Wednesday, October 05, 2011

UNA HERRAMIENTA NUEVA


Desde ya advertimos que el “Homiliarium” que presentaremos el 18 de octubre y el 20 de noviembre no será una maravilla tecnológica como los “apps” creados por Steve Jobs, pero sí brindará una herramienta para navegar más cómodamente una densa información en nuestra era cibernética. La imagen en la parte superior presenta una idea del formato que tendrá la tabla al relacionar la fecha litúrgica (1° domingo de Adviento, 2° domingo de Adviento, etc.) con el ciclo correspondiente del leccionario (A, B, C). Para cada fecha (por ejemplo, 11/27/1977) habrá enlaces al texto de la homilía de Mons. Romero (en este caso, para el 1° domingo de Adviento en el Ciclo A del leccionario litúrgico) en español, en inglés, al audio original, y a sitios con los textos bíblicos para ese día, en español y en inglés.

Ofrecer estos elementos no será en si un gran aporte: todos estos elementos ya están en línea en otros sitios web. De hecho, el “Homiliarium” no hará más que enviar a las personas que pulsen sobre sus enlaces a aquellos sitios que ya ofrecen ese contenido: Servicios Koinonia para los textos de las homilías en español; la británica Romero Trust para los textos de las homilías en inglés, y los audios también; Easterbrooks Catholic Calendar para las lecturas correspondientes en inglés, etc. (De hecho, Servicios Koinonia ya tiene un Calendario Litúrgico que incorpora homilías de Mons. Romero a su agenda de lecturas.) La diferencia será que el “Homiliarium” presentará la información completa en su solo lugar, integrando textos, audios, y lecturas en dos idiomas—y tal vez en un futuro, otras lenguas también—en una sola tabla universal.

Este esquema cuadra con la filosofía de este blog de ser una antesala para otros sitios que ofrecen materia prima, fuentes oficiales y sitios autorizados. Este blog no pretende ser más que un pobre intérprete de la información que esos otros sitios más fidedignos pueden aportar. Esperamos agregar esta nueva herramienta a las otras herramientas que ya hemos desarrollado para llevar adelante nuestra pretensión. Estas otras herramientas incluyen el sistema de farolitos de color para indicar el progreso de la causa de beatificación; nuestro balance anual del progreso de la causa; nuestro análisis de las siete últimas homilías; nuestro análisis ocasional de los “grandes sermones” de Mons. Romero; nuestra evaluación anual de las 10 noticias sobresalientes; el índice del blog, etc.

Pero aún así, nos atrevemos a atribuir alguna ligera importancia a esta iniciativa. Como preguntaba Mons. Ricardo Urioste, ¿en qué otro caso más que el de Mons. Romero se puede concebir que “la gente esté estudiando las homilías de un obispo que ha estado muerto 25 años?” (Robert McClory, Romero llamado un ‘profeta de la esperanza, NATIONAL CATHOLIC REPORTER, 15 de abril del 2005.) Con esta nueva herramienta, la gente no solo podrá estudiar las homilías de Mons. Romero, sino también compararlas con las homilías de sus pastores cada domingo, y estos podrán consultar las homilías de Mons. Romero sobre cada lectura bíblica que les toque comentar, de antemano, como también los fieles podrán comparar lo que Romero predica en tres ciclos diferentes de la liturgia—y todo esto desde una sola tabla que contendrá tres años de predicación accesibles en un solo vistazo.

Nos sentimos muy conformes con nuestro proyecto e invitamos todos sus comentarios y sugerencias para mejorar el diseño y alcance del mismo mientras preparamos las tablas correspondientes.
COMING ATTRACTIONS


In the next couple of months, this blog will publish a new tool for studying Archbishop Romero that will collate and correlate already-existing online sources in one review tool to allow a new way of looking at Archbishop Romero’s sermons. We are calling the new index a “Homiliarium” and it will be in essence a table that indexes the homilies from Oscar Romero’s three years as archbishop into a single chart of the liturgical cycles that those homilies correspond to. This will allow the reader, for example, to compare Romero’s Easter 1977 sermon to the Easter 1978 and Easter 1979 sermons by clicking on links in a table with matching items next to one another.

The Homiliarium will permit homilists, scholars and anyone who is interested, to find Romero’s sermon’s for a particular Sunday or for an appointed reading from Scripture and thus, show, in ways not shown by previous arrangements, the ordering schemes and thematic progression of Romero’s preaching. The initial table will be published on Tuesday, October 18, 2011 (the Feast of Saint Luke the evangelist). This table will contain Romero’s Sunday sermons arranged by liturgical cycle. The Church divides all the lectionary readings into three cycles—A, B, and C—which coincides with Romero’s three years as archbishop, such that the entirety of his opus would fill three complete cycles and thus provide a homily for every liturgical occasion.

A Supplement to the Homiliarium will be published here on Sunday, November 20, 2011 (the Solemnity of Christ the King), which marks the end of the current liturgical cycle and this will complete the publication of the project. The Supplement will be an index of miscellaneous homilies which do not fit into the Sunday sermon pattern—including funeral services and masses that Archbishop Romero said for other occasions. Both the Homiliarium and the annex will contain links to the texts of the sermons in English and in Spanish, links to audio of the sermons where available, and links to the appointed readings for each date in the index. So, if someone wanted to compare what their pastor said on Sunday to Romero’s preaching on the same Sunday readings, or—more importantly—if a preacher wanted to refer to Romero’s homily ahead of time in preparing his sermon—the Homiliarium would provide an easy reference tool for looking up any homily from Romero’s magisterium as archbishop.

In creating this reference tool for everyone, we are following the maxim that it is far better to do something about a problem than to simply gripe and complain about it. The “problem” here is the perception among some Church leaders that Romero followers do not pay enough attention to the spiritual aspects of his ministry, and the related concern that, despite their being available online both in English and in Spanish, Romero’s sermons are still overlooked by many. On both counts, the Homiliarium will provide a tool to address these concerns. First, the Homiliarium will make it plain for all to see how Romero’s preaching was driven by a liturgical calendar and the assigned readings from Scripture in the lectionary, and will allow the faithful to read Romero not just as a sociological exercise, but in conjunction with their spiritual practices. Secondly, the Homiliarium will provide quick thumbnail view over all of Romero’s sermons at once and a method for navigating them.

Monday, September 26, 2011

¿QUIÉN MATÓ A MONS. ROMERO?


Tanto la información generada por informes históricos como aquella revelada por investigaciones periodísticas más recientes revela el esquema del complot para asesinar a Mons. Romero. El mayor Roberto D’Aubuisson, fundador del partido ARENA, y Mario Molina, hijo de una familia del partido PCN (ambos de derecha), impulsaron el operativo, con personal del equipo de seguridad de D’Aubuisson, incluyendo al organizador, el capitán Álvaro Saravia (equipo D’Aubuisson) y al tirador, el subsargento Marino Samayoa Acosta (equipo Molina). Pero todos estos detalles nos remontan a la sencilla pregunta: ¿Quién mató a Mons. Romero?

Según información aportada a los medios, estos personajes ya conocidos solo representan el frontispicio de la confabulación secreta para exterminar a la máxima voz de denuncia en la era de las dictaduras militares en que personajes como el mayor D’Aubuisson, el subsargento Samayoa, el capitán Saravia, y el coronel Arturo Armando Molina eran los centinelas de un grupo de poder dispuesto a defender su privilegio a toda costa. El periódico L.A. Times publicó declaraciones que han sido poco publicitadas, pero que merecen mayor escrutinio ante las más recientes revelaciones, por un ex miembro del equipo de seguridad de D’Aubuisson. Según este auxiliar anónimo de D’Aubuisson, el ex líder de los escuadrones de la muerte habría recibido las ordenes de ultimar a Mons. Romero desde “los sectores económicos más poderosos del país”. (A. Renderos, El Salvador reconoce asesinato de Mons. Romero por primera vez, L.A. TIMES, 24 de marzo del 2010.)

