Monday, November 20, 2006

EL PRÓXIMO ARZOBISPO DE SAN SALVADOR

Este pensamiento es en gran medida un reconocimiento de que un proceso de canonización es en parte un proceso humano -- es a fondo un proceso divino, pero tiene necesariamente su aspecto humano ya que son seres humanos los que lo deben llevar adelante. En estos días, acaba de marcarse el 17º aniversario de la Masacre de la UCA, un acontecimiento que nos apunta a la realidad humana de la Iglesia, y de la dimensión personal del martirio. Es una fecha significativa para la Iglesia Salvadoreña, ya que fué en esa misma fecha, un 16 de noviembre, que en 1924 Mons. Luis Chávez y González fue ordenado sacerdote, y fué un 16 de noviembre, que en 1932, Mons. Fernando Sáenz Lacalle, nació en Cintruénigo, España. Hace 74 años. Llegamos al punto esencial, que ahora queda menos que un año para que el arzobispo actual de San Salvador cumpla 75 años, la edad cuando se hace obligatorio que un obispo católico se retire.

Esta fué la circumstancia en que, en un febrero de 1977 se anunció que Mons. Óscar A. Romero, llegaría a ser el arzobispo metropolitano de San Salvador, llegado el momento en que el arzobispo por 38 años se tenía que jubilar. Tres décadas después, otro cambio arzobispal en esa sede dislumbra no solamente la pastoral de esa arquidiócesis, sino también el camino que el arzobispo que se inauguró hace treinta años llevará hacia los altares. Resulta que las grandes preguntas restantes en el proceso de canonización se Mons. Romero se le ceden a la sabiduría y discreción del obispo local, que en este caso sería el Arzobispo de San Salvador. Durante su gestión que surge desde 1995, Mons. Sáenz ha respaldado firmemente el proceso de canonización de su predecesor, pero ha marcado los límites de su apoyo, observando que no se debe adelantar la canonización de Mons. Romero con un proceso "popular" que lo declare santo antes de que se cumplan los procedimientos de Roma, y pautando que no puede haber canonización mientras se use la figura del presunto santo para hacer campañas políticas.

Muchos consideran que si el obispo auxiliar, Mons. Gregorio Rosa Chávez es nombrado sucesor de "Don Fernando", el Arzobispo Rosa no tuviera ninguna inquietud por recomendar que "San Romero" se beatificara cuanto antes, y es posible que su accesión a proceder de manera expedita sería suficiente para acelerar el proceso de beatificación. Sin embargo, el caso de 1977 es uno que nos recuerda que no es automático que el obispo auxiliar sea nombrado el sucesor. En esa circumstancia, el obispo auxiliar de aquel entonces, Mons. Arturo Rivera y Damas, fue sobresaltado por el Vaticano y en su lugar fue nombrado el obispo de Santiago de María, Mons. Romero, como el nuevo arzobispo de San Salvador. Es más, el mismo Mons. Rosa ha sido ignorado una vez, ya que cuando murió Mons. Rivera, ya era Mons. Rosa el obispo auxiliar, y el Vaticano prefirió al obispo castrense, Mons. Sáenz, que al jóven obispo auxiliar. Pero esta vez, Mons. Rosa ya no es un niño, y el Vaticano tendría que ignorar fuertes antecedentes para no nombrarlo el próximo obispo. Será este año muy importante para leer las claves secretas de esa sucesión.

Wednesday, November 01, 2006

ST. RAFAEL GUIZAR, CARD. HUMMES, & MSGR. ROMERO


Two recent developments bode well for the canonization cause of Archbishop Oscar A. Romero: one is the canonization on October 15, 2006 by Pope Benedict XVI of Bishop Rafael Guízar Valencia of Vera Cruz, Mexico, and the Holy Father’s appointment this week of Claudio Cardinal Hummes of Sao Paolo, Brazil as the new Prefect of the Congregation for Clergy.

Although the two events constitute two very different acts -- one is an honor bestowed upon a dead prelate in order to present him as a model of Catholic values and virtues, and the other is a working appointment of a living cleric to fulfill ministerial duties -- we must start by fusing them and seeing what they tell us that is the same. First of all, they are both the actions of the same man, the Roman Pontiff who is pastor to the worldwide Church. In this respect, the appointment of Cardinal Hummes has been interpreted in some quarters as indicative of a magnanimous spirit at the Holy See. As the conservative Catholic news agency Catholic World News commented before the story was confirmed: “If the report is accurate, the selection of Cardinal Hummes, a Franciscan who was friendly to exponents of liberation theology in Latin America, would suggest that Pope Benedict is determined to fill the Roman Curia with prelates who will represent a wide variety of views.” Or to put it differently, being associated with Liberation Theology is not the kiss of death. (In a similar vein, arlier this year, we noted that one candidate whose sainthood cause had advanced, Fr. Antonio Rosmini, once had been the subject of a censorship by the Holy Office because his writings had been considered unorthodox.)

The second prism which helps us see two acts as one is the caritas (to use Pope Benedict’s language) that motivated both men. On his first day as Archbishop of Sao Paolo, Card. Hummes attacked the spread of global capitalism, saying the privatization of state companies and the lowering of tariffs had contributed to the "misery and poverty affecting millions around the world." And, on the eve of the papal election of 2005, he told the press that the next pope needs to be "especially at the service of the poor and most excluded." Bishop Guízar, who was canonized on Oct. 15, was known as the “Bishop of the Poor.” During the canonization Mass, Benedict praised the new saint because he rejected the allure of power and privilege and identified himself with the poor: “Imitating the poor Christ, he renounced his goods and never accepted the gifts of the powerful, or rather, he gave them back immediately.” During the military dictatorship of the 1970s, Hummes also identified with the poor in Sao Paolo, speaking out and letting anti-military activists use church facilities. In 1978, army helicopters buzzed a Sao Paulo stadium where Hummes was celebrating Mass, in an effort by the military to intimidate Hummes. Bishop Guizar, Benedict noted, also faced persecution and exile, but he was committed to “help the poor, even amid endless persecutions.”

Finally, the presence of Card. Hummes in Rome may be an eloquent reminder to the entire hierarchy of how Romero’s critics have misrepresented and mischaracterized profound commitment to the social doctrine of the Church as mere politics. Harsh critics have already began to rail against Card. Hummes, even before his taking office. Commentators on the conservative CWN news board have lamented that it is a “Very sad day” because of his appointment. Another poster decried that, “I couldn't think of anyone worse for the job.” Another: “akin to hiring the fox to guard the chicken coop.” By becoming a lightning rod for mean spirited accusations, Card. Hummes may prove to Rome that a man’s harshest critics are not the best source to define the man.

Monday, September 11, 2006

MONS. ROMERO Y EL 11-S

«Todo lo que es sufrimiento humano, la Iglesia lo siente como propio».

-- Monseñor Romero, 11 de Septiembre de 1977

[Mons. Romero – en sus propias palabras – denuncia el terrorismo.]

Para aquellos que ya no creen en el amor y que han puesto su confianza en la violencia, en el terrorismo y que la Iglesia no los puede acompañar por esos caminos, los obispos desde Puebla, hacen un llamamiento: "A primera vista -la civilización del amor" ... Hermanos, como los profetas anunciando a los cautivos de Babilonia horas de alegría y de libertad, puede parecer como una burla la palabra de la Iglesia llamando al amor, a la reconciliación, al perdón, mientras otros creen más en la violencia, en el secuestro, en el terrorismo. La Iglesia no caminará nunca por esos caminos y todo lo que en este sentido se diga, es falso, es calumnia que viene a ennoblecer más la aureola de nuestra persecución en la Iglesia. FN1.

Ojalá, los fanáticos de la violencia y el terrorismo; ojalá, los que creen que con la represión y la fuerza se van a arreglar las cosas, aprendieran que no son esos los caminos del Señor, sino éstos: los humildes caminos de Cristo por la obediencia a la ley del Señor, por el respeto y el amor, y el que ahora entrega a los hombres la verdadera liberación para que el que la quiera aprovechar: Cristo, pues, Él es la clave de la revelación de Dios. FN2.

Que cesen ya esos actos de violencia y terrorismo, muchas veces sin sentido, y que son provocadores de situaciones más violentas. FN3.

Déjennos tranquilos a nosotros, no nos molesten, ustedes son violentos, ustedes son terroristas. ¡Esto no es justicia! La Iglesia también señala esas diferencias pero dice: que la causa principal de estos problemas es la injusticia social. La Iglesia no promueve violencia ni odio, sino que predica paz; les dice: la paz que podría haber, que se ha perdido, no puede venir si no hay justicia. FN4.

Sí existe terrorismo, y hay que acabar con él, pero la manera no es la represión. Hay que arreglar las bases desordenadas, injustas, de donde brotan las violencias terroristas. FN5.

¡Cuánta paz nos hace falta, cuánta sangre, cuánto crimen, cuánto terror! Y cuando decimos terrorismo no sólo pensamos en aquellos que persiguen los uniformados, sino también en el terrorismo uniformado que también es horroroso y mata, y llena de miedo... FN6.

