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Tuesday, November 13, 2018

¿Qué fue de la oposición a San Romero?

Foto de San Óscar Arnulfo Romero, incendiada y acribillada por soldados salvadoreños durante la Masacre de la UCA en noviembre de 1989.
#SanÓscarRomero #Beatificación
Generalizando y simplificando podríamos decir que si los que antes se oponían a la canonización de Mons. Óscar A. Romero se caracterizaban por su adversidad a la Teología de la Liberación, los que aun discrepan de su canonización hoy en día destacan por su hostilidad al Papa Francisco. Al analizar la oposición de “San Romero”, resulta evidente que el espectro de un grupo dentro de la Iglesia hostil al obispo mártir resulta un poco exagerado, y también tenía más vigencia antes de la beatificación de Romero en el 2015, que ahora.
Durante la espléndida ceremonia de canonización en la Plaza de San Pedro, el 14 de octubre de 2018, tuve la dicha de estar a la par del altar, justamente detrás de la sección de los obispos y cardenales.  En medio de esa solemnidad, escuché una frase de discordia desde un grupo de devotos de Nunzio Sulprizio, el joven canonizado en la misma ceremonia. Alguien dijo “el santo polémico”, cosa que yo presumí fue intencionada como una crítica de Romero—aunque, para ser franco, pudo haber sido una referencia a Pablo VI, o también pudo haber sido parte de una defensa del nuevo santo que simplemente repetía el antiguo criticismo para descartarlo. Sin embargo, lo que desprendí del episodio es que hasta desde el altar de su propia canonización, Mons. Romero podía seguir siendo susurrado.
Ahora bien, debemos estar claros que no es cosa de otro mundo que un santo sea criticado después de su canonización, incluso sobre el hecho de ser canonizado.  Cuando San Josemaría Escrivá, el fundador de Opus Dei, fue canonizado, se acusaron supuestas irregularidades en el proceso.  En la canonización de San Juan Pablo II no faltaron críticas a base de errores atribuidos al pontífice, incluyendo falta de firmeza contra los abusos sexuales de Marcial Maciel y su Legión de Cristo. Hasta la Santa Teresa de Calcuta fue criticada en su canonización por no profundizar en las causas de la pobreza, entre otras reprendas. ¡Y estos han sido los santos más sobresalientes de los recientes tiempos!  Generalmente, si un santo es suficientemente conocido, enfrentará criticismos.
Lo que distingue a Mons. Romero de los otros es que su causa de canonización ha sido supuestamente afectada por la oposición a su ascenso a los altares. En un ahora famoso discurso, el mismo Papa Francisco lamentó que después de muerto, Romero “fue difamado, calumniado, ensuciado ... incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado”. El postulador de la causa, Mons. Vincenzo Paglia, asevera que la oposición fue “política” y que “muchos en Roma, incluso cardenales, no querían que Romero fuera beatificado”.
Sin embargo, al penetrar sobre el tema, resulta que la antigua oposición a Romero equivalía a una oposición a la Teología de la Liberación.  Los opositores de la beatificación de Romero—relata Mons. Paglia—“decían que él había sido asesinado por motivos políticos, no religiosos”.  Una radiografía de esta oposición revela que era impulsada por representantes del gobierno de El Salvador, defendiendo posiciones anticomunistas, que inundaron el Vaticano, incluyendo las oficinas de la Curia Romana con cartas en contra de la causa.  Indudablemente encontraron algunos clérigos simpatizantes, el principal de estos era el Cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, férreo opositor de la Teología de la Liberación.  Para las partes externas a la Iglesia (los diplomáticos salvadoreños) la motivación era anticomunista, y para los elementos dentro de la Iglesia la obsesión era en contra la teología liberacionista.