De acuerdo a ese informe, D’Aubuisson “recibía, casi a diario, desde las elites financieras, una lista de personas que querían que fueran eliminadas”, y “el mayor siempre estudiaba la lista detenidamente antes de dar la orden de ejecutar”. Esto no quiere restarle responsabilidad o importancia al papel protagónico que jugó D’Aubuisson en el complot, ya que según la fuente D’Aubuisson hizo el análisis final: “El mayor estaba claro que asesinar a Romero tendría un alto costo político”, y no obstante, optó por dar la orden de asesinar. Pero la fuente anónima insistió en que la conspiración alcanzó a los más altos niveles del poder económico del país: “Estos son los grandes capitalistas que hoy viven de sus riquezas como si no tuvieran las manos manchadas de sangre”.

La participación de un grupo de personas extenso en la miserable conspiración puede explicar la falta de voluntad en las cúpulas del poder por hacer una investigación en un caso de interés universal, y todas las trampas y obstáculos que se han puesto ante cada esfuerzo de llevar a la justicia. Como también le presta profundidad a la frase que TIME Magazine atribuye a Mons. Romero en el instante de su muerte: “Que Dios tenga misericordia de los asesinos”. (Asesinato en el altar, TIME, 7 de abril de 1980.)

Tuesday, September 20, 2011

HOLY WHODUNNIT
As cited in Tim's El Salvador Blog


In which we ask: If a martyr is killed, does the killers actual identity matter for the purpose of raising the martyr to the honor of the altars? It matters in the case of Óscar Romero, according to Bishop Gregorio Rosa Chávez, a Salvadoran cleric familiar with Archbishop Romero’s beatification process. “When we were starting the process,” Bishop Rosa says, the Vatican “asked us three questions: who killed him, why, and the context in which he served as Archbishop of San Salvador.” He adds, “Who killed him was the only question we were unable to answer,” at the time. (G. Fajardo and F. Valencia, Msgr. Rosa Chávez asks Romero shooter to contribute to the truth, CO LATINO, September 17, 2011—in Spanish.)

New information published in El Salvador in the last days would answer that question, purporting to establish that National Guard Deputy Sargeant Marino Samayoa Acosta was the shadowy figure who pulled the trigger on that fateful evening of March 24, 1980, having been selected for the job by a man named Mario Molina, who was the son of Arturo Armando Molina, a Salvadoran army colonel who assumed the presidency under widespread allegations of fraud. The new information appears to complete the factual findings in Saravia v. Doe, a 2004 U.S. federal case in which Capt. Álvaro Saravia was found liable, in absentia, for his “role in coordinating and planning the assassination of Archbishop Romero,” and in a U.N. Truth Commission Report which found that, “Former Major Roberto D’Aubuisson gave the order to assassinate the Archbishop and gave precise instructions to members of his security service (including Saravia), acting as a ‘death squad’, to organize and supervise the assassination.”

But, why does the killer’s identity matter for purposes of canonization? The canon law requirements to establish a martyrdom can be boiled down to three elements: (1) a cruel or violent death; (2) that the victim freely accepted; (3) imposed out of hatred of the faith («odium fidei, uti fertur»). WOESTMAN, Canonization: Theology, History, Process 143 (St. Paul University, 2002). In the Romero case, the first two points are undisputed and the sticking point is «odium fidei», which happens to be the most important element. To some observers, the Romero assassination is factually indistinguishable from an ordinary political assassination, and church leaders complain that the lionization in some quarters of Archbishop Romero as a purely political hero does nothing to dispel that impression.

The Church recognizes that “the cultural contexts of martyrdom and the strategies” of the persecutors in modern times “seldom explicitly show their aversion to the Christian faith … but simulate different reasons, for example, of a political or social nature,” for their killings. (Pope Benedict XVI to the Congregation for the Causes of Saints.) Nevertheless, it is still “necessary” to prove the element of «odium», “directly or indirectly but always in a morally certain way.” (Id.) The killer’s identity might help establish the existence of this «odium», since the question nowadays almost invariably turns on expert studies of the circumstances of the martyrdom. WOESTMAN, supra, 58. Presumably, the existence of hard, established facts would enable the experts to pin their hypotheses on solid foundations so that their conclusions are reliable and withstand scrutiny as well as the test of time. And this explains Bishop Rosa’s invitation to Romero’s killer to approach the Church and provide details of the plot. “I encourage this friend, this brother, that we should try to reach the end, for the good of his conscience. He needs to be at peace with himself and with God, and at peace with the nation,” he said.

The Church has forgiven all, but the truth we cannot do without.”

Thursday, September 15, 2011

MONS. ROMERO y JOSÉ MATÍAS DELGADO

El Presbítero y Doctor José Matías Delgado es conocido como el más venerado de de los próceres de El Salvador, declarado “Benemérito de la Patria” por la Asamblea, y la Orden Nacional José Matías Delgado es la condecoración más destacada que sea otorgada por la República de El Salvador. El sacerdote Delgado, quien vivió entre 1767 y 1832, se destacó como un líder nacional en los días de la independencia, en un sentido impresionantemente similar al cual Mons. Romero fue un clérigo destacado en los tiempos del conflicto armado de la historia reciente de El Salvador, y que es ahora reconocido como “el salvadoreño más universal”. Todo esto lleva a un comentador a preguntar (sobre Delgado, y nosotros extendemos la pregunta al caso Mons. Romero)—“¿Por qué un cura, no un general, está en la cumbre de tantas menciones nacionales?” (Roberto Turcios, Delgado, EL FARO, 29 de mayo de 2011.)

Las similitudes entre los dos personajes encajan desde el hecho de que los dos son hombres de la Iglesia quienes se prestan en su momento a las necesidades de la historia del pueblo y al hacerlo rompen esquemas, asumiendo un rol similar al de los grandes liberadores nacionales. Pero después de las similitudes vienen las diferencias, y la más importante de estas es que, José Matías Delgado abiertamente aceptó posiciones políticas en el gobierno de su república rebelde, y agitó como un líder en un movimiento netamente político (firmó el Acta de la Independencia y fungió como intendente de San Salvador y presidente del Congreso Nacional, entre otras), mientras que Mons. Romero, no obstante las acusaciones de sus detractores, se limitó a una actuación pastoral. “La Iglesia no puede identificarse con ningún partido político ni con ninguna organización de carácter político, social, cooperativo”, insistía. “La Iglesia no tiene sistemas, la Iglesia no tiene métodos, la Iglesia sólo tiene inspiración cristiana … yo no soy director de ninguna organización política. Yo no soy, ni mis sacerdotes deben de ser, líderes de estos grupos”. (Homilía del 16 de abril de 1978.) Mons. Romero no llegó al nivel de participación activa de José Matías Delgado y, así, evitó la reprimenda que dio el Papa a Ernesto Cardenal por su participación en el gobierno sandinista en contravención de las prohibiciones vaticanas.