El camino más seguro para derrotar al terrorismo consiste en promover la justicia en nuestras sociedades: justicia legal, económica y social. La justicia de tipo sumario socava el mismo futuro que intenta promover, produce únicamente más violencia y terrorismo. El respeto por el imperio de la ley promueve la justicia y elimina las semillas de la subversión. Al abandonar ese respeto, los gobiernos descienden a los bajos fondos del mundo terrorista e invalidan su arma más poderosa, su autoridad moral. La mejor manera de hacer cumplir las leyes y hacer respetar los derechos humanos, dice nuestro diplomático, es ganar la confianza y la lealtad de los ciudadanos al actuar con justicia a través de las leyes, cortando de raíz la oposición violenta. FN7.

-NOTAS-

FN1. Homilía del 18 de febrero de 1979.


FN2. Homilía del 14 de Abril de 1979.

FN3. Homilía del 20 de Enero de 1980.

FN4. Homilía del 2 de Septiembre de 1979.

FN5. Homilía del 16 de julio de 1978.

FN6. Homilía del 3 de diciembre de 1978.

FN7. Homilía del 11 de diciembre de 1977.

Wednesday, August 23, 2006

OSCAR ROMERO, BEACON OF ECUMENISM


Although commentators are quick to point out that an invisible minority in the Church opposes Archbishop Romero’s canonization, an official Vatican document states that Romero is considered to be among the decidedly non-disputed candidates for the sainthood. A 1998 declaration by the Ecumenical Commission of the Central Committee of the Great Jubilee of the Year 2000, states that there are are controversial figures, and then there are holy people whose merit is "recognised beyond confessional boundaries," i.e., not just in Catholic circles, but across other denominations. The declaration, authored by Bishop Paul-Werner Scheele, the President of the Ecumenical Commission of the Central Committee of the Great Jubilee of the Year 2000, specifically mentions Archbishop Romero as an example of the undisputed exemplars of Christian holiness. The declaration makes clear that Archbishop Romero’s saintliness is not only recognized in Catholic circles, but in the "full communion" of Christendom.


The declaration states in relevant part:


«All Christians agree that the Holy Spirit is the sanctifying spirit.

«In many places Christians have acknowledged in their midst martyrs and exemplary confessors of faith, hope and charity - both men and women. Some of these, such as Francis of Assisi, Roublev, Johann Sebastian Bach, Monsignor Romero, Elizabeth Seton, the martyr Anuarite of Zaire, and Martin Luther King, have been for various reasons recognised beyond confessional boundaries. Ecumenical groups could look at the example of some of these witnesses with a view to identifying how the work of the Holy Spirit can be distinguished in them and what their role might be in the promotion of full communion.


«Other figures remain controversial, or indeed are considered symbols of division and rupture. [To the Commission’s mind, Romero was clearly not in this latter group, as he was named in the former.] »


As we point out in the Wikipedia article on Romero, “The work of Romero was honored by various other religious denominations of Christendom, most notably the Church of England and its Anglican Communion. In July 1998, the Church of England unveiled a statue depicting Romero at the west door of Westminster Abbey in London in the United Kingdom as part of a monument in memory of 20th century Christian martyrs. The Church of England and its Anglican Communion also added to its liturgical calendar a memorial commemoration celebrated annually on March 24 (The liturgical calendar is similar to the Roman Catholic calendar of saints).” Catholic shrines to ecumenical martyrs also place Romero among the consistently recurring martyrs of modern times (for example, in the shrine on Tiber Island, near the Vatican).

Monday, July 31, 2006

MONS. ROMERO y el TERCER SECRETO de FÁTIMA



Mons. Romero en el Cerro de las Pavas, Santuario de la Virgen de Fátima en El Salvador desde 1949.
El 13 de mayo del 2000, el Vaticano reveló el llamado Tercer Secreto de Fátima, el texto final de la revelación que según la Iglesia, la Vírgen María comunicó a tres niños pastores el 13 de julio de 1917 durante una aparición. Parte del mensaje se refería a "un Obispo vestido de Blanco," quien despues de atravesar una ciudad destruida, sube una montaña donde había una gran cruz, llegando a ser matado al pie de esa cruz. Según el comentario no doctrinal de la Iglesia, esta era una alusión al atentado contra la vida del Papa Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981, durante la fiesta de la Vírgen de Fátima. Mons. Romero tambien reconoció el vínculo entre la Vírgen de Fátima y el Papa, que lo explicó en que los dos representan dos partes que juntas proporcionan la plenitud de la Iglesia: "plenitud Jerárquica" (el Papa) y "plenitud carismática" (la Vírgen). (Homilía del 20 de Enero de 1980).

Pero, algunos observadores se preguntaron si la referencia no podría aplicarse más naturalmente al martirio de Mons. Romero. El Vaticano no descartó la posibilidad de multiples interpretaciones. El mismo Card. Ratzinger publicó un comentario en que alude a que el mensaje no se limita a un solo hecho ya que, "En esta imagen, se puede ver representada la historia de todo un siglo. Del mismo modo que los lugares de la tierra están sintéticamente representados en las dos imágenes de la montaña y de la ciudad, y están orientados hacia la cruz, también los tiempos son representados de forma compacta".

Las pertinentes partes del secreto leen así: «Y vimos en una inmensa luz qué es Dios ... a un Obispo vestido de Blanco ... También a otros Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos como si fueran de alcornoque con la corteza; el [Obispo vestido de Blanco], antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados que le dispararon varios tiros de arma de fuego y flechas; y del mismo modo murieron unos tras otros los Obispos sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la Cruz había dos Ángeles cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los Mártires y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios. »

En su gloso, el Card. Ratzinger comentaba que, "Montaña y ciudad simbolizan el lugar de la historia humana: la historia como costosa subida hacia lo alto, la historia como lugar de la humana creatividad y de la convivencia, pero al mismo tiempo como lugar de las destrucciones, en las que el hombre destruye la obra de su proprio trabajo". Para algunos, la “ciudad medio en ruinas” a la par de una montaña podría ser San Salvador de pos guerra, a la orilla del Volcán San Salvador, y el Obispo vestido en Blanco que bendice a los muertos y moribundos antes de ser acribillado al pie de la Cruz es Mons. Romero. Los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas que lo acompañan hasta la cima para caer acribillados con él son los Jesuitas de la UCA, Rutilio Grande, Alfonso Navarro, las religiosas estadounidenses, y demás mártires de la Iglesia salvadoreña.

Varias coincidencias históricas apoyan esta interpretación. Por ejemplo, el día de su muerte, cuenta su biografiador Jesús Delgado, "Monseñor Romero había amanecido con su sotana blanca. Las hermanas sabían que cuando vestía esa sotana era señal de que iba a descansar al mar". Pero cuando le preguntaron a donde iba, él les respondió, "A donde yo voy ustedes no pueden ir". Fuente: Óscar A. Romero, Biografia. Autor: Jesus Delgado. Ese mismo día, Mons. Romero iba a llegar a la gloria de Dios. Esa misma tarde, celebrando una Eucaristía en un hospital de cancerosos, bendiciendo a muertos y moribundos, Mons. Romero sería acribillado al pie de una cruz rústica, "de maderos toscos", tal como lo detalla la visión. Sus asesinos serían vinculados con las fuerzas de seguridad de El Salvador. Desde su nacimiento, Mons. Romero parecía destinado a una cercanía con la Madre de Dios. Su natalicio el 15 de agosto coincide con la Fiesta de la Asunción de la Vírgen y su muerte el 24 de marzo es en vísperas de la Fiesta de la Anunciación. Más dramático aún es que el mismo día de su nacimiento el 15 de agosto de 19717 cayó en medio de las apariciones de Fátima que se desplegaron desde el 13 de mayo de 1917, cada mes, hasta el 13 de octubre de ese año. La aparición de agosto no ocurrió el 13 ya que uno de los participantes no estaba disponible y posiblemente ocurrió dos días despues, ¡o sea que la aparición durante la cual se dió precisamente el "Tercer Secreto" pudo haber ocurrido el mismo día en que nació monseñor!.

En su comentario en el año 2000, el que es ahora el papa Benedicto XVI dijo que "la palabra clave de este 'secreto' es el triple grito: '¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!' Comprender los signos de los tiempos significa comprender la urgencia de la penitencia, de la conversión y de la fe." Veinte y tres años antes, sin tener la ventaja del texto del Tercer Secreto Mons. Romero había predicado en el 60 aniversario de la Aparición: "Este es el resumen del mensaje de Fátima que queremos recoger ahora como una oportunidad maravillosa para el momento que estamos viviendo: penitencia y oración." (15 de Mayo de 1977.) Quizá Mons. Romero debe estar vinculado con Fátima y el Papa porque él representa, siendo mártir, la plenitud carismática de María y, siendo obispo, la plenitud jerárquica del papa y de la Iglesia institucional.

