Sunday, October 03, 2010

EL NIÑO DE LA FLAUTA
Nació “el hijo de Santos” (Santos Romero y Guadalupe Galdámez, sus padres), Óscar Arnulfo Romero y Galdámez, el 15 de agosto de 1,917 en la fiesta de la Asunción de la Virgen María, que es también el Día de San Arnulfo (y por ende, su segundo nombre…). Desde su niñez, el pequeño Óscar se testacó por una religiosidad excepcional, que llamó la atención de autoridades civiles y eclesiales que lo encontraron en su esquina aislada del montañoso terreno fronterizo del oriente de El Salvador, y lo escogieron para enviarlo a estudiar en Roma durante los años conflictivos de la II Guerra Mundial.

¿Qué vieron en el niño Óscar los lideres comunitarios y hombres de la Iglesia que decidieron sacarlo de Ciudad Barrios para orientarlo hacia la formación sacerdotal? La introducción a la fe por parte de la familia Romero-Galdámez no fue algo excepcional. “La escasa evidencia de sus primeros años,” escribe un estudioso, “no demuestra influencias familiares sobre la espiritualidad de Romero más allá de los hechos de que sus padres lo bautizaron 22 meses después de su nacer, y que él recordaba a su padre enseñándole sus primeras oraciones”. (James R. BROCKMAN, The Spiritual Journey of Oscar Romero [La jornada espiritual de Óscar Romero], SPIRITUALITY TODAY, invierno de 1990, Vol.42 No. 4, págs. 303-322, en inglés.) El pequeño Óscar fue bautizado, el 11 de mayo de 1919, por el P. Cecilio Morales en la iglesia parroquial de Ciudad Barrios. “Éramos una familia modesta”, recuerda Gaspar Romero, hermano menor de Monseñor. “Mi padre era Santos Romero, telegrafista originario de Jocoro, Morazán; y mi madre Guadalupe de Jesús Galdámez, de Ciudad Barrios, allí se conocieron, se casaron y vinieron después siete hijos.” (Gloria Silvia Orellana, «Monseñor Romero me enseñó a perdonar», DIARIO CO LATINO, 24 de Marzo de 2010.)

Si la familia no le impartió gran entrenamiento espiritual al joven Romero, éste sí esmeró a sus familiares en la fe. Tiberio Arnoldo Romero, otro hermano de Monseñor, recuerda que Óscar le enseño a rezar tres Ave Marias por la mañana, y tres por la tarde, para tener una vida feliz. El hermano de Romero asegura que fue un buen consejo, ya que ahora cuenta con más de ochenta años de vida, durante los cuales ha sido un gran devoto de la Virgen de la Paz, Patrona de San Miguel, la tierra natal de la familia Romero. (Ellie Hidalgo, To be Msgr. Romero's brother: 'It is a gift from God' [Ser hermano de Mons. Romero, ‘es un regalo de Dios’], THE TIDINGS, 20 de agosto del 2004, en inglés.) Gaspar Romero recuerda que el pequeño Óscar era muy “dedicado a la religión” y que “iba a la iglesia exageradamente”, aun desde su niñez, “sólo en la iglesia pasaba”. (Entrevista con Santos Gaspar Romero, hermano de Monseñor, CARTA A LAS IGLESIAS Año XVIII, Nº409, 1-15 de septiembre, 1998.) El niño Óscar recibía instrucciones de una maestra particular llamada Anita Iglesias y luego escogía la parroquia como su destino para ayudar a barrer, trapear o en otras diligencias del párroco. El alcalde le avisó al obispo de San Miguel: “Mire aquí hay un cipote que es una maravilla, deberían de llevárselo al seminario”. (Gaspar Romero, citado por Orellana, supra.).

La escuelita de Ciudad Barrios solamente suministraba la educación hasta tercer grado en ese tiempo. Después de terminar ese grado, el pequeño Óscar tuvo una profesora que lo instruyó personalmente. (Id.) El niño también ayudaba a su padre, que era el telegrafista de Ciudad Barrios, a repartir los telegramas, “no sin antes entrar a la iglesia del pueblo a hacer una oración”. (Sonia Escobar, Monseñor Romero: un Obispo comprometido con los pobres, DIARIO CO LATINO, 24 de Marzo de 2010.) Empezó a colaborar económicamente con su familia desde niño. A la edad de 12 años empezó a trabajar como aprendiz en una carpintería. (Vida de Monseñor Romero, Corporación Renacer Eclesial de El Salvador.)

Sin embargo, todos reconocían que el joven Óscar Romero estaba destinado para algo superior. Su profesora particular les indicó que Romero demostraba gran conocimiento en temas de matemáticas: “los profesores decían que debían mandarlo a otra escuela”, recuerda don Gaspar Romero. (Orellana, supra.) Durante una ordenación sacerdotal a la que asistió, Oscar habló con el padre que acompañaba al recién ordenado y le manifestó sus grandes deseos de ser sacerdote. (Renacer.) A los trece años Óscar Romero ingresó al seminario menor de San Miguel, donde fue conocido como “el niño de la flauta”, por su destreza con la flauta de bambú que le obsequió su padre, don Santos. (La voz de los sin voz se sigue oyendo en El Salvador, UNIVISIÓN, 24 de Marzo de 2010.) Romero sobresalió entre los demás alumnos del seminario, lo que lo llevó al Seminario Mayor San José de la Montaña, en San Salvador, y posteriormente al Colegio Pío Latinoamericano en Roma, para recibir su orden sacerdotal. (Orellana, supra.)

Quizá esa flauta debe ser emblemática de aquello especial que el pequeño Oscar recibió de su padre, que significó algo más allá de lo práctico y esencial para una familia de recursos modestos, sin agua ni electricidad en su casa, en la cual a los niños les tocaba dormir en el piso. (Archbishop Oscar Romero – Biography, University of Notre Dame, en inglés.) Esa flauta puede ser un símbolo de aquel don que destacaba a este niño de todos sus compañeros. Finalmente, con su flauta, el niño Óscar nos señala su destino de liderazgo. Nos llama la atención.

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