Quizá más importante aún, José Matías Delgado trató de impulsar su ambición de ser obispo de San Salvador a través de sus conexiones políticas, e intentó superar la oposición del arzobispo de Guatemala por medio del derecho de patronato, o sea por el apoyo de las familias de poder locales. Fue solamente cuando el Papa le mandó una carta amenazando con declararlo cismático que el sacerdote Delgado abandonó su afán por llegar a ser el obispo encargado de San Salvador (que el siglo siguiente correspondería a Mons. Romero). Mons. Romero, por otra parte, predicaba que, “El verdadero obispo, el verdadero párroco, el Papa auténtico y único, es aquel que haya entrado por la puerta que es Cristo”. (Hom. 16 de abril de 1978, Ibid.) Para Mons. Romero, la piedra de toque para medir la autoridad de un clérigo era muy sencilla: “Si estoy en comunión con el obispo y ese obispo está en comunión con el Papa, no hay duda”. (Hom. 25 de noviembre de 1977.)

La última distinción entre Mons. Romero y José Matías Delgado es el alcance de la liberación que buscó cada uno de estos gigantes. “La historia de El Salvador, con sus próceres, con su política, con sus propias lacras, con sus propias cosas buenas”, predicaba Mons. Romero, “es donde Dios quiere encontrarse con los salvadoreños y salvarlos”. (Hom. 7 de agosto de 1977.) Pero, para Mons. Romero, la Independencia de los próceres, “el primer grito de independencia” era como “el primer grito de un dolor de parto, porque no acaba de parir la verdadera libertad”. (Hom. 5 de noviembre de 1978.) Los logros de la revolución “no llamaríamos independencia, pero sí que marca en la historia un punto de partida hacia una verdadera independencia”, consideraba Monseñor. (Hom. 17 de septiembre de 1978.) Quizá José Matías Delgado, enfrentado con España y México, pero también imponiendo el poder de los adinerados sobre los indígenas en sus encomiendas, no era el instrumento más apto, y dejaría esa Independencia necesitada de un segundo “Benemérito de la Patria”, que estuviera menos ligado con el poder material y más apegado a su función profética para perfeccionar la Independencia y Liberación.

Wednesday, September 14, 2011

ARCHBISHOP ROMERO'S KILLER IDENTIFIED


The news has traveled around the world.  IN ENGLISH:  “More than 30 years after the March 24, 1980 assassination of Archbishop Oscar Romero, new information has emerged about the identity of the shooter.  Diario Co Latino, through sources close to  d’ Aubisson’s circle, named National Guard Deputy Sargeant Marino Samayoa Acosta as the assassin.”  (Archbishop Romero’s Killer Finally Identified)

FRENCH: “L’Evêque auxiliaire de San Salvador, S. Exc. Mgr Gregorio Rosa Chávez, a confirmé à l’Agence Fides ce qu’il avait déclaré lors de la conférence de presse de dimanche dernier, 11 septembre, à propos de la récente publication de la part du quotidien « Diario CoLatino » du nom du meurtrier de S. Exc. Mgr Oscar Arnulfo Romero.”  (Déclaration de l’Evêque auxiliaire de San Salvador à propos de la mort de Mgr Romero)

ITALIAN: “L'assassino che lo uccise faceva parte della scomparsa Guardia Nazionale. Il suo nome è Marino Samayoa Acosta, è nato l'8 ottobre 1949. Il quotidiano spiega che il killer era membro del corpo di sicurezza del Presidente della Repubblica, il colonnello Arturo Armando Molina, e che sarebbe stato 'assoldato' direttamente dal figlio del Presidente, Mario Molina. La rivelazione ha subito fatto il giro del mondo.” (Individuato dopo 31 anni il killer di monsignor Oscar Romero)

GERMAN: “Neue Wende im Fall Oscar Arnulfo Romero? Laut Medienberichten steht mehr als drei Jahrzehnte nach dem Mord an dem Erzbischof von San Salvador die Identität des mutmaßlichen Täters fest. Der Tageszeitung „Colatino“ zufolge soll es sich dabei um einen ehemaligen Armeeangehörigen handeln. Marino Samayoa Acosta, damals Unteroffizier der Nationalgarde, habe Romero im Jahr 1980 während einer Messe mit einem Präzisionsgewehr erschossen.” (Identität des Mörders von Erzbischof Romero enthüllt)

DUTCH: “Dertig jaar na de moord op aartsbisschop Oscar Arnulfo Romero (1917-1980) is de naam van de moordenaar bekend. Volgens de Salvadoriaanse krant ‚Colatino’ werd de bekende Latijns-Amerikaanse aartsbisschop, die bekend stond als voorvechter van de mensenrechten en als tegenstander van de rechtse dictatuur, door een voormalige militair omgebracht.” (MOORDENAAR VAN AARTSBISSCHOP ROMERO IS BEKEND)

Sunday, September 11, 2011

PERIÓDICO SALVADOREÑO SEÑALA TIRADOR
EN CRIMEN MONS. ROMERO


El periódico salvadoreño DIARIO CO-LATINO ha publicado una nota investigativa en la que señala al subsargento de la extinta Guardia Nacional de ese país, Marino Samayoa Acosta, como el francotirador responsable del asesinato de Monseñor Óscar A. Romero el 24 de marzo de 1980. Según la nota, el francotirador fue sugerido por Mario Molina, hijo del Coronel Arturo Armando Molina, que fue presidente de la república entre 1972 y 1977. Este último dato concuerda con lo dicho por el capitán Álvaro Saravia en otra nota periodística publicada el año pasado.

Según la nota de CO-LATINO, el periódico recibió la información de “fuentes que estuvieron próximas a los círculos de[l Mayor Roberto] d’Aubuisson”, fundador del partido político ARENA, y el acusado de ser el autor intelectual del crimen. Aunque varios datos sobre el asesinato han sido revelados por investigaciones llevadas a cabo por entes internacionales incluyendo una Comisión de la Verdad de la ONU, la falta de una investigación penal judicial en El Salvador ha impedido el descubrimiento de algunos hechos principales, incluyendo la identidad del tirador que con un solo disparo certero acabara la vida del popular arzobispo. A través de los años, se han ventilado varias teorías sobre la identidad del pistolero, y el tiempo dirá si esta nueva hipótesis llega a ser aceptada.

Uno de los conspiradores, Amado Garay, había dado una descripción del tirador como un hombre joven, barbado, de entre 25 y 27 años, quien le reportaría a Saravia, “misión cumplida”. El hombre señalado por CO-LATINO nació el 8 de octubre de 1949 y por ende tendría 30 años de edad a la fecha del asesinato, y 61 años hoy día. (FOTO: pantalla partida de la descripción de Garay y la foto de Samayoa publicada en CO-LATINO—la nariz del dibujo ha sido truncada para encajar con la foto.) Del paradero de Samayoa, CO-LATINO en su nota no aporta mayor informe: “cuando aparece, le dan trabajos de guardaespaldas, trabajos que desempeña por corto tiempo, y luego desaparece”.

Friday, September 09, 2011

THE VIOLENCE OF LOVE


In Memoriam
Fr. Mychal Judge
And ALL the Victims of the Violence of September the 11th

There is no doubt that the executioner has conquered his victim. But the one who has conquered by the brute force of the sword has not understood the greatness of the one who was willing to give his life for a higher ideal. This is the true victory that overcomes the world.” (Oscar Romero, September 23, 1979 Sermon.)

Tuesday, September 06, 2011

PREMIADO REPORTAJE SOBRE MONS. ROMERO


El reportaje investigativo del periódico salvadoreño EL FARO del año pasado que reveló el paradero del capitán Álvaro Saravia, así como mayores detalles de su participación en el asesinato de Mons. Romero, quedó en segundo lugar para el Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación, 2010-2011, que organiza el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) y Transparencia Internacional. De esta manera, el periodista Carlos Dada, de EL FARO, autor de “Así matamos a monseñor Romero”, puede reclamar un premio de $10,000.