Tuesday, July 25, 2006

THE CASE AGAINST ROMERO: The Delgado Hypothesis




Archbishop Romero is called a "controversial" contender for sainthood mostly by sources outside the Church structure. A 1998 declaration by the Ecumenical Commission of the Central Committee of the Great Jubilee of the Year 2000, however, found that there are are controversial figures in Church history, and there are holy people whose merit is "recognised beyond confessional boundaries," because their renown is so universal. The declaration specifically mentioned Archbishop Romero as an example of the undisputed cases. The declaration made clear that Archbishop Romero is not only recognized in Catholic circles, but in the "full communion" of Christendom.

Nevertheless, a few intransigent Catholics have been inflexible in their opposition to Romero’s sainthood cause. Perhaps the most stubborn of these was the Salvadoran bishop Freddy Delgado, who made the case against Romero in a strident letter entitled, "Archbishop Oscar Arnulfo Romero: A figure manipulated by the parallel magisterium." In his paper, Delgado argues that Romero was manipulated by a shadow Church hierarchy controlled by Liberation Theologians and Jesuits (a "Parallel Magisterium"). They got Romero to do their bidding by playing to his vanity, servile nature, and spinelessness. (Vain, despite the fact that he turned down the Archbishop’s Palace for a modest shack in a cancer ward; servile, despite the fact that he challenged the government, the military and the oligarchy; and, spineless, despite the fact that he refused security guards and defied death threats!) Delgado’s central hypothesis was that Romero was a stooge, led by the nose by a committee of elitist Marxist intellectuals until he was corrected by Pope John Paul II. When the chastised Romero began to tow the line, Delgado says, the leftists realized he was more beneficial to them dead than alive. He leaves the door open to the scandalous proposition that the left was behind the assassination.

Despite its flagrant inaccuracies and irregularities, the Delgado hypothesis was historically the central Catholic critique of Romero’s legacy and his canonization process. Much of the Delgado hypothesis has been widely refuted already, especially by the findings by a Church commission which concluded that Romero’s preaching, far from being aligned with a “parallel magisterium,” adhered vigorously to the doctrinal teaching of the Church. Historical investigations by Church and other researchers have also discredited the "facts" cited by Delgado. But, one part of the the Delgado’s hypothesis which has survived until now is the notion that the left has approppriated Romero’s image and therefore any boost to his memory of legacy will play in favor of the Marxist cause more than it will benefit Christianity or Catholicism. By all accounts, the status of the canonization cause is that it is complete except for the date of the beatification ceremony, which the Vatican is reluctant to set because the time is not ripe yet. If Romero were canonized now, it would be manipulated politically (presumably by the left).

And so the case against Romero comes down to discredited conspiracy theories and political timing. The devil’s advocates out there have swiched their strategy from outright obstruction to simple delaying tactics.

Wednesday, July 05, 2006

MONS. ROMERO, DOCTOR de la IGLESIA

Una propuesta atrevida: además de ser declarado mártir y santo, Mons. Romero debería ser declarado un Doctor de la Iglesia -- aunque el título no se le conceda normalmente a los mártires. El título ha sido conferido solamente 33 veces, y es reservado para personas que han beneficiado tremendamente a la doctrina, la teología, o la enseñanza de la iglesia siendo eminentes maestros de la fe para los fieles de todos los tiempos. Originalmente, cuatro santos llevaban ese honor (San Gregorio Magno, San Ambrosio, San Agustín, y San Jerónimo), pero ha sido extendido varias veces. Mons. Romero cumple dos de los tres requisitos: eminens doctrina, insignis vitae sanctitas (i.e. conocimiento eminente y un alto grado de santidad), y el tercero - Ecclesiae declaratio - (proclamación de la Iglesia) se le puede otorgar facilmente según los siguientes criterios.

Mons. Romero produjo cuatro cartas pastorales y un sin fin de discursos y sermones que han sido el enfoque de diversos congresos, seminarios, y convenios académicos y teológicos por todo el mundo. La exhortación apóstolica PASTORES GREGIS del Papa Juan Pablo II nos predica que "el obispo es tambien defensor y padre de los pobres, se preocupa por la justicia y los derechos humanos" y "predica la Doctrina Social de la Iglesia fundada en el Evangelio, y asume la defensa de los débiles, haciendose la voz de los que no tiene voz para hacer valer sus derechos". Por eso, uno de los seminarios sobre Mons. Romero, llevado a cabo anualmente en una respetada universidad norte-americana lo declara "Un obispo para el nuevo milenio."

Por supuesto, Mons. Romero no fue un teólogo profesional: "No pretendo decir, ni ustedes pueden esperar de mi, la palabra de un técnico en materia de política, ni tampoco la especulación con que un experto en teología relacionaría teóricamente la fe y la política." (Discurso en la Universidad de Lovaina, febrero de 1980.) En lugar de ser capacitado en la academia, Mons. Romero aprendió de manera que él prestó "una atención especial a las exigencias de amor y justicia que se derivan de las condiciones sociales y económicas de las personas más pobres" (Pastores Gregis). Por eso da su aporte de enseñanza a la iglesia "como pastor, que, juntamente con su pueblo, ha ido aprendiendo la hermosa y dura verdad de que la fe cristiana no nos separa del mundo, sino que nos sumerge en él, de que la Iglesia no es un reducto separado de la ciudad, sino seguidora de aquel Jesús que vivió, trabajó, luchó y murió en medio de la ciudad" (Lovaina).

El maestro Romero aporta además una enseñanza muy particular y muy util para la iglesia en el aspecto de los desafíos de la globalización y del nuevo milenio, especialmente en el sentido de que han habido errores en ciertos acercamientos de la "Teología de la Liberación." Pero el mismo Card. Ratzinger reconoce que el concepto de la "Teología de la Liberación" incluye "los esfuerzos hechos dentro del marco de una teología correcta y eclesiástica ... que enfatiza la responsabilidad que los cristianos tienen necesariamente por los pobres y los oprimidos, como lo constantan los documentos de la Conferencia Episcopal Latinoamerican desde Medellín hasta Puebla". Mons. Romero nos pide: "Que conste que yo estudio la teología de la liberación a través de estos teólogos sólidos, como es el Cardenal Pironio, que actualmente es prefecto de una de las congregaciones del Papa, hombre de la plena confianza del Papa" (Homilía del 24 de Julio de 1977). Una comisión de expertos vaticanos revisó los escritos y discursos de Romero y los decaró sin errores teológicos.

En vista de todo esto, Mons. Romero surge como un eminente maestro de la fe para los fieles de todos los tiempos, y en especial, para los fieles del tercer milenio del cristianismo, ayundandoles a navegar las suceptibilidades entre el llamado a ser "defensor y padre de los pobres" y evitar sobrepasar "el marco de una teología correcta y eclesiástica" al hacerlo.

Tuesday, June 27, 2006

ROSMINI & ROMERO

This week, the Vatican announced it was moving forward with 162 beatifications, the largest number yet approved under Pope Benedict XVI, under whom the activity of the Congregation for the Causes of Saints has been decidedly slow. The decrees included the certification of 150 martyrdom causes, an exceeding high figure that recalls the mass beatifications under John Paul II. Strikingly, the decrees include certifications of heroic virtue of interest to the Romero case. CWNews.com reported:

Perhaps the most interesting case … is that of Father Antonio Rosmini, whose controversial theories prompted the placement of his works on the Index of forbidden books in 1849. In 1887, the Holy Office specifically condemned 40 propositions attributed to the Italian priest. But in June 2001 the Congregation for the Doctrine of the Faith-- the successor to the Holy Office-- wrote that the works of Father Rosmini should be recognized as "idealistic and not ontological," and when his writings are seen in that perspective he was faithful to the teachings of the Church.

The case is striking for multiple reasons. First, it suggests that being implicated in disapproved theological snares is not a complete non-starter in canonizing a saint. In fact, Father Rosmini will be beatified as a confessor, not as a martyr. Canonization is considerably harder for non-martyr candidates, whose "heroic virtue" must be approved after a comprehensive review of their doctrinal orthodoxy. Secondly, it suggests that even if your views are condemned and your writings banned (compare Archbishop Romero who was never a subject of official reproach and, in contrast, whose writings and sermons were declared orthodox by the Congregation for the Doctrine of the Faith), your path to sainthood can be later cured. Thirdly, the distinction between “idealistic” and “ontological” views allows the burdened candidate a final onramp back onto the beatification path. All of this augurs very well for the Romero cause, which, of course, has several advantages over the Rosmini case, as it involves a martyrdom, and a body of preaching that has been largely vindicated by the Compendium of the Social Doctrine of the Church. (Even Cardinal Ratzinger has conceded that the concept of “Liberation Theology,” with which Romero is sometimes identified, includes “the efforts which are being made within the framework of a correct and ecclesial theology … which stresses the responsibility which Christians necessarily hear for the poor and oppressed, such as we see in the documents of the Latin American Bishops' Conference from Medellin to Puebla.”)

