”. Por eso, expone Mons. Romero, “cuando miro policías cuidando a campesinos, campesinos cuidando a campesinos, ORDEN enfrentándose con el Bloque; digo yo: "¡qué satánico ha tenido, que ser este sistema que ha logrado aprovechar el hambre de los hombres!; ganarse el pan aunque sea persiguiendo, enemistándose, dividiéndose, cuando pertenecen a la misma pobreza"!”

Mons. Romero califica como una “calumnia” y una “tendencia satánica” el querer hacer equivaler el mensaje de los militantes que ocupaban la Catedral con el mensaje de la Iglesia. Mons. Romero deseaba, “desde una perspectiva cristiana, de Buen Samaritano ... ayudar a todo necesitado, de cualquier color que sea”, pero insistiendo en “mantener y hacer mantener entre sus adeptos el respeto a la autonomía de la Iglesia y que de ninguna manera fueran a utilizarla para sus fines”. (Su Diario, 12 de abril.) “Que esto quede muy claro”, predicó en su Homilía, “porque la Iglesia no puede identificarse con ningún partido político ni con ninguna organización de carácter político, social, cooperativo. La Iglesia no tiene sistemas”, dijo, “la Iglesia no tiene métodos, la Iglesia sólo tiene inspiración cristiana, una obligación de caridad que la urge a acompañar a quienes sufren las injusticias y ayudar también a las reivindicaciones justas del pueblo”. Para poner punto final al tema, declaró: “yo no soy director de ninguna organización política. Yo no soy, ni mis sacerdotes deben de ser, líderes de estos grupos”.

Y así como Cristo dice que el Buen Pastor invita a las ovejas a entrar por la puerta principal del corral, Mons. Romero deja claro que su acercamiento es la de la vía oficial de la Iglesia. “El verdadero obispo, el verdadero párroco, el Papa auténtico y único, es aquel que haya entrado por la puerta que es Cristo”, declara Monseñor. “El día en que yo no esté ya en comunión”, se pronuncia, “¡Dios me libre!—yo sería un cismático, ya sería un ladrón, un asesino, un bandido como son los párrocos que usurpan iglesias”.

En medio de la creciente de división en la sociedad y en la Iglesia, Mons. Romero ofrece la imagen del Buen Pastor que llama a las ovejas al portal: “Yo les invito a que esta mañana despertemos en nuestros corazones la magnanimidad, la alegría de quien todo lo espera”, interpela Mons. Romero. “Yo los invito a todos, y quién me diera poder insistir en el corazón de los que gobiernan, de los que dirigen con su capital y su dinero los destinos de nuestra Patria. Lo mismo que los campesinos”, continúa diciendo, “los pobres, los obreros, los marginados, que unos y otros dijéramos: no hay redención si no nos viene de Cristo. Y humildes, unos y otros, cayéramos, en vez de odiarnos, amándonos y esperando de Cristo el Buen Pastor que conduzca este pueblo; sólo Él lo puede conducir, no hay otro conductor de nuestro pueblo”.

En su discurso sobre Mons. Romero y el Buen Pastor, el Cardenal Turkson, oriundo de la República de Ghana, y que por ende conoce personalmente las dificultades de la Iglesia en el Tercer Mundo, concluyó diciendo, “Para mí, al acercarme a Mons. Romero y al meditar su sermón sobre el buen pastor, me siento alentado en mi papel como presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz y como un colaborador cercano del Santo Padre. Romero,” dice el Card. Turkson, “era un buen pastor que orientó desde adelante y desde atrás, que oró y reflexionó y enseñó, que lamentó y denunció y dialogó, que alentó al débil e interpeló a los poderosos. Él me ha dado mucho para llevar conmigo de regreso a Roma”. (TURKSON, Op. Cit.)

POSTDATUM:

En una reflexión oficial de la Arquidiócesis de San Salvador, el Pbro. Carlos M. Chavarría Lemus escribió: «... conmemoraremos el 31º aniversario del asesinato de nuestro arzobispo Oscar Arnulfo Romero. Pero el motivo de la celebración no es el horrendo crimen, sino que, la luz del ejemplo de fe que nos ha dejado a todos los salvadoreños, una fe que lo llevo a entregar su vida por la Iglesia. Recordaremos al buen pastor que guio al rebaño por “las cañadas oscuras” y que no abandono a sus ovejas ante las amenazas de los lobos.»  Y en una nota de prensa, un vaticanista llamó al cardenal Turkson un candidato a ser un próximo papa...