El reportaje publicado el 22 de Marzo de 2010, reveló cómo se planeó y ejecutó uno de los crímenes políticos más impactantes de la historia de El Salvador a partir de las confesiones de uno de los perpetradores (Saravia). Se necesitó de una gran persistencia para ubicar y convencer al prófugo de la justicia, que había sido ya sentenciado por un tribunal estadounidense a pagar un monto millonario por su participación en el asesinato, para que confesara cómo se fraguó el crimen. “Para encontrar a Saravia hay que bajar al infierno”, reportaba el periodista Dada al describir el miserable escondrijo del otrora matón e imponente. Ahora, Saravia “vive en una pequeña casa de bahareque, con ventanas de madera sin vidrio y con apenas tres prendas de vestir colgadas de una pita que atraviesa el cuarto”, seguía el reportaje.

Irónicamente, Saravia se había convertido en uno de los hombres miserables y pobres a quienes Mons. Romero murió defendiendo. Dada citó a Saravia estas escalofriantes palabras: “¡La peor desgracia del mundo! ¡La pobreza! ¿Cómo no iba a ser guerrillero el hombre si estaba viendo que sus hijos se estaban muriendo de hambre?” Y procede Saravia a desempacar el rollo de revelaciones:
  • confirma que Roberto D´Aubuisson fue parte de la conspiración para asesinar a monseñor Romero
  • asevera que un hijo del ex presidente salvadoreño Arturo Armando Molina puso al tirador
  • pinta un retrato de una derecha salvadoreña de los años ochenta sumergida en tráfico de armas, de cocaína y de secuestros
La publicación del reportaje estremecedor en pleno trigésimo aniversario del asesinato conmovió a la sociedad salvadoreña. El sitio web de EL FARO se cayó por tres días por la sobreabundancia de visitas al sitio. El reportaje fue traducido al inglés y difundido por varios medios. Desgraciadamente, igual que la justicia salvadoreña el periodismo local ha ignorado casi totalmente el caso Mons. Romero, y en ese contexto “Así matamos a monseñor Romero” ha sido una obra magna, contundente y abrumadora. Ojala que el galardón esmere a otros a intentar un periodismo audaz en el futuro.

Monday, August 29, 2011

ROMERO LIVES, 2011
As reprinted in Tim's El Salvador Blog


According to a front page story in a Salvadoran newspaper, T-shirts bearing the likeness of Archbishop Romero are second only to those with the emblems of the most popular soccer teams in terms of sales in El Salvador, and the reporters were able to visit six factories churning out Romero tees for the local markets. Jaime Ulises Marinero, Empleos, negocios e instrumentalización ideológica en nombre de Monseñor Romero [Jobs, businesses and ideological manipulation in the name of Archbishop Romero], LA PÁGINA, August 29, 2011. The article cited a merchant in a downtown market who said that, “The image of Archbishop Romero is imposing. It is rare these days to find a Christmas crèche that does not include his figurine. The people demand it.” The story quoted an economist as saying that at least a thousand Salvadorans earn their living from working at ONG’s bearing Romero’s name.

Archbishop Romero also is present in people’s conscience as El Salvador faces a wave of gang related violence. A recent piece in an influential paper cataloguing the bloodshed began with a haunting Romero quote: “The name of the violence will change,” Romero had said, “but there will always be violence as long as we do not change the root that sprouts such horrendous things into our reality.” Roberto Valencia, Yo Violada [I, violated], EL FARO, July 24, 2011. More recently, the same newspaper published an extended interview with Archbishop Romero’s younger brother, Gaspar.  Roberto Valencia and Mauro Arias, “Como decía mi hermano, monseñor Romero: yo quisiera cumplida y pronta justicia” ["As my brother, Archbishop Romero, used to say—I should like complete and prompt justice"], EL FARO, August 8, 2010. Coming around the time of Romero’s would-be 94th birthday, and the Salvadoran Supreme Court’s ruling that the suspects of the 1989 Jesuit Massacre in San Salvador need not be held for extradition, the sentiment had special resonance.  Gaspar Romero also provided a prophetic message from the archbishop on the current crisis: “he told me, ‘The war cannot be prevented ... what is coming will be terrible, but what comes after the war will be even worse’.”

But, it isn’t only in El Salvador that Romero is remembered. In a new documentary called “El cielo abierto” ["The Open Sky"] (click here for trailer—in Spanish), Mexican filmmaker Everardo Gonzalez attempts to paint a fresh depiction of Archbishop Romero’s story. “Gonzalez paints an absorbing portrait of the prelate's exceptional heroism,” states one review, “using a large number of talking heads, edited together with a wealth of chilling images.” The Open Sky, reviewed by Jay Weissberg, VARIETY magazine, May 26, 2011. And in Italy, Ettore Masina has published a third edition of his 1996 original biography, “L'arcivescovo deve morire” ["The Archbishop Must Die"]. Masina paints Romero as a meek man, armed with an iron will, who conducts a lonely struggle against the indifference and even hostility of his fellow churchmen, to denounce the massacres of his people. Matteo Tonelli, “L'uomo mite che spaventò i violenti” ["The meek man who frightened the violent"], REPUBBLICA (Rome), June 27, 2011.

Throughout the year, this blog has discussed important developments in the understanding of Romero stemming from the publication of previously unknown photographs, of previously unpublished Romero articles and op eds, from a Wikileaks cable, and from historic U.S. Embassy cables published this year. All together, all the activities and developments surrounding Archbishop Romero (oh, and did we mention that a U.S. president visited Romero’s grave this year?) underscore that something is happening with Romero: his figure is seeping into the popular imagination in ways that we may not fully realize.

Friday, August 26, 2011

MONS. ROMERO Y LA
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

En 1978, Mons. Romero tuvo un fuerte enfrentamiento con la Corte Suprema de Justicia de El Salvador sobre la falta de seguimiento que la Corte daba a los atropellos de los militares, y por la mala fe con que la Corte interpretaba la ley para favorecer a los victimarios. (James BROCKMAN, Romero: A Life [Romero, Una Vida] (Orbis, Nueva York, 1989), págs. 121-125.) Monseñor expresó su indignación por que la Corte dejara en la impunidad los asesinatos de sacerdotes:
¿Hasta cuándo vamos a estar soportando estos crímenes sin ninguna reivindicación de justicia?. ¿Dónde está la justicia en nuestra patria?. ¿Dónde está la Corte Suprema de Justicia?. ¿Dónde está el honor de nuestra democracia si han de morir así las gentes como perros, y se quedarán sin investigar las muertes como la del P. Rafael [Palacios]?
(Homilía del 21 de junio de 1979.)

El choque entre la denuncia de Mons. Romero y la indiferencia de la Corte había explotado un año atrás, cuando Monseñor había lamentado el vacío notable en el rol de la Corte como una agencia de justicia ante los atropellos. “Yo pienso, hermanos”, comentaba Monseñor, “ante estas injusticias que se ven por aquí y por allá, hasta en la Primera Cámara y en muchos juzgados de pueblos, ¡ya no digamos jueces que se venden! ¿Qué hace la Corte Suprema de Justicia?” Esta llamada de atención molestó tanto a la Corte que su Secretario giró un oficio al arzobispado insinuando que Mons. Romero había difamado al Tribunal, y dejando abierta la posibilidad de alguna consecuencia legal para Monseñor por la supuesta infracción.