Friday, June 09, 2006

LA POLÍTICA DE LA CANONIZACIÓN

La noticiera católica Zenit reportó hace unos días sobre el proceso de beatificación de dos misioneros franciscanos de origen polaco que fueron asesinados en Perú por el «Sendero Luminoso» en agosto de 1991. La situación de los padres, Michael Tomaszek y el padre Zbigniew Strzalkowski, es muy parecida a la situación del conflicto salvadoreño diez años atrás, pero con los colores partidistas invertidos (o sea que en El Salvador, la ultra-derecha tenía a la Iglesia como enemiga, y en el Perú los subversivos de izquierda eran los perseguidores).

Relata la nota de Zenit:

Del 1 de enero al 22 de agosto de 1991 se alcanzó la cifra «récord» de 1.638 muertos por violencia en un país que ya registraba el 53% de los desaparecidos en todo el mundo.

En este entorno «se vio como un peligro» la actividad de la Iglesia, con la puesta en marcha de una catequesis más incisiva y la apertura de centros estables de animación cristiana. De forma que se incrementó la violencia contra los misioneros extranjeros y laicos.

Uno de los muchos panfletos de «Sendero Luminoso» decía: «Con la Biblia y la cruz pretendían ser una barrera al avance de la subversión...».

Algunos lectores que conocen el marco histórico del ministerio de Mons. Romero reconocerán instantaneamente la correspondencia entre estos detalles y lo que ocurrió en El Salvador, en que una ola de represión dejó centenas de muertos y desaparecidos, y la Iglesia se encontró en el ojo de esa represión al ser identificada como un enemigo estratégico de los para-militares, y aparecieron panfletos de una organización clandestina llamada «la Mano Blanca» que decían «Haz patria, mata un cura.»

Interesante será ver si estos procesos de beatificación son acompañados por la intriga y las acusaciones internas de la feligresia de querer entrampar, o manipular o politizar el proceso de esas beatificaciones. (Quiera Dios que no.)

Friday, June 02, 2006

BEATIFIC VISION: The Romero Beatification




THE DAY THAT OSCAR ROMERO IS BEATIFIED, the ceremony will likely be celebrated in San Salvador under norms promulgated by Pope Benedict XVI, extending the bishops’ participation in beatifications first set out by Pope John Paul II. As such, the Holy Savior Cathedral where Romero is buried would become the stage for a popular pageantry unlike any other previously seen in Latin America. As the National Catholic Reporter has noted, “Among popular 20th century Catholic icons, no saint-in-waiting figures more prominently than Oscar Romero.” The long awaited beatification would likely draw the largest crowd in Salvadoran history, but also the largest popular gathering of the Latin American church, attracting nearly all of the continent’s contingent of cardinals and bishops. Nothing in the Church’s history would rival it, except the beatification of Mother Teresa and the funeral rites of Pope John Paul.

The spectacle of Salvadoran school children wearing plaid skirts and black dress pants, filing to their designated positions in a large outdoor crowd flooding Plaza Barrios and many blocks around would be carried live over Salvadoran national television, and the VIP seating on the dais in front of the Cathedral would include official delegations from the ruling party, including the President of El Salvador, and the opposition. The Salvadoran military, which once invited Romero’s stinging rebuke would circle the perimeter of the vast multitude to keep order, while police and army helicopters buzz overhead. The ceremony would be punctuated by colorful details, such as the participation of many peasant groups who overrun San Salvador, many of them seeing the capital city for the first time. Of course, political expression would be hard to suppress. Left wing demonstrators would block traffic and burn tires in some streets, but the pressure from civil society and their discreet approval of a heavy police presence to preserve the dignity of the occasion would keep such outbursts from stealing the day’s headlines.

A fair-like atmosphere would prevail for the week leading up to the ceremony over the corridor of San Salvador that runs from the Metropolitan Cathedral downtown, to the Divine Savior landmark five miles to the west. That strip contains the Cuzcatlan Park civil war memorial where Romero’s name appears on a commemorative wall alongside that of thousands of other war victims, and is near the Divine Providence cancer hospital where Romero lived and at whose chapel he was felled by an assassin’s bullet. Mini vans ferrying pilgrims and tourists between these locations, and to the 1989 Jesuit massacre site, and other places of pilgrimage in and around the capital, would pass each other on the streets, the harried passengers laughing in recognition having passed each other at other locations. At the cancer hospital, multi-lingual guides would lead throngs of visitors into the shack where Romero lived, and the line to get into the martyrdom chapel would be measured in hours. The spot where Romero fell at the altar would be hidden under flower offerings that hospital staff would occasionally remove and send to other hospitals.

Romero’s Palm Sunday funeral in 1980 attracted the largest crowd in Salvadoran history at the time, under a military dictatorship all too willing to fire on crowds unfriendly to the government, and bishops and clerics braved a hail of bullets from guards stationed at the nearby National Palace just to be in attendance. Romero’s beatification, under much more auspicious circumstances, would likely draw the attendance of vast numbers of Salvadorans, and unprecendented numbers of visitors. The funeral of Shafick Handal earlier this year attracted vast numbers into the streets of San Salvador. Normal commemorations of Romero’s anniversary already attract thousands of pilgrims every year, and high ranking clerics have taken to leading memorial masses for Romero in various countries. In 2005, Romero masses were celebrated by the Patriarch of Jerusalem, and such prominent prelates as the Archbishop of London and the Archbishop of Dublin. Romero’s beatification would likely be concelebrated by the Prefect of the Congregation for the Causes of Saints, the Papal Nuncio (if not the Pope himself), and the Archbishop of San Salvador. They would likely be joined at the altar by all the archbishops of Central America, and hundreds of other high ranking clerics who would ring the crowd, as they would likely not fit at the altar.

Tuesday, May 23, 2006

UN HOMBRE DE LA IGLESIA Y DEL EVANGELIO

«Los especialistas del Vaticano han determinado recientemente que la actuación de Romero estuvo apegada a la doctrina sólida y tradicional de la iglesia católica. Los escritos y las homilías fueron analizados durante diez años por la Congregación para la Doctrina de la Fe.» Así lo reportó EL DIARIO DE HOY el 22 de marzo 2005, uno de los periódicos salvadoreños más conservadores, y uno que había criticado mucho al arzobispo en vida.

Según varias fuentes de la Iglesia, la comisión de teologos del Vaticano dictaminó despues de haber estudiado minuciosamente más de 3.000 páginas de escritos, sermones, discursos, archivos, documentos, cartas, editoriales, y demás papeles de Romero, que fue «un hombre de la Iglesia, del evangelio y de los pobres.» Como lo reportó el DIARIO DE HOY en aquel marzo del 25 aniversario del martirio de Mons. Romero, «las homilías del fallecido arzobispo, a quien algunos consideran un personaje emblemático de la historia contemporánea del país, fueron considerados incendiarios en su tiempo, sobre todo por los componentes de denuncia, que fueron rechazados por un sector y manipulados por otro.»

Sin embargo, la comisión de expertos consideró su prédica ortodoxa y apegada a la linea de la doctrina de la Iglesia. Todos los llamamientos que hizo Romero desde el púlpito están respaldados con enseñanzas análogas en la doctrina social de la Iglesia, empezando con el famoso sermón del 23 de marzo de 1980, que muchos consideran como el hecho que motivó el asesinato de Romero el día siguiente. En su homilía, Romero hizo un «llamamiento de manera especial a los hombres del Ejército -- que ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios.» Romero explicó su instrucción argumentando que, «Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla.» El siguiente día trás el asesinato, algunos oficiales militares comentaron que Romero había cometido «un crímen» por estar instando a los soldados a desobedecer las ordenes de sus superiores, o sea cometer la insubordinación. Sin embargo, quince años antes, el papa Juan XXIII había dictaminado en su encíclica PACEM IN TERRIS, de que «si los gobernantes promulgan una ley o dictan una disposición cualquiera contraria a ese orden espiritual y, por consiguiente, opuesta a la voluntad de Dios, en tal caso ni la ley promulgada ni la disposición dictada pueden obligar en conciencia al ciudadano, ya que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.» En este caso, la LEY DE DIOS que Romero citaba era el Quinto Mandamiento: «ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la Ley de Dios que dice: no matarás.»

Toda la prédica de Mons. Romero referente a la situación socio-económica que imperaba en El Salvador en su tiempo estaba apegada a las enseñanzas de la Iglesia. Estas han sido solemnizadas en el Catecismo de la Iglesia Católica, recopilado bajo la dirección del entonces Cardenal Joseph Ratzinger, el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que es ahora el papa Benedicto XVI. En varias instancias, las palabras de Romero eran fieles hasta en los más pequeños detalles. Por ejemplo, en el mismo sermón del 23 de marzo, Romero suplicó «en nombre de este sufrido pueblo cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos.» El Catecismo de la Iglesia dice que la injusticia social es uno de los «pecados que claman al cielo». Inciso 1867.