Antecedentes:

El Sermón de San Salvador (Inglés)

La Primera Homilía del Arzobispo Romero

Septem Sermonis Ad Pauperis (Serie en inglés y español)

Tuesday, May 03, 2011

BEHIND THE SCENES AT THE BEATIFICATION


In the world of beatifications, John Paul II’s recognition as a “blessed over the weekend was the only show in town. It was the main event. Pick your own cliché! Oscar Romero cropped up in some of the grumbling about John Paul’s beatification but, as usual, these discussions tended not to show much profundity of analysis or shed particular insight. (This Italian piece slamming the Catholic canonization process misleadingly implies that Opus Dei guards the San Salvador Cathedral and bars access to Archbishop Romero’s grave!) You had to look deeper—and with a knowing eye—to glean a valid insight.

In Rome for John Paul’s beatification were many official delegations, including Salvadoran Foreign Minister Hugo Martínez. In addition to making the usual diplomatic rounds with the Vatican Secretary of State and Italian officials, the Foreign Minister paid a call on Msgr. Vincenzo Paglia, the Postulator of Archbishop Romero’s Canonization Cause, to get a status report on the progress of the beatification. The Foreign Ministry reported that Bishop Paglia delivered an assessment that the process has attained “a good level of advancement.” Interestingly, Paglia told Martínez that the process is with the Congregation for the Doctrine of the Faith—meaning, that the Church is still studying questions of Archbishop Romero’s doctrinal fidelity to Church teaching. Reassuringly, the Postulator told the Foreign Minister that the Congregation has found no fault with Archbishop Romero’s orthodoxy to date and that, when the CDF’s review is concluded, the process will be remanded to the Congregation for the Causes of Saints for the “final stage” of the approval process.

Also in Rome for John Paul’s beatification are four Salvadoran bishops, including the Archbishop of San Salvador, Msgr. José Luis Escobar Alas, and his auxiliary, Msgr. Gregorio Rosa Chávez, it was reported. Although their visit is low key and unofficial in character (it is not an ad limina visit), one can be sure that four bishops traveling thousands of miles to their spiritual headquarters will not limit their activities to taking in the tourist sites, and very likely will be meeting with Vatican officials, including those in charge of Romeros’ canonization (especially, at a time when the topic is in the air). Among the issues likely to be discussed in those meetings is, whether the Salvadoran Church and Salvadoran society has reached sufficient unity to receive the news of Romero’s beatification with joy and to draw the appropriate inspiration. Reportedly, the Salvadoran bishops had been working on a declaration of unity to submit to the Vatican, and they may even be delivering it in Rome this week.

Foreign Minister Martínez issued a statement intended to address such concerns, declaring that “Archbishop Romero is a figure of universal character, who does not belong to any particular sector, but to the world.” Martínez highlighted that John Paul himself said words to that effect when he visited Romero’s grave, putting the Salvadoran martyr on the path to canonization. Martínez also recalled that the Salvadoran State had accepted responsibility for its part in the assassination—all of which should help Vatican officials to proclaim Romero’s death a “martyrdom” under canon law.

In the decidedly “unofficial” side of canonization news, a freewheeling assortment of liberal theologians made an “Ecumenical Appeal” for the recognition on May 1 (the same day as John Paul’s beatification) that Archbishop Romero has been canonized “by the poor.” The appeal originated with the German branch of the “We Are Church” movement, which promotes women and gays in the priesthood, among other “progressive reforms,” and has been endorsed by signatories from 16 countries and 50 organizations, including the Swiss theologian Hans Küng, the French bishop Jacques Gaillot, and the Brazilian bishop Luís Flávio Cappio, OFM, as well as a smattering of theologians from various denominations. The “Appeal” seems to have been made with very short notice—it was announced on April 27 and called for ecumenical “recognition” of Romero’s sainthood on May 1st. Worse yet, given its due date, the Appeal may seem more like an anti-John Paul provocation than a legitimate pro-Oscar Romero act, and its ill-defined parameters may stop it from being a workable plan. Nevertheless, this latest salvo is another step in the ecumenical acceptance of Romero’s saintliness, which includes the Anglican Church’s recognition of Romero’s “Feast Day” in its liturgical calendar.

Photo: Salvadoran Foreign Minister Hugo Martínez (right) discusses Archbishop Romero's beatification process with Msgr. Vincenzo Paglia, the postulator of the cause.