Mons. Romero contestó a esta maniobra en su Homilía de Pentecostés de 1978. En su respuesta, Monseñor hace un equilibrio delicado entre lo jurídico y lo teológico, evitando caer en una trampa legal que sería manipulada por sus detractores, y aprovechando del suspenso creado por el enfrentamiento. “Yo sé que es grande la expectativa, ¿qué va a decir el Arzobispo ante el emplazamiento de la Corte Suprema de Justicia?”, reconoce Mons. Romero. (Hom. 14 de mayo de 1978.) “Por de pronto quiero decirles que la Suprema Corte ha sido hoy el signo de Dios para atraer la atención del pueblo”, dijo, introduciendo el tema.

En palabras mesuradas y respetuosas, Mons. Romero no retrocedió de su crítica, la que tildó de llevar sentido de «animus corrigendi» (espíritu de corregir), y reiteró su denuncia. “¿Dónde está el papel trascendental de una democracia de este Poder que debía de estar por encima de todos los poderes y reclamar la justicia a todo aquel que lo atropella?”, preguntó de nuevo—citando textualmente sus palabras en la Homilía que había molestado a la Corte. “Yo creo que gran parte del malestar de nuestra Patria tiene allí su clave principal”, decía Monseñor. “En el Presidente y en todos los colaboradores de la Corte Suprema de Justicia, que con más entereza debería de exigir a las Cámaras, a los juzgados, a los jueces, a todos los administradores de esa palabra sacrosanta: LA JUSTICIA, que de verdad sean agentes de justicia.”

Elevando un poco el tono, Monseñor censuró el “desprecio absoluto de la Honorable Corte Suprema de Justicia, por las obligaciones que la Constitución Política le impone, la cual todos sus miembros se han obligado a cumplir”. Aquí, Mons. Romero rechazó implícitamente la argumentación de que los abusos se deberían olvidar para fomentar la paz, declarando que la paz solo puede surgir a base de la justicia: “esta Iglesia del Espíritu Santo viene proclamando desde los lejanos tiempos de Isaías, y hoy lo repito con la renovada juventud de este Pentecostés, en medio de la dramática realidad de nuestro país «La Paz sólo puede ser el producto de la justicia» (Is. 3 2, 1 7)”. Repitió la frase en Latín, que era el lema de Pio XII: «Opus justitiae pax», y aseveró que, “si verdaderamente existiera un interés social en el manejo de la cosa pública los hechos serían investigados exhaustivamente, con el fin de lograr un verdadero y auténtico bienestar social, así como para sentar precedentes”.

Mons. Romero volvió al tema de la justicia en su “última homilía” en la que rechaza “las visiones falsas de la tierra que el hombre ha tenido según sus intereses”, incluyendo “las que hacen de la Seguridad Nacional [que transforman al hombre a] un servidor del estado como si el estado fuera el señor y el hombre el esclavo, cuando es al revés, no es el hombre para el estado sino el estado para el hombre”. (Hom. 23 de marzo de 1980.) “La ley”, decía, “tiene que ser un servicio a la dignidad humana y no los falsos legalismos con los cuales se pisotea la honradez, muchas veces, de las personas”. Puntualmente, insistió: “No queramos, por salvar la Constitución del país cuando se ha pisoteado por todos lados, llamarla; y a ella se le quiere usar más bien para defender nuestros egoísmos personales. La ley para el hombre, no el hombre para la ley.” (Id.)

Al siguiente día fue asesinado y hoy, desde su martirio relegado a la impunidad, Mons. Romero sigue denunciando el “desprecio absoluto” de la Corte Suprema de Justicia al clamor de las víctimas por una reivindicación.

Saturday, August 06, 2011

THE SUN OF THE TRANSFIGURED ONE
On August 6, 1978, Archbishop Romero preached the sermon on the Feast of the Transfiguration, the Church's commemoration of the moment when Jesus reveals his messianic mission to his closest disciples, becoming enveloped in divine light while meditating on the top of a mountain. (Matthew 17:1-9)  It is the national patronal feast of El Salvador.

It seems to me that never before has the nation been more beautiful than today when she is bathed in the light of the sun of the [Transfigured] One,” Romero said, alluding to the Gospel account (“His face shone like the sun”). “We remember first of all the primary origin of this beautiful landscape of our country,” he said, describing the pre-Christian El Salvador like an Eden, beautiful, but untamed. “The sin of humanity submitted nature to slavery, selfishness and passions,” he said, “but in Christ we find the hope of restoration.” By allowing Salvadorans to view their country's original, natural beauty through a moral filter, Christianity's guiding light, Romero said, “enables us to see as never before the marvels of our volcanoes, lakes, rivers, plains and seas.” In the Transfigured Christ, Romero prayed, “we find the true meaning of our life, for you guide our history. You are the Word through whom God created all things and in whom God redeemed the enslaved world.”

That introduction to his Sermon on that August Sunday (the same day that Pope Paul VI passed away in Rome) summarized Romero's preaching on the Feast of the Transfiguration, which he would later call his “Transfiguration Theology,” and which we have offered as an alternative and more accurate description of Romero's social teachings than the phrase “Liberation theology.” In Romero's exegesis, Christ calls on his followers--including nations--to be transfigured; to be lifted up from sin and material desires to the dignity of the Children of God, and accept suffering and sacrifice as the birth pangs of a more just world which does not represent Heaven on earth, but the antechamber to Paradise.

Romero's Transfiguration teachings constitute a sizeable opus and include:
HAPPY FEAST OF THE TRANSFIGURATION & CELEBRATION OF THE DIVINE SAVIOR OF THE WORLD.

Background:

Romero's 'Transfiguration Theology' (Spanish)
Criticism of Jon Sobrino in '76 Sermon

Friday, July 15, 2011

FUE UN GRAN TESTIGO DE LA FE”: BENEDICTO XVI
Mons. Romero y los Papas (continuación)

No me cabe duda de que su persona merece la beatificación”, dijo el Papa Benedicto XVI (pontificado: 2005-presente) al ser preguntado sobre la causa de canonización de Óscar Romero. (Il Papa e la Santa Sede [El papa y la Santa Sede], Radio Vaticana, 9 de mayo del 2007.) “Ciertamente, monseñor Romero fue un gran testigo de la fe”, aseveró el pontífice, “un hombre de gran virtud cristiana, que se comprometió en favor de la paz y contra la dictadura, y que fue asesinado durante la celebración de la misa”. (Entrevista en Vuelo hacia Brasil, Sitio Web de la Santa Sede, 9 de mayo del 2007.) Esto es una serie sobre la cercanía entre Mons. Romero y los papas de nuestra época.

Aunque los medios de comunicación social han supuesto contrariedad entre el ávido cazador de teólogos de liberación, Ratzinger, y el rechazado de los vaticanistas, Romero, ese encuadro resulta ficticio al analizar los hechos en la mínima profundidad, que revela un fuerte alineamiento entre las posturas doctrinales de los dos hombres. En su “Instrucción sobre algunos aspectos de la ‘Teología de la liberación’,” el entonces Card. Ratzinger critica rubros puntuales del movimiento milenario latinoamericano, pero admite que “la expresión ‘teología de la liberación’ es una expresión plenamente válida”. («Libertatis Nuntius», 1984.) Como papa en su carta encíclica «CARITAS IN VERITATE» (2009), reconoce que “la doctrina social de la Iglesia ... es anuncio y testimonio de la fe” (CIV, ibid., ¶ 15); que “se ve impedida en muchos casos por prohibiciones y persecuciones” y que es “atestiguada por los Santos y por cuantos han dado la vida por Cristo Salvador en el campo de la justicia y la paz” (Ibid., ¶ 11).