Este tema de la injusticia social como un pecado que prevalece en la realidad nacional había sido tocado tambien en la conferencia episcopal de los obispos latinoamericanos en Medellín, que culminó con un escrito en que los obispos del continente declaran que existe una «miseria que margina a grandes grupos humanos» y que «esa miseria, como hecho colectivo, es una injusticia que clama al cielo.» Documento Final de la Conferencia Episcopal de Medellín. Tanto la carta de los obispos, desde una conferencia cuyos estudios estaban autorizados por el Concilio Vaticano Segundo, y aprobados por el Papa Pablo VI, como la prédica de Romero, encajan con la doctrina social aprobada por la Congregación para la Doctrina de la Fe en el Catecismo de la Iglesia. Por ejemplo, Mons. Romero denunciaba la brecha entre los pobres y los ricos; un hecho criticado también por el Catecismo, incisos 2443-2445. De hecho, el Catecismo nos habla de «desigualdades escandalósas.» Inciso 1938. Mons. Romero decía que es pecaminoso estar dedicados al poder y las riquezas y querer excluir a otros de manera egoista. Lo mismo dice el Catecismo en su inciso 2445. Igual a Mons. Romero, la iglesia tambien apoya un sueldo digno y justo. Inci. 2428-2429, 2434. Tambien como Romero, la iglesia apoya los derechos de sindicalismo y organización popular, como tambien el derecho de estar en huelga. Inci. 2435.

Estos eran los dos extremos de la prédica de Mons. Romero: condenar atrocidades cometidas por el ejército, y denunciar la injusticia social que imperaba en el país. Ambos ramos de su proyecto pastoral estaban abastecidos en la doctrina cristiana de la Iglesia, y la Congregación para la Doctrina de la Fe pudo haber comprobado todo esto facilmente al comparar la prédica de Romero con la linea doctrinal del Catecismo y otros documentos eclesiales. Pero, la biblioteca privada de Mons. Romero tambien fue útil para evaluar desde donde se alimentaba espiritualmente. Resulta que un 60% del material de estudio de Romero consistía de literatura sobre la vida mística y sobre la santidad. Hay bastantes obras sobre la Devoción al Sagrado Corazón de Jesús entre los libros que conservaba en su casa durante el periodo en que era arzobispo (devoción que el Papa Benedicto exhortó a los Jesuitas renovar esta semana). Un 25% de los libros son obras de espiritualidad, de la doctrina, y de las enseñanzas de los papas. Algunas obras sobre la teología de la liberación obsequiadas al arzobispo por sus autores aún conservaban sus sellos plásticos y presentaban señas de poco uso, mientras que otros autores modernos pero ortodóxos le llamaban más la atención, por ejemplo el Cardenal Eduardo Pironio. Los expertos del Vaticano comprendieron que desde esta base doctrinal, la prédica de Mons. Romero chocaba con una realidad nacional pésima y opresiva, lo cual lo llevaba a denunciar la realidad desde la perspectiva profética y evangélica de la doctrina de la Iglesia.

Tuesday, May 16, 2006

GENERAL STATUS REPORT



In March 2005, Msgr. Rafael Urrutia, the Salvadoran Vice-Postulator of Archbishop Romero’s canonization cause characterized the degree of completion of the canonization drive by saying, “we have advanced 95 percent” of the trajectory required to have Archbishop Romero declared a saint of the Church. According to Church canon law, what is required is the completion of work in two phases of investigation. The first phase is completed in the home diocese of the would-be saint, and the second and final phase is conducted in the Vatican.

The Romero canonization cause was opened in 1994 after obtaining a “nihil obstat” certification – a green light from the Vatican. The work in San Salvador went on for a couple of years: witnesses were interviewed, files were compiled and sealed for submission to Rome. In 1996, the papers were turned in and, in 1997, the Vatican certified the file for content and form. In 1998, the Archdiocese of San Salvador submitted two important briefs: the Summarium, a general overview, and the Positio Super Martyrio, the document that laid out the cause for Romero’s martyrdom – the basis for his sainthood “application.”

Most analysts remarked that Romero’s cause got off to a swift start. Immediately, Pope John Paul II named Msgr. Vincenzo Paglia to replace Urrutia as postulator for the Roman phase of the cause. Paglia is an Italian media darling, who handled high profile diplomatic negotiations personally for John Paul, and adviced filmmaker Roberto Benigni on Catholic angles for his films. Within a few years of study, vocal opposition from four yet unnamed Latin American cardinals lead the Congregation for the Causes of Saints to route the Romero cause to the Congregation for the Doctrine of the Faith for an extraordinary theological audit. The doctrinal congregation was headed by then Cardinal Joseph Ratzinger, whose claim to fame included a supposed clampdown on Liberation Theology in Latin America.

The shrewd Msgr. Paglia pulled off a publicity coup, convening an “International Congress on the Figure of Archbishop Romero” in the Italian countryside that included such finnessed presentations as a demonstration that Oscar Romero’s private library revealed that Romero had never even opened liberation theology books he received as gifts, while volumes on traditional spirituality showed heavy wear. The Congress also covered many substantive areas, by gathering serious historians and political commentators to put Romero in the proper context, away from the fever and fury of Latin American politics. The re-examination of Romero within the highest circles of Church power seemed to pay off: in October 2004, the a commission of experts from the doctrinal department concluded that “Romero was not a revolutionary bishop, but a man of the Church, of the Gospel, and of the Poor.”

Apparently, those pesky Latin American cardinals were not convinced and the advancement of the cause in the Congregation for the Causes of Saints was still not proceeding normally by October 2005 as expected. By all accounts, as of the summer of 2005, the Church still had to confront the prickly question of whether Romero was a martyr killed in “odium fidei,” or in hatred of the faith (see previous post on this topic). Moreover, the new Pope, Benedict XVI – the former Cardinal Ratzinger – also voiced concerns that Romero’s memory would be manipulated for political ends, ostensibly by the international left, who claim Romero as their own and accuse the Church of having abandoned him. But, still, in football terms, the ball must have moved significantly towards the goal line, because in September 2005 (before the Latin cardinals’ additional concerns were registered), Msgr. Paglia boldly told a reporter that he was within a month of closing the deal.

To recap: there are only two things pending in the Vatican process (aside from some clarifications requested by the Latin American stalwarts): (1) the recognition of martyrdom and (2) the concern over politization. The first is a fairly straightforward doctrinal matter, that need not occupy the Church more than a month or two. Close calls on martyrdom are not new to the process: Edith Stein was declared a martyr, even though her Jewish past also figured into the motives of her Nazi killers; and Maximillian Kolbe was declared a martyr, even though he was never singled out for killing – he stepped forward voluntarily to take the place of another. The Edith Stein beatification also shows that the Church is not afraid to be decisive even when its findings might stir controversy. The real stumbling block in Oscar Romero’s path is the prudential consideration of when it might be a good time to beatify him, to minimize the danger of political manipulation. Canon law does not have any specific direction on how to gauge the right time, and such prudential matters are typically left to the local bishop.

In this case, San Salvador Archbishop Msgr. Fernando Saenz, long dogged by the local left who favor his deputy, Bishop Gregorio Rosa Chavez, and compare Saenz unfavorably to Romero, is likely to want to hold out for a long time to prevent the local left from dancing in the streets of San Salvador. This can have the surprising result that more than "95%" of the obligatory requirements having been satisfied, the cause could be stalled for months or years over a discretionary consideration.

Monday, May 15, 2006

«LA IGLESIA NO PUEDE SER COMUNISTA»
Por el Siervo de Dios, Monseñor Óscar Arnulfo Romero y Galdamez *

"Cuando doy pan a los pobres, me llaman santo. Cuando pregunto por qué los pobres no tienen pan, me llaman comunista."

-- Dom Hélder Cãmara


Es divertido, yo he recibido acusaciones de los dos extremos: de la extrema derecha, porque soy comunista; y de la extrema izquierda, porque ya me estoy haciendo de derecha, yo no estoy ni con la derecha ni con la izquierda, estoy tratando de ser fiel a la palabra que el Señor me manda predicar, al mensaje que no se puede alterar, al que a unos y a otros les dice lo bueno que hacen y las injusticias que cometen.

Nos hemos polarizado, nos hemos radicalizado en dos extremos y los que están en el extremo derecho, miran que todo lo de la izquierda es vituperable, es comunismo, es terrorismo, y hay que acabar con ello, hay que reprimirlo. Y no es cierto hermanos, hay muchas voces de justicia, de reivindicaciones necesarias, urgentes, y hay que oírlas. No todo reclamo de justicia social es comunismo ni es terrorismo. Tengamos oídos con esta ética de discernimiento del amor para saber oír en la voz del campesino que se muere de hambre, no un terrorista sino un hermano que está necesitando la voz, la ayuda del que le puede dar.

Los enemigos, los que tratan de que la Iglesia no hable, la desacreditan y dicen: predica violencia, predica política, comunismo, son las distorsiones del pecado. Pero quienes superando las fuerzas del mal oyen a la Iglesia auténtica, oirán siempre el eco de Isaías, el eco de Cristo, el eco de los profetas. Jamás hemos predicado violencia, solamente la violencia del amor, la que dejó a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros.

Esto no es comunismo, esto es justicia cristiana, y señalar las raíces de la violencia no es sembrar violencia sino señalar las fuentes de la violencia y exigir a quienes pueden cambiar, que cambien, que se vea un paso positivo hacia una construcción de verdadera patria, de verdadero bien común. Sólo reprimir con sólo operativos militares no logramos nada más que sembrar más violencia.