Sin embargo, esta era una oposición minoritaria que se fue dejada atrás por la aceptación popular de Romero que fue incrementando a través de los años y rebalsó los confines de la Iglesia Católica hacia el mundo anglicano, cuando la estatua de Romero fue instalada en la Abadía de Westminster, y de la cultura popular cuando la película “Romero” propagó la historia del obispo defensor de los pobres por todo el mundo.  Finalmente, esta oposición a Romero también se quedo atrás en el mundo católico, cuando el Papa Juan Pablo II decidió visitar la Tumba de Romero durante sus visitas a El Salvador y su sucesor, el Papa Benedicto XVI, declaró no tener dudas que Mons. Romero personalmente ameritaba ser beatificado.
Hasta aquí la antigua oposición histórica a la canonización de Romero, pero ¿qué de la aceptación actual de la canonización del nuevo santo?
Un corte contencioso de la ultra-conservadora Gloria TV trató de pintar a Mons. Romero y las otras figuras canonizadas a la par suya como “santos sin devoción popular” a base de la asistencia a la ceremonia—a pesar de que los devotos de Romero viajaron 10,000 kilómetros desde un país pobre para estar en Roma, y que decenas de miles de personas trasnocharon en El Salvador para seguir el acontecimiento en vivo en frente de la Catedral de San Salvador.  El mismo reportaje argumenta—falsamente, como ha sido comprobado en este blog—que Mons. Romero perdió fieles en su Iglesia durante su arzobispado.  Al contrario, mientras que el catolicismo cedió terreno en toda América Latina, Romero revirtió drásticamente las tendencias a la baja en su arquidiócesis.  Romero rutinariamente llenaba las Iglesias durante su vida, y tanto sus funerales en 1980 como su beatificación en el 2015 rompieron récords de asistencia a eventos religiosos a nivel continental.
Es suficiente para desvirtuar estos argumentos que, en general, después de una canonización, los fieles católicos suelen cerrar filas detrás de sus santos, siguiendo la tradición de Roma locuta, causa finita (“Roma ha hablado, caso cerrado”).  [Más.A base de solo este principio, podemos presumir que la oposición a la canonización, que ya era minoritaria, ahora ha disminuido aún más.  También podemos catalogar las señales de aceptación en varias partes del mundo para llegar a la misma conclusión; que la oposición se ha reducido notablemente.
En el último análisis, verificamos que lo que queda de la oposición a Romero se puede limitar a tres focos obstinados de resistencia: (1) los más fervientes seguidores del salvadoreño acusado de haber dado la orden de matar al arzobispo; (2) los opositores más adversos al Papa Francisco y a las reformas del Concilio Vaticano II; y (3) los más pujantes defensores del capitalismo sin restricciones.  Muy pocos de estos caben dentro de lo que puede entenderse como el interior de la Iglesia.
En esta triste trifecta residen ahora los herederos de la oposición a San Romero, y hacia ellos se han desplazado las inquietudes históricas.  Los enemigos de la Teología de la Liberación que se oponían a canonizar a Mons. Romero temían que la canonización iba a envalentonar el comunismo y diluir la doctrina y la fe católica en el proceso.  Ahora, los enemigos de Francisco temen que el Papa va a promover valores “socialistas” y diluir la fe.  En ambos casos, se puede argumentar que los peligros planteados (la T./L. y el Papa Francisco) tienen poco que ver con los méritos de San Romero, sin embargo, los opositores permanecerán y será imposible disuadirlos de que existe una asociación entre Romero y sus fantasmas predilectos.
Para los seguidores de Romero, cierta oposición es de esperarse.  Según el Cardenal Gregorio Rosa Chávez, director de comunicaciones del obispo mártir, Romero está destinado a ser “un santo incómodo”.  Y en las palabras del propio Romero: “Hermanos, ¿quieren saber si su cristianismo es auténtico? Aquí está la piedra de toque. ¿Con quiénes estás bien?, ¿Quiénes te critican?, ¿Quiénes no te admiten?” (Homilía 13 de noviembre de 1977)
Mientras Romero siga siendo molesto para los intereses de los ricos y causa de celebración para los defensores de los pobres, tendremos la garantía que su legado va por el justo camino.

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