El Papa declara que la persecución de un campeón de la doctrina social de la Iglesia puede conllevar al martirio no obstante que “han cambiado los contextos culturales del martirio y las estrategias ‘ex parte persecutoris’ [de la parte persecutora], que cada vez trata de manifestar de modo menos explícito su aversión a la fe cristiana ... [y] que simula diferentes razones, por ejemplo, de naturaleza política o social”. (Mensaje del Santo Padre a la Sesión Plenaria de la Congregación para las Causas de los Santos, 24 de abril de 2006.) La Iglesia no se fija en los pretextos que interponen los asesinos, sino en “el motivo que impulsa al martirio”, que “sigue siendo el mismo y tiene en Cristo su fuente y modelo”. (Mensaje, Ibid.) Por tanto, los mártires deben incluir a los que “se inmolaron por no abandonar a los necesitados, a los pobres, a los fieles que les habían sido encomendados, sin miedo a amenazas y peligros”. (Homilía en la Basílica de San Bartolomé en la isla Tiberina, 7 de abril de 2008—tríptico: Benedicto rinde homenaje a mártires del siglo XX y reza ante altar que custodia reliquias de Mons. Romero.)

La disponibilidad de aquellos que han sido “asesinados en el cumplimiento de su misión de evangelización y promoción humana” se configura con la disponibilidad de Cristo a sacrificarse por nosotros, dice el Papa: “De este modo, el ‘sí’ de Jesús y de María se renueva en el ‘sí’ de los santos, especialmente de los mártires.” (Palabras en la Oración del «Ángelus», 25 de marzo del 2007.) “Lo subrayo recordando que ayer, 24 de marzo, aniversario del asesinato de monseñor Óscar Romero, arzobispo de San Salvador, se celebró la Jornada de oración y ayuno por los misioneros mártires”. (Ángelus, ibid.) Mons. Romero, ha comentado el Papa a los obispos actuales de El Salvador, ha sido parte de la misión evangelizadora en aquel país: “El Evangelio, llevado allí por los primeros misioneros y predicado también con fervor por pastores llenos de amor de Dios, como Mons. Óscar Arnulfo Romero, ha arraigado ampliamente en esa hermosa tierra, dando frutos abundantes de vida cristiana y de santidad”. (Discurso a los obispos de El Salvador en visita “Ad Limina” —ver video.)

Mons. Romero encaja perfectamente en el concepto de martirio expuesto por Benedicto, incluyendo todo el discurso de lo que es y no es una expresión válida de la liberación cristiana. Por tanto, su muerte, ha dicho el Papa, ha sido “una muerte verdaderamente ‘creíble’, de testimonio de la fe.” (Entrevista, Op. Cit.)

Antecedentes:

Encíclica del papa confirma a Mons. Romero
Similitudes entre predicaciones Ratzinger/Romero
Relaciones de ambos con S.S. Pablo VI

Thursday, July 14, 2011

A DIALOGUE ABOUT CRITERIA:” JOHN PAUL II
Archbishop Romero and the Popes (cont’d)


They were two laborers in the vineyards of the Lord; one born in a sleepy corner of one of the tiniest countries in the New World and, the other, born three years later in an emerging Central European Old World town. Yet God had a plan to bring them together, when history catapulted both to the world stage at the end of the 1970s when Karol Wojtyla of Wadowice, Poland, emerged as the Blessed John Paul II (pontificate: 1978-2005) and Oscar Romero as Archbishop of San Salvador. This is a series on Romero’s fidelity to the popes and their social teachings.
YouTube video: John Paul at Ab. Romero's grave (1996)
The Salvadoran martyr and the Polish pope were the “two ships”—of Longfellow’s poem—“that greet each other with flashing lights and then sail off into the night.” Much has already been written about the historic encounter when John Paul emerged from a Church oppressed by the totalitarian Left and encountered Romero, persecuted by the oligarchic Right, and compared notes. Or, as Archbishop Romero characterized their tête à tête: they “dialogued about criteria,” like St. Peter and St. Paul (February 10, 1980 Homily.) The first time John Paul met Archbishop Romero, he had been Pope for six months, and the information he had been given was heavily biased toward a negative assessment, reflecting the views of Romero’s government critics. The two met a second time less than a year later, leaving Romero feeling that the Pope had heard him out. John Paul would soon become convinced that Romero had been a true servant of the Church and, later, a martyr.

Despite having received the backing of Pope Paul VI (“You are in charge!”), Romero knew that his enemies were bombarding the Vatican with a damning view of his spiritual leadership of the San Salvador Church. Romero moved quickly to reach out to the new Pope—an outsider—sending a six page letter less than a month after the Pope was installed. Despite his “ ‘conservative’ inclinations,” Romero wrote John Paul, “I believed it my duty to take a positive stand in defense of my Church and ... at the side of my oppressed and abused people.” (James BROCKMAN, Romero: A Life. New York: Orbis Books, 1989, p. 145). He also laid out before John Paul the doctrinal bases for his pastoral line. “In all of my actions,” he wrote, “I have prayed for much light from the Holy Spirit so as not to depart from the Gospel or the guidelines of Vatican Council II or the authorized documents of Medellin.” (BROCKMAN, Ibid.)

In 1979, Romero traveled to Rome to attend a beatification ceremony and greeted John Paul at the Pope’s weekly general audience. “When I told him my name and my responsibility here in El Salvador,” Romero recounted, “he told me that he hoped to speak with me in private.” (May 13, 1979 Hom.) A few days later, “the Holy Father showed me his goodness by receiving me in a private audience,” Romero said. (Ibid.) At their face to face meeting, John Paul gave the embattled Romero “his words of consolation and comfort,” telling him, “ ‘I understand that the situation in which you have to carry out your ministry is very difficult, very difficult’.” (Ibid.) John Paul heard Romero out. “A gesture of his has remained engraved in my heart,” Romero said: “the attention with which Pope John Paul II listens: When he had finished his sentences and I began to speak, he ... leaned closer to me to listen to my words, to understand what I was saying.” (Ibid.) He also gave the archbishop candid advice: “ ‘Be prudent! Be careful! But also have the courage to denounce those serious situations! You must also do this’.” (Ibid.)

Still cognizant of the one sided reports John Paul was getting through official sources, Romero handed the Pope four reports of foreign commissions investigating El Salvador, including one by the Organization of American States which confirmed the persecution of the Salvadoran Church, as well as letters of solidarity in support of Romero, and additional memos by Romero, which John Paul accepted. (BROCKMAN, Supra., 166-167.) Romero returned to El Salvador feeling validated by John Paul, and would cite his encouragement to defend his pastoral line: “just like John Paul II told me: ‘boldness and prudence.” (July 20, 1979 Hom.) In fact, Romero cited John Paul repeatedly to demonstrate the validity of his actions: facing criticisms that he was too involved in politics, Romero was happy to highlight “The Pope’s travels to six countries, his participation in the Conference of Latin American Bishops, his visit to the United Nations, his messages to government leaders in which he spoke on behalf of those persons who are dispossessed, as well as about peace and human rights.” (December 23, 1979 Hom.) On doctrinal matters, Romero declared his complete adherence to John Paul’s pastoral line. (See, e.g., April 22, 1979, March 9, 1980 homilies).

Pope John Paul and Archbishop Romero met again in January 1980, less than a year after their first encounter. Romero refuted the charge by some that the tone of the meeting was hostile: “He did not scold me as some have said but rather it was a dialogue about criteria,” he said, “like when Paul went up to Jerusalem to speak with Peter about the content of his preaching.” (February 1980 Hom., Supra.) The Pope encouraged Romero: “ Continue to defend social justice and promote love for those who are poor.” (Ibid.) But he warned him to be careful about possible ideological entanglements. Romero assured the Pope that he was mindful of the need for balance and Romero felt that John Paul approved of everything he said. (BROCKMAN, Supra., 225.) At the end of the meeting, John Paul embraced Romero and told him that he prayed every day for El Salvador. “I felt here God’s confirmation and his force for my poor ministry,” Romero wrote. (Ibid.)