Esto no es comunismo, es palabra de Puebla, es palabra de los Papas, es palabra que Juan Pablo dijo en Santo Domingo, y en Oaxaca, y en Monterrey, y en Guadalajara: Que un deber de la Iglesia actual es servir al hombre en sus derechos. Y entendemos por derechos, dijo en Santo Domingo: campesino que deben tener tierra; obreros a los que se les debe respetar su derecho de organización y se les debe de pagar salarios justos.

Tomemos en cuenta, hermanos, que a Cristo por encarnar una palabra de Dios en un pueblo politizado lo llamaron político, subversivo, anda subvirtiendo el orden desde Galilea hasta Jerusalén. ¡Qué parecidos los tiempos de Cristo a los tiempos de San Salvador de 1979! Había muchas corrientes políticas, había grupos políticos populares; había también fuerzas armadas de la liberación; ahí están los zelotas, ahí está algún apóstol que también vino de la organización a formar parte del equipo de Cristo. Los tiempos son parecidos. En ese tiempo tan politizado, de un pueblo oprimido por el Imperio Romano, donde hay visiones de hombre nada más, Cristo tiene que predicar un reino de Dios.

El Mesías que esperaban muchos con un aire de triunfalismo y que se desilusionaban cuando como los discípulos de Emaús iban para sus casas "porque ya hace tres días que lo mataron y -ya ven- acabaron con Él". Nosotros esperábamos una liberación política. Por eso Cristo los comienza a reprender: "¡Oh! insensatos y tardos de corazón ¿ es qué no era necesario que Cristo padeciera todo eso y así entrara en su reino?" Esta es la condición de Cristo. Por eso, hermanos, les digo: la Iglesia no se puede confundir con otros movimientos liberadores ni con el Bloque Popular Revolucionario ni con Partido Comunista ni con nada de esta tierra. Todo lo que en este sentido se diga, es vil calumnia. La Iglesia es este Cristo que dice: Era necesario padecer, no hay liberación sin cruz, no hay liberadores auténticos sin esperanza de otra vida. Hay que trabajar por una tierra más justa sí, pero no esperando aquí un paraíso. El Mesías nos habla de una liberación comprada con sangre y dolor.

La libertad que debemos ansiar los cristianos no puede prescindir de Cristo. Sólo Cristo es el liberador, porque la libertad arranca del pecado: arrancar de, quitar el pecado, independizar del pecado. Por eso la Iglesia, espiritualista por esencia, esencialmente religiosa, tiene que predicar ante todo esta penitencia, esta conversión. Si un hombre no se convierte de su pecado, no puede ser libre él ni hacer libres a los demás. Por eso la Iglesia reafirma su liberación. No es comunista. Que quede bien claro, porque ya me han acusado que soy un comunista. La Iglesia nunca predica el comunismo, porque la Iglesia si quiere liberar a los hombres es arrancado de Cristo; y es lo que siempre hemos predicado: Que la libertad que la Iglesia propicia es ante todo la libertad en la justificación, en el arrepentimiento del pecado, en desprenderse de los egoísmos, en dejar todo aquello de donde derivan, sí, las otras consecuencias del pecado.

La Iglesia se asoma a la fuente purísima que es María Inmaculada, y desde esa alma bendita, sin pecado, llena de gracia, recuerda que su misión es arrancar el pecado del mundo y llenar a los hombres de la gracia, se llena de consuelo y de fortaleza. Yo les digo a los queridos sacerdotes, a las queridas religiosas, a los celebradores de la palabra, a los catequistas: mucho ánimo, adelante en nuestra gran tarea de limpiar del pecado al mundo y de llenarlo de la gracia de Dios. No hay tarea semejante a la nuestra. Y les digo también a los que mal entienden esta misión de la Iglesia, a los que nos espían pensando que andamos haciendo subversión y comunismo, a los que nos persiguen y calumnian, fíjense bien en lo que persiguen, fíjense bien que es Cristo que continúa predicando la redención de los hombres, no le estorben, déjenla, que es para el mismo bien de ustedes, gobernantes; que es para el mismo bien de ustedes, poderosos, que haya cristianos promovidos, d esde la gente de la gracia para arrancar todo el pecado. Habrá mas honradez, no habrá terror, no habrá crímenes, no habrá vicios, cuando se oiga el verdadero mensaje de la Iglesia que trabaja por el verdadero bien y la verdadera grandeza de la patria.

Así lo dijeron los obispos autorizados por el Papa reunidos en Medellín: en América Latina hay una situación de pecado, hay una injusticia que se hace casi ambiente y es necesario que los cristianos trabajen por transformar esta situación de pecado. El cristiano no debe tolerar que el enemigo de Dios, el pecado, reine en el mundo. El cristiano tiene que trabajar para que el pecado sea marginado y el Reino de Dios se implante. Luchar por esto no es comunismo. Luchar por esto no es meterse en política. Es simplemente el evangelio que le reclama al hombre, al cristiano de hoy más compromiso con la historia.

Una liberación que pone en el corazón del hombre la esperanza: La esperanza de un paraíso que no se da en esta tierra. De allí que la Iglesia no puede ser comunista. La Iglesia no puede buscar solamente liberaciones de carácter temporal. La Iglesia no quiere hacer libre al pobre haciéndolo que tenga, sino haciéndolo que sea. Que sea más, que se promueva. A la Iglesia poco le interesa el tener más o el tener menos. Lo que interesa es que el que tiene o no tiene, se promueva y sea verdaderamente un hombre, un hijo de Dios. Que valga, no por lo que tiene, sino por lo que es. Esta es la dignidad humana que la Iglesia predica.

El pueblo de El Salvador no quiere marxismo ni comunismo; y cualquier persona que dice que el pueblo salvadoreño, el clero salvadoreño, está invitando al comunismo aquí, esas personas están insultando la inteligencia de todo salvadoreño. El pueblo salvadoreño quisiera tener sus derechos humanos como son proclamados por el Evangelio y en las leyes internacionales en todos los países.

Téngalo muy en cuenta para que no digan, pues, que aquí predicamos el comunismo, la lucha de clases; si no que estamos predicando la renovación del hombre, la trascendencia de Dios, el amor que nos viene de allá arriba, aunque nos cueste.

La Iglesia no puede ser cómplice de ninguna ideología que trate de crear, ya en esta tierra, el reino donde los hombres sean completamente felices. De allí que la Iglesia no puede ser comunista. La Iglesia tampoco puede ser capitalista, porque el capitalismo también está con la mirada miope sólo viendo la felicidad, su pasión, su cielo, en sus tierras, en sus palacios, en su dinero, en sus cosas de la tierra. Están instalados. Y esta instalación no pega con la Iglesia. La Iglesia es escatológica. Y es aquí donde la Iglesia se vuelve a los pobres para decirles: ustedes son los más capacitados para comprender esta esperanza y esta escatología.

Un cristiano no puede aceptar el materialismo ateo, la dialéctica de la violencia ni concebir una libertad individual dentro de una colectividad como el marxismo la concibe ni negar la trascendencia del hombre y de la historia personal y colectiva.

El comunismo es una forma de oposición directa a Cristo, un rechazo abierto al evangelio, una negación de la verdad de Dios sobre el hombre y sobre el mundo que el Evangelio proclama. Esta negación asume a veces carácter de brutalidad. Pero se pregunta a veces uno: ¿dónde será más brutal la oposición? He sabido que existen todavía países en los que están cerradas las Iglesias de cualquier confesión, en los que el sacerdote es condenado a muerte por administrar el bautismo.
El Cardenal Wojtyla recuerda los tiempos de las catacumbas y de los circos de los mártires; y recuerda también -él que lo ha vivido en carne propia- las cárceles del marxismo y a nosotros también nos toca vivir aquí las cárceles y las torturas de un sistema capitalista. Lo que importa es que en uno o en cualquier sistema, la fe en Cristo sea la antorcha que le dé serenidad, valor, esperanza, a esta vida. Cómo se ha perseguido a la Iglesia confundiendo su mensaje con el mensaje de la subversión, de algo que estorba en el país. La Iglesia predica esta liberación en Cristo Jesús. La Iglesia promueve la dignidad del campesino, la dignidad del obrero. Promueve la dignidad del hombre humillado en esta situación en que se vive en el país, como si alguien no fuera hombre. Si es que hay vidas entre nuestros hermanos verdaderamente infrahumanas. Y la Iglesia predica la liberación de esa gente, precisamente a partir de desterrar el pecado, de denunciar la injusticia, el abuso, el atropello y decirles a todos los hombres que somos hijos de Dios, que hemos sido bautizados por Cristo.

