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Wednesday, March 15, 2017

Una oda conmovedora a los mártires salvadoreños


AÑO JUBILAR por el CENTENARIO del BEATO ROMERO, 2016 — 2017:

La presentación, 14 de marzo de 2017, El Paisnal, El Salvador.

#BeatoRomero #Beatificación
A la par de las tumbas del P. Rutilio Grande y sus compañeros “mártires” Manuel Solórzano y Nelson Lemus, sepultados bajo el piso de la Iglesia San José en El Paisnal, el Arzobispo de San Salvador, Mons. José Luis Escobar Alas, presentó una monumental nueva carta pastoral sobre la persecución de la Iglesia Salvadoreña y los mártires que produjo. [Texto integral.]
Titulada «Ustedes También Darán Testimonio, Porque Han Estado Conmigo Desde el Principio» (Cf., Jn 15, 27), la segunda carta pastoral del Arzobispo Escobar coincide con el 40 ° aniversario del martirio del P. Rutilio Grande—hecho que no pasa desapercibido en el texto del arzobispo.  El jerarca católico tilda de “grave” que “a cuarenta años de la muerte martirial del Presbítero Rutilio Grande García S.J.; quiero y tengo que aceptar por justicia, verdad y caridad que atravesamos en la Arquidiócesis salvadoreña, el umbral del tercer milenio sin haber pronunciado una palabra de reconocimiento sobre todas y todos aquellos que fueron víctimas de persecución, tortura, represión; y en sus últimas consecuencias, de muerte martirial en el seguimiento a Cristo y vivencia encarnatoria del Evangelio en el país”. [«Ustedes También», 3.]
El prelado atribuye ese descuido a posibles “intentos de volver a un cierto tipo de eclesiología y espiritualidad contrarias a la renovación del Concilio Vaticano II” y pronuncia su disculpa: “Lamento que no se haya realizado años antes, este acto de justicia y caridad para con nuestros mártires”. [Ibid.]  Más tarde, Mons. Escobar también pide disculpas por dejar afuera a los laicos en esta carta dedicada a los mártires que murieron habiendo recibido algún orden sagrado, incluyendo el sacerdocio y la vida consagrada.  Confieso que, los pastores de nuestra Provincia eclesiástica, no hemos inquirido a profundidad sobre este tipo de mártires”, escribe Escobar.  Pido perdón por nuestra pasividad al respecto”.  [Op. Cit., 147.]  También promete, en el futuro, rectificarlo.  [Id.]
En concreto, la Carta, de más de 200 págs., recoge testimonios de veinticuatro mártires particulares de la Iglesia Salvadoreña, entre ellos 17 sacerdotes, 4 religiosas, 2 obispos y un seminarista:
3. Padre Alfonso Navarro, Sacerdote diocesano;
4. Padre Rafael Ernesto Barrera Motto, Sacerdote diocesano;
5. Padre Octavio Ortiz, Sacerdote diocesano;
6. Padre Rafael Palacios, Sacerdote diocesano;
7. Padre Alirio Napoleón Macías, Sacerdote diocesano;
8. Beato Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez;
9. Padre Cosme Spessotto, Sacerdote Franciscano;
10. José Ohtmaro Cáceres, seminarista diocesano;
11. Padre Manuel Antonio Reyes, sacerdote oratoriano;
12. Padre Ernesto Abrego, sacerdote oratoriano;
13. Padre Marcial Serrano, sacerdote diocesano;
14. Hna. Dorothy Lu Kazel O.S.U;
15. Jean Donovan;
16. Hna. Ita Catherine Ford M.M.;
17. Hna. Maura Elizabeth Clarke M.M.;
18. Padre Ignacio Ellacuría, Sacerdote Jesuita;
19. Padre Ignacio Martín Baró, Sacerdote Jesuita;
20. Padre Segundo Montes Mozo, Sacerdote Jesuita;
21. Padre Amando López Quintana, Sacerdote Jesuita;
22. Padre Juan Ramón Moreno Pardo, Sacerdote Jesuita;
23. Padre Joaquín López y López, Sacerdote Jesuita; y
24. Monseñor Roberto Joaquín Ramos Umaña.
Para cada uno de ellos, «Ustedes También» reúne datos biográficos, un resumen de la misión eclesial de cada individuo, y las circunstancias de su martirio.  Si este hubiera sido el único aporte de la carta, «Ustedes También» ya resultaría una obra valiosa.  Por ejemplo, yo la comparo con un informe de Americas Watch que yo he usado como referente para el martirologio salvadoreño, y esta carta del arzobispo contiene todos los casos catalogados por Americas Watch, y otros más.  Además de los mártires salvadoreños la carta del arzobispo también rinde homenaje a los de países vecinos, incluyendo Mons. Gerardi y Stanley Rother en Guatemala.  Ustedes También», 184-189.]
Para todos los mártires en conjunto, Mons. Escobar afirma de una vez por todas que “fueron mártires, no porque comulgaran con una ideología, sino porque trataron de iluminar con la fe una realidad de dolor, de sufrimiento, de pobreza, de violencia, de injusticia, de opresión, de tortura, de marginación y de muerte”. [Ibid., 176.]  En la segunda parte de la carta, Mons. Escobar teje toda una teología del martirio, desde las páginas del Antiguo y Nuevo Testamento, como también desde el magisterio de la Iglesia.  Más que esto, Escobar también comienza a ensamblar una eclesiología del martirio.  En algunos de sus pasajes más poéticos, cita a la antigua literatura cristiana del Pastor de Hermas para describir la edificación de la Iglesia como la construcción de una torre con piedras tan perfectamente labradas (que representan los mártires) que “la torre semejaba como de un solo bloque”. [Op. Cit., 11.]
Finalmente, monseñor arremete contra la impunidad que impera en el país al exigir justicia por sus mártires.  [Op. Cit., 156-157.]
En el noveno año de su arzobispado, Mons. Escobar evidentemente ha hallado su voz, y esta tiene un timbre profético.  Su primera carta pastoral, del año pasado, nos pareció “romeriana” por su atención a los temas sociales más vigentes desde el punto de vista del evangelio.  En días recientes, el arzobispo ha liderado una campaña en contra de la minería metálica, recogiendo firmas, encabezando una marcha hacia la asamblea legislativa, y hasta presentando legislación para abolir la práctica.  «Ustedes También» es quizá su movida más radical, en el sentido verdaderamente romeriano: Mons. Escobar es radical desde su ortodoxia; co-opta las novedades en la vida de la Iglesia y las apropia al tejido tradicional e institucional de su historia.


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