That March, Archbishop Romero declared, “My sisters and brothers, the greatest glory of a pastor is to live in communion with the Pope.” (March 2, 1980 Hom.) “For me,” he added, “this communion with the Pope, is the secret of the truth and gives efficacy to my preaching.” That same month, of course, he would be martyred. In the years following, John Paul recalled Romero on countless occasions, including the first anniversary of the assassination, in which John Paul invoked Romero in St. Peter’s Square; and at the memorial for 20th century martyrs in the Colosseum, when the Parkinson’s stricken Pontiff hand-wrote Romero’s name on a draft list of those to be honored. But John Paul’s most enduring tribute may be his 1983 war time visit to El Salvador, and the unscheduled detour to Romero’s grave in the shuttered Cathedral, in which he called Romero a “zealous pastor, whom love of God and service of brethren drove to surrender his life in a violent manner, while he celebrated the Sacrament of forgiveness and reconciliation.” (Remarks at San Salvador Cathedral, March 6, 1983—in Spanish.)
YouTube video: John Paul in El Salvador (1983—in Spanish)
The theologian Jon Sobrino has written, “Karol Wojtyla’s photograph ... praying at the tomb of Archbishop Romero and the words with which he referred to him … ha[ve] been instrumental as a condition sine qua non to start and continue the [Romero beatification] process.” (Sobrino, El proceso de canonización de Monseñor Romero [Romero’s canonization process], ECA magazine, March 2000, pp. 243-254—in Spanish.)

NEXT: Benedict XVI

PREVIOUSLY IN THIS SERIES:

Leo XIII (1878-1903) (Spanish)
St. Pius X (1903-1914)
Benedict XV (1914-1922) (Italian)
Pius XI (1929-1939) (Spanish)
Pius XII (1939-1958)
John XXIII (1958-1963) (Spanish)
Paul VI (1963-1978)
John Paul I (1978) (Italian)

Background

Romero's fidelity to John Paul
No hostile reception
John Paul's remarks about Romero

Wednesday, July 13, 2011

«LA CHIESA DI GIOVANNI PAOLO I»
Monsignor Romero e i Papi (continuazione)


Tre giorni dopo l'improvvisa morte del “Papa del sorriso”, Oscar Romero ha onorato il Pontefice caduto. Ha detto, “Chiameremo questa omelia: la Chiesa di Giovanni Paolo I” (pontificato: 33 giorni nel 1978). Questa è una serie sulla fedeltà di Romero ai papi ed i loro insegnamenti sociali. “Questa mattina”, ha continuato a dire, “vi invito a fare la nostra riflessione sulla Parola di Dio un omaggio di fede, di gratitudine, di affetto, di ricordi, verso questa persona che, in poco più di un mese, ha conquistato i cuori del mondo”. (Omelia del 1° ottobre 1978, disponibile in spagnolo qui, e in inglese qui.)

Romero ha chiesto, “Qual è nostra storia, Santo Padre, che la Chiesa della nostra arcidiocesi in lutto vi offre questa settimana?” Ha poi riassunto tutte le attività dell'arcidiocesi, dal più piccolo gruppo di preghiera, agli atti dell'arcivescovo, con dovizia di particolari, e ha discusso il nome del defunto Papa, facendo notare che la Scrittura del giorno citato GIOVANNI Battista e l'apostolo PAOLO.

Romero ha affermato che, “Un mese fa, come un mendicante,” Giovanni Paolo è apparso a San Pietro, “chiedendo ogni cardinale per la bontà della sua amicizia e collaborazione e assistenza”. Ha aggiunto: “Questa è l'umiltà e questa è la kenosi della Chiesa: Sperimentare che questo umile, povero Cristo, spogliò se stesso della grandezza di Dio, e accompagna ora questa Chiesa che si deve caratterizzare con la kenosi stessa”.

Cari fratelli e sorelle”, ha detto: “Vediamo ora celebrare la nostra Eucaristia, perché abbiamo riflettuto sulla Parola divina dei profeti, una Parola che è diventata viva con i papi recenti, una Parola che ha consegnato un messaggio a noi attraverso la morte di Giovanni Paolo, una Parola che proclama a noi che la nostra Chiesa è una di conversione e dà speranza ai peccatori”.

Due giorni dopo, Romero ha analizzato “la dimensione gerarchica, la dimensione cristiana e la dimensione mariana” della vita del Papa Luciani. (Omelia del 3° ottobre 1978, disponibile quiin inglese.) Per quanto riguarda la dimensione cristiana, ha osservato il motto del Papa, «Humilitas», e l'umiltà che ha dimostrato quando ha rifiutato la tiara e la sedia gestatoria. “Giovanni Paolo,” ha detto Romero, “ha ricordato con affetto i tempi in cui aveva dovuto camminare senza scarpe, e ha vissuto la vera povertà nella casa di suo padre che era un lavoratore a giornata e sua madre che era impiegata in un ospedale”.

Romero ha insistito, “La Chiesa dei poveri non è demagogia. Cristo ha voluto a gioire per la felicità di essere poveri e quindi il Papa ha indicato la via per la Chiesa che vive nella sua povertà, l'ispirazione autentica di Cristo, che ha iniziato con l'insegnamento: «Beati i poveri»!

Giovanni Paolo I è amato da tutta la Chiesa”, Romero ha concluso, “perché sapeva di non essere semplicemente un membro della gerarchia che ha comandato e governato, ma ha saputo essere un cristiano che ha dato l'esempio agli altri.”

PROSSIMO: Giovanni Paolo II

Altre note in Italiano in questo blog:

Perché beatificare lui
Romero e i Papi: Benedetto XV
Obama visita tomba di Romero
Il padre Rutilio Grande
Nuovo concetto di Romero

Tuesday, July 12, 2011

COURAGE! YOU ARE THE ONE IN CHARGE!:” PAUL VI
Archbishop Romero and the Popes (cont’d)


Archbishop Romero said outright that Pope Paul VI (pontificate: 1963-1978) was the man “who continually enlightens my thinking [on] ... matters [of the social doctrine of the Church]”, and he elegized the Pontiff as having struck the right balance between secular and spiritual concerns—“a man who understood the present time and never betrayed the eternal Word.” (November 19, 1978 Homily.) —This is a series on Romero’s fidelity to the popes and their social teachings.— “Your bishop, my sisters and brothers,” Romero told his flock, “is in communion with Peter who today is called Paul VI.” (April 9, 1978 Hom.) Paul’s papal infallibility, Romero preached, “assures people that the doctrine of Paul VI is the doctrine of Peter and the doctrine of Jesus Christ,” and Romero’s communion with Paul should assure them, “that the doctrine that the humble Archbishop of San Salvador preaches to the people is also the truth.” (July 2, 1978 Hom.)

Under the pontificate of Giovanni Battista Montini, Msgr. Romero had been created a bishop in 1970, appointed the ordinary in Santiago de Maria in 1974, elevated to a prestigious post as a consultor on Paul’s Pontifical Commission on Latin America in 1975, and appointed Archbishop of San Salvador in 1977. When Romero visited the Pontiff in late March 1977 after taking over the Archdiocese of San Salvador, it was a crowning moment. The Pope “singled him out among the others present at the audience and introduced him to the group.” (James BROCKMAN, Romero: A Life. New York: Orbis Books, 1989, p. 20).