También aquí el comunismo nos acusó falsamente cuando nos dijo que nosotros predicábamos el opio del pueblo y que predicando a los hombres un reino del más allá, le quitamos la garra para luchar en esta tierra. ¿Quién sabe quién pone más garra a los hombres, si el comunismo o la Iglesia? La Iglesia, porque al predicar una esperanza del cielo, la está diciendo al hombre que ese cielo hay que ganárselo, y que es en la medida en que trabaje aquí y cumpla bien sus deberes como será premiado -su vida- por la eternidad. Y que a un hombre que ha cumplido mejor sus deberes de la tierra, le tocará una escatología, un cielo más amplio, más rico. Nadie tan ambicioso como los santo y los cristianos, porque ambicionan no un reino de esa tierra, donde los hombres se mueren, sino un reino de la eternidad, donde los hombres vivirán para siempre la alegría de haber colaborado en anticipar, ya en este mundo, el Reino de Dios.

Una esperanza en el corazón del hombre que le dice: Cuando termine tu vida, tendrás participación en el reino de los cielos. Aquí no esperes un paraíso perfecto, pero existirá en la medida en que tú trabajes en esta tierra por un mundo más justo, en que trates de ser más hermano de tus hermanos; así será también tu premio en la eternidad, pero en esta tierra no existe ese paraíso. Aquí la diferencia es entre el comunismo, que no cree en ese cielo ni en ese Dios, y la Iglesia, que promueve con una esperanza de ese cielo y de ese Dios.

Cuando la Iglesia predica hoy contra la injusticia, contra el abuso del poder, contra los atropellos, les está diciendo: conviértanse, hagan a tiempo penitencia, conviértanse en trigo, que Dios los está esperando. Hagan comunidades de amor, hagan comunidades de Iglesia. La Iglesia no es comunista ni es subversiva. La Iglesia es el reino de Dios que medita la Palabra de Dios, que acoge en el corazón esa palabra que nos trae la vida divina, la gracia, los sacramentos y nos hace sentir la belleza de ser jardines en vez de ser desiertos.

Cuando se habla del peligro comunista, que francamente no lo podemos descuidar ante la situación de Nicaragua, yo quisiera recordarles también, queridos hermanos que ciertamente no somos marxistas, somos antimarxistas por principio de evangelio; pero queremos recordar también, que la verdadera lucha contra el marxismo consiste en eliminar las causas que engendran el marxismo. En cambiar el medio de cultivo en que éste se desarrolla, en ofrecer una alternativa que lo sustituya. Es fácil clamar contra el marxismo y señalar marxismo en todas partes; y ciertamente el peligro de Nicaragua es grande, pero yo digo también hermanos, estos Iodos son de aquellos polvos y a tiempo estamos tal vez de poner la medicina en la raíz: Una sociedad más justa que no sea ambiente propicio para el marxismo es el mejor anti-marxismo.

* Fragmentos redactados de sus homilías: 18 de febrero, 19 y 26 de junio, 16 de julio, 21 de agosto de 1977, 27 de noviembre, y 5 y 8 de diciembre de 1977; 8 de enero; 5 de marzo; 2 y 16 de abril; 10 y 24 de septiembre; y 1 y 29 de octubre de 1978; y 12 de abril, 3 de junio, y 16 de septiembre de 1979.

Thursday, May 11, 2006

ODIUM FIDEI


For twenty six years, a burning question in the wake of Oscar Romero’s assassination on March 24, 1980 has been whether he is a Christian martyr, killed in “hatred of the faith” (odium fidei in Latin, a key question in canonization law). In some conservative sectors, Romero’s death is a product of politics more than of anti-religious motivation. Undeniably, politics had something to do with it. But, as Pope Benedict XVI recently observed, “the strategies on the part of [persecutors] now seldom explicitly show their aversion to the Christian faith or to a form of conduct connected with the Christian virtues, but simulate different reasons, for example, of a political or social nature.” However, as far as the Church is concerned said the Pope, “the motive that impels them to martyrdom remains unchanged, since Christ is their source and their model.” (Letter to the Plenary Session of the Congregation for the Causes of Saints, April 24, 2006.)

The Pope’s recognition of what he called the changing “cultural contexts of martyrdom” does not, however, undo the fundamental requirement that hatred of the faith be established “in a morally certain way,” as the Pontiff put it, as a prerequisite to beatification and canonization of a supposed martyr. But, how can we establish that Archbishop Romero, who was murdered in the prelude to a Civil War between a right-wing military dictatorship and a leftist insurgency, in a 90 percent plus Catholic country, was killed for “hatred of the faith”? To add to the complication, how can Romero be killed for “hatred of the faith,” if the group he was perceived to be aligned with (the rebels) are presumably atheist Marxists, and the group believed to have ordered the murder (the government) are a traditional Latin American oligarchy – descendants of the elites who brought Catholicism to the continent? What if, in a perverse sort of way, Romero’s killers were acting in defense of the faith! -- against what they perceived to be a heretical usurpation of the faith by an infidel bishop?

The Vatican, which has experts, theologians and historians who examine candidates for the sainthood, has clearly thought of all these questions. That is probably why in the year 2000, two years after the final reports from the postulator of the Romero sainthood cause were received, the Vatican detoured the Romero files to the Congregation for the Doctrine of the Faith, where an extraordinary theological audit was made of all Romero’s writings, sermons, and speeches, to insure his doctrinal orthodoxy. This at least reassured the Church that they weren’t dealing with a rebel bishop. This told the church that Romero was, as the commission concluded, “a man of the Church, of the Gospel, and of the Poor.” But it didn’t tell the Vatican much about Romero’s killers or the reasons that motivated them. In fact, the exact identities of Romero’s killers remain unknown, as the case was never prosecuted or even investigated by a Salvadoran establishment that was glad to see its most effective critic silenced once and for all.

As Pope Benedict told the Plenary Session, odium fidei can be ascertained “directly or indirectly,” so the motives of Romero’s killers – and their hatred of the faith – can be discerned from circumstantial evidence surrounding the crime. Relying on (1) the triggering event of the assassination; (2) the prevalent themes of Romero’s preaching; (3) the grandness of the crime (4) the other circumstances of the crime; (5) the background of Church hatred at the time, generally; (6) the background of high profile Church murders, specifically; and (7) the background of death threats against Romero himself, the Church can easily conclude that Archbishop Romero was killed because his persecutors hated the Christian faith and wished to snuff out the voice that was broadcasting a profoundly Christian, and therefore inconvenient, message.

It is generally believed that Romero was killed on Monday March 24 because the previous day, Sunday, March 23, he had given a sermon in which he said that Salvadoran soldiers should disobey their superiors if the higher-ups ordered the soldiers to kill peasant civilians. The rightwing spin is that Romero had called for insubordination, an act tantamount to treason, and that therefore the reason to kill him was “tactical” or political. Romero said, “No soldier is obligated to obey an order against the law of God: No one has to fulfill an immoral law.” Fifteen years earlier, John XXIII had said: “laws and decrees passed in contravention of the moral order, and hence of the divine will, can have no binding force in conscience, since it is right to obey God rather than men.” (Pacem in Terris, 1965.) Therefore, the very narrow trigger that set off Romero’s killers was a Christian message enveloped in the Papal imprimatur, and therefore hatred of this message was a form of hatred of the faith. But, as the Vatican’s theological audit concluded, the rest of Romero’s preaching was also faithful to the Church’s doctrine, so whatever it was that Romero’s killers hated in his message was Christian in nature: hatred of it was tantamount to hatred of the faith.

Moreover, the murder of the archbishop was staged to be an extravagant crime – and it was. Romero was killed at the altar while saying mass. This would be the first time in 800 years, and only the second time in Western history that an archbishop’s enemies would fell him at the altar. It was spectacularly clear that Romero was being killed as a result of his message, which had been delivered at the altar the day before, and so he was killed at the altar on the following day. The link between the cause and effect could not be more clear. Moreover, the other circumstances of the crime showed great disdain for the holiness of the setting. The man who shot Romero did not simply shoot at a government critic: he shot a man of peace, he shot at the metropolitan archbishop, he shot at a priest saying mass, he fired into a church, he fired at the altar, and he fired at the Eucharistic offering – all, with one shot. The harsh vulgarity of these circumstances rises beyond mere sacrilege to disdain and hatred of the faith and its symbols: odium fidei.

The profanation of Oscar Romero’s altar was not the first time that Church symbols had been disrespected by the military dictators of El Salvador. Communion wafers were riddled with bullets at Aguilares after the murder of Fr. Rutilio Grande in 1977. Convents had been sacked. The Church radio station was rigged with dynamite. Catholic educational institutions and Christian religious institutions were constantly harassed. Flyers were distributed that declared, “Be a patriot, kill a priest.” Of course, that, too, happened. The Jesuit University of Central America names two bishops, sixteen priests, one seminarian, three nuns, and at least twenty-seven lay workers who were assassinated during the Salvadoran conflict. By the time Romero was murdered, six other priests had already been killed and their murders were perceived by the Church as a symbol of persecution, which Romero lauded as proof of his Church’s commitment to the Gospel, and Romero’s murderers knew this. Their actions in light of this knowledge were certainly tinged with odium.

Finally, the Church’s persecutors had already sent various death threats to Archbishop Romero before his actual assassination. His unwillingness to shut up and willingness to die, of course, speaks highly of his courage and conviction. But the fact of the recurring threats presents another quid pro quo instance of correspondence between Romero’s Christian action and his killer’s anti-Christian hate. The nexus between the two facts is only exceeded by the linkage associated with the first martyrs, who were taken to the arena and asked to renounce their Christian faith. When they refused to do so, they were brutally killed. Here, death threats were used to intimidate Romero into silence. He kept preaching. Possessed by disdain for his spiritual fortitude, they did the only thing an oppressor knows how to do.

In so doing, they were motivated by hatred of the faith.

Wednesday, May 10, 2006

NOTICIAS

Dos desenlaces en las últimas semanas pudieran impactar el progreso de la causa de canonización de Monseñor Romero. El primero es el nombramiento del Cardenal William Joseph Levada, prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe a la Congregación de las Causas de los Santos, donde la causa de Mons. Romero espera ser autorizada. La segunda novedad ha sido la declaración del Papa Benedicto XVI ante la sesión plenaria de la Congregación de Santos pidiendo la adherencia estricta a los requisitos para canonizar los santos.

Entre un cardenal y un papa, el papa siempre gana, y por eso empezamos nuestro análisis con la carta de Benedicto a Mons. José Saraiva Martins, el prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, quien fue el que efectivamente frenó el acelero de la causa de Romero el año pasado cuando Saraiva le dijo a 30 GIORNIO "no me resultan esas predicciones optimistas de Mons. Vincenzo Paglia, el postulador de la causa." El papa Benedicto en su carta a la sesión plenaria instó a los cardenales a ser estrictos en exijir que se cumplan con los requisitos tradicionales de la santidad. Dijo el papa que debe haber una verdadera y comprobada "fama de santo" aún antes que se inicie una causa. Esto no lo afecta a Mons. Romero por que su proceso diocesano ya ha sido aprobado por el Vaticano años atrás. El papa dijo que los milagros deben ser físicos y no solamente morales, que posiblemente afecte a la causa de Romero, aunque hay consideraciones más urgentes aún.

Lo más interesante que dijo el papa en su carta fue con respecto al martirio, que es la base en que se promueve a Mons. Romero para la santidad. El papa dijo cosas muy positivas, y algunas que puedan ocasionar alguna pauta en la Congregación. Del lado plus, el papa hizo un comentario muy interesante, destacando que “han cambiado los contextos culturales del martirio y las estrategias ‘ex parte persecutoris’,” o sea los métodos de persecución por parte de los asesinos de nuestros tiempos. Dijo el papa que el persecutor de hoy “trata de manifestar de modo menos explícito su aversión a la fe cristiana o a un comportamiento relacionado con las virtudes cristianas," y "simula diferentes razones, por ejemplo, de naturaleza política o social.” Es un punto clave para los seguidores de Mons. Romero, que siempre hemos dicho que detrás del pretexto de que Monseñor fue asesinado por motivos políticos está escondida la víl y sobre-pésima verdad: que no les gustó su prédica cristiana y su contundente denuncia evangélica, y por eso lo mandaron a matar. En este sentido, el papa dejó muy claro que “el motivo que impulsa al martirio sigue siendo el mismo y tiene en Cristo su fuente y modelo.”

Pero, Su Santidad no se quedó allí, sino que paso a decir que, no obstante, “también es necesario que aflore directa o indirectamente, aunque siempre de modo moralmente cierto, el ‘odium fidei’ del perseguidor.” ODIUM FIDEI significa “odio de la fe,” y el papa nos dice que se tiene que comprobar como punto positivio que el autor del asesinato fue motivado por razones anti-religiosas. O sea que hay un minimum de prueba que tiene que surgir, y esto es lo que más ha costado con el caso Romero, ya que ni siquiera se sabe con certeza quien fue el que haló el gatillo. Es difícil comprobar la motivacion “de modo moralmente cierto” si ni se sabe quién fue el que lo mató. Algunos días antes, el Cardenal Saraiva, el recipiente de la carta, hizo un comentario que el asunto de que si Romero “fue matado por motivos religiosos o políticos es un proceso delicado” para la Iglesia. Lo que sí dijo el papa en esta conjución que suena positivo es que se puede probar “directa o indirectamente,” o sea de manera circunstancial.

El otro acontecimiento de importancia es el nombramiento del cardenal norteamericano William Joseph Levada al dicasterio de la Congregación de Santos. Estará ahora entre los cuatro cardenales que valoran los casos pendientes en la Congregación. Otros funcionarios destacados de la Congregación incluyen el arzobispo Edward Nowak (poláco), y Mons. Michele Di Ruberto. La Congregación cuenta con un equipo de 23 personas y tiene 34 miembros -Cardenales, Arzobispos y Obispos-, 1 Promotor de la fe (Prelado Teólogo), 5 Relatores y 83 Consultores. Con respecto a la Causa de Mons. Romero, el postulador es el obispo italiano Mons. Vincenzo Paglia, un prelado de alto perfíl. El vice postulador es Mons. Mariano Imperatto, el párraco de Nápoles. El relator de la causa es el sacerdote francés Daniel Olf.

Hasta el momento, no se sabe que efecto tendrá la entrada del nuevamente nombrado cardenal Levada a la situación. Un punto muy alentador sería el hecho de que Levada haiga sido elevado al colegio cardinalicio precisamente el 24 de marzo de este año, en el aniversario del martirio de Mons. Romero. El mismo papa Benedicto destacó (sin mencionar a Mons. Romero) el significado martirial de la fecha ya que ese día se conmemoran los Misioneros Mártires (fecha escogida por ser el aniversario de Mons. Romero). Despues de eso, se sabe que Levada fue el ayudante de Benedicto cuando fuese Cardenal Joseph Ratzinger en la Congregación de la Doctrina de la Fe que ahora encabeza. Esa misma Congregación dio luz verde a la causa de Romero el año pasado, mediante un reporte que Levada seguramente conoce. Finalmente, Levada procede de la diócesis de San Francisco, California, una comunidad con muchos salvadoreños que seguramente aprecia la importancia de Mons. Romero entre el catolicismo latinoamericano. Fue en el norte de California donde un tribunal estadounidense sentenció el único juicio en el caso Romero llamandole un golpe contra la humanidad. Desde todas esas perspectivas, el nombramiento de Levada a la Congregación es un paso positivo, sin embargo hay que reconocer que no existe ninguna declaración de Levada con respecto a Romero y por eso todas estas pista solo nos llevan a conjecturar.

Tuesday, May 09, 2006

CRONOLOGÍA DE LA CAUSA DE BEATIFICACIÓN

24 de Marzo de 1993 -- Solicitud de Introducción de La Causa de Canonización de Mons. Oscar A. Romero Galdámez al Excelentísimo Señor Arzobispo Metropolitano Mons. Arturo Rivera y Damas (de Grata Recordación)

22 de septiembre de 1993 -- otorgado el "Nihil Obstat" para proceder con la causa.

12 de mayo de 1994 -- Mons. Rivera y Damas instaló el Tribunal Eclesiástico que instruiría el Proceso Informativo sobre la vida, martirio y fama de martirio del Siervo de Dios, Mons. Oscar A. Romero

1º de noviembre de 1996 -- clausura del Proceso Diocesano en el cual se presentó y selló todo el material que se envió a la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos; nombramiento como Postulador a Mons. Vincenzo Paglia

4 de julio de 1997 -- se acepta la Causa como válida por el Vaticano

1998 -- se finalizan el Summarium y la Positio Super Martyrio

2000 -- la Causa es desviada a la Sagrada Congregación parala Doctrina de la Fe

2001 -- Una comisión de expertos de la Sagrada Congregación parala Doctrina de la Fe concluye que «Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres»

Marzo 2005 -- varios sectores de la Iglesia, inclusive los Jesuitas, piden la canonización de Mons. Romero; el Postulador anuncia que hay posibilidades de que ocurra dentro de 6 meses; el cuerpo del Siervo de Dios es posicionado en una cripta adecuada para un santo

2 de abril de 2005 -- la Iglesia celebra el recuerdo de Mons. Romero y llora la muerte de Juan Pablo II

18 de junio de 2005 -- el Papa Benedicto XVI se encuentra con el presidente de El Salvador y platica la canonización de Mons. Romero; luego el presidente se reune con el nuncio del papa en septiembre y tocan el tema

29 de julio de 2005 -- un noticiero católico recalca desarrollos positivos en la causa y destaca aceptación oficial del Vaticano por el arzobispo mártir

17 de septiembre de 2005 -- el Postulador de la Causa de Mons. Romero promete "buenas noticias" dentro de un mes a la prensa

27 de octubre de 2005 -- Mons. Jose Saraiva Martins, prefecto de la Sagrada Congregación parala Doctrina de la Fe dice que la expectativa optimista del Postulador de la Causa Romero «no me resulta»

4 de noviembre del 2005 -- una revista oficial del Vaticano dice que faltan "años" para finalizar la canonización de Mons. Romero

25 de marzo del 2006 -- Mons. Fernando Sáenz Lacalle admite que la causa ahora camina a "paso lento"

9 de abril del 2006 -- el Cardenal Saraiva dice que hace falta esclarecer si Mons. Romero fue matado por motivos religiosos o políticos, y que el tema es delicado