But, Romero had started out as a tenuous follower of a man he called “the most reforming Pontiff in history.” (O.A.R., El Papa del equilibrio [The Pope of Balance], DIARIO DE ORIENTE, vol. 30858, p. 1, June 26, 1973, available here—in Spanish.) Looking back on the first decade of Paul’s pontificate in 1973, Romero marveled, “How far he has taken us already!” (DIARIO, Ibid.) The next year, Romero was still aghast at Paul’s prodigious reforms. The Second Vatican Council (the internal Church reforms launched by John XXIII in the 1960s), Romero noted, “had only been the starting point for Paul VI. He has been and continues to be,” Romero wrote, “the most intrepid driver of that ambitious and broad reform program” of Vatican II. (O.A.R., El Papa del Concilio y del Año Santo [The Pope of the Council and of the Holy Year], DIARIO DE ORIENTE, vol. 30907, p. 1, July 4, 1974, available here—in Spanish.)

Óscar Romero had gone along with Paul’s reforms because of Romero’s personal obedience to the Church, because he had met the Pope and was drawn in by his personality and, most of all, because of the masterful integrity of Paul’s teachings, especially his social magisterium. As Pope Benedict has stated, Paul VI, “identified the heart of the Christian social message” («CARITAS IN VERITATE ¶13). Romero cited Pope Paul VI often in his homilies, pastoral letters, and other preachings. Although it would not be practical to catalog all of the references, Romero liked to cite Paul’s «EVANGELII NUNTIANDI especially, for the proposition that liberation, though necessary, cannot be divorced from transcendence (See, e.g., Oct. 23, 1977; Apr. 30, Jun. 4, and Sep. 10, 1978; and Aug. 5 and 26, 1979 homilies). Romero cited «POPULORUM PROGRESSIO» frequently—and, often, at length—to justify his actions (See, e.g., Jul. 10 and Oct. 9, 1977; Jan. 1, and 15, Feb. 5 and 26, and Sept. 24, 1978 homilies). He also quoted from Paul’s «OCTAGESIMA ADVENIENS» (See, March 5, 1978 Hom.)

In addition to citing Paul’s principal social documents, Romero also pointed to other examples from the Pope’s public ministry. “When we spoke privately,” Romero told the faithful, “the Pope said to me: ‘We preach not only with words because our preaching must also be a testimony of our whole life’.” (July 2, 1978 Hom.) And so, Romero cited Paul’s visit to the Holy Land to urge the faithful to imitate the humility of the Holy Family. (December 30, 1979 Hom.) Romero used Paul’s visit to the U.N. to underline the thought that the Church has something to offer to political leaders because the Church is “an expert in humanity.” (March 2, 1980 Hom.) Romero cited Paul’s humanism (July 17, 1977 Hom.), and pointed to Paul’s appeal for the life of Aldo Moro to denounce kidnappings and killings by the Left in El Salvador (May 21, 1978 Hom.). He even pointed to Paul’s condemnation of contraception as an argument for social justice: “ ‘How sad the fate of human beings to have to deprive people of participating in the banquet of life because they do not know how to share. It is not a question of depriving people from entering the banquet of life but rather one of serving the tables in a way that everyone receives some bread’.” (February 24, 1980 Hom.)

The admiration was mutual, because Paul VI consistently was supportive of Romero:
  • When Paul VI first met Romero in 1974, when Romero became Bishop of Santiago de Maria, Romero showed him where Santiago de Maria was on a map, and Paul promised to pray for the tiny diocese. (O.A.R., Como signo de Comunión con el Papa [A Sign of Communion with the Pope], DIARIO DE ORIENTE, vol. 30930, p. 1, November 23, 1974, available here—in Spanish.) Paul gave him $5,000 as a gift for the diocese, and the Pontifical Commission gave Romero an additional $3,000, plus a complete set of Vatican publications dating back to 1909. (BROCKMAN, Op. Cit., p. 53.) The Pontiff told the new bishop: “Continue onward, follow your line, follow your style, don’t be afraid to profess and teach what you have learned in the magisterium of the Church.” (DIARIO, Ibid.)
  • In October 1975, Romero met with Paul again, and “told him how much we Salvadorans love him and respect him,” when his turn came to greet the Pontiff. Romero gave the Pope a record of Salvadoran folkloric music, which the Pope promised to listen to. (O.A.R., Un ‘Romero’ del Año Santo [A Holy Year ‘Pilgrim’ (in Spanish, romero = “pilgrim”)], DIARIO DE ORIENTE, p. 1, November 9, 1975, available here—in Spanish.)
  • In March 1977, Romero met with the Pope, after the assassination of Fr. Rutilio Grande, and after Romero started his archbishopric on a decidedly strong note of denunciation. When Romero attempted to explain his actions, “The Pope took both of Romero’s hands in his and urged him: ‘Courage! You are the one in charge! ” (BROCKMAN, Supra., p. 20.)
  • The final meeting between Archibishop Romero and Pope Paul VI took place on June 21, 1978. The Pontiff told Romero “that he understood how difficult his work as archbishop was and that it was often misunderstood.” (BROCKMAN, Ibid., p. 131.) This meeting, Romero noted, “left me with the satisfaction of a confirmation in my Faith, in my service, in my joy to work and to suffer with Christ, for the Church, and for our people.” (His Diary, June 21, 1978.)
Archbishop Romero followed Pope Paul's leadership on development and social justice, he looked to the Pope for confirmation, and the Pope approved of his faithful discliple’s ministry.

NEXT: John Paul

Background:

Paul as father figure to Wojtila, Ratzinger & Romero

Benedict's tribute to Paul VI

Monday, July 11, 2011

EL INOLVIDABLE”: Beato JUAN XXIII
Mons. Romero y los Papas (continuación)


Cuando Mons. Romero citó “Una de las bellas páginas de Juan XXIII” (pontificado: 1958-1963) en su Homilía del 4 de septiembre de 1977, bien pudo haberse referido a una de las cartas encíclicas del recordado pontífice; también pudo haber querido referirse a uno de los documentos del Concilio Vaticano II, convocado por el Papa Roncalli. De hecho, la referencia era a una de las “páginas” comunes y corrientes de la vida ordinaria del jefe de la Iglesia conocido por los fieles como “Il Papa Buono” (el papa bueno). Esta es una serie sobre la fidelidad de Mons. Romero a los papas, particularmente a sus enseñanzas sociales.

De hecho, la “página” que Mons. Romero quería señalar en aquella homilía de 1977 era una meditación de Pacelli cuando era un diplomático importante de la Santa Sede. Su oración era: “ ‘Señor, concédeme que conserve siempre la sencillez que aprendí en mi hogar, que no la vaya a perder, porque muchas veces se pierde en estos ambientes diplomáticos, políticos, consérvame, Señor, la sencillez de tu sabiduría’ ”. (Hom. sept. 1977, Supra.) Mons. Romero recordaba que Juan “nunca se avergonzó de su origen campesino”. (La Iglesia y las Organizaciones Políticas Populares”, Tercera Carta Pastoral de Mons. Romero, 6 de agosto de 1978.) Y “Cuando los papás de Juan XXIII cumplían 50 años de casados”, recordaba Monseñor, el pontífice les envió una carta, diciéndoles, “ ‘hace mucho tiempo que salí de la casa de ustedes; he estudiado en muchos colegios; he leído muchos libros; pero en ninguna parte he aprendido lo que aprendí [con] ustedes’ ”. (Hom. 31 de diciembre de 1978.)

Monseñor llamó a este papa, “el inolvidable Juan XXIII” (Hom. 1 de octubre de 1978) y nunca olvidó la serenidad Juan XXIII al enfrentar su muerte, diciendo que la cama sería su altar. Esto ayudó a Mons. Romero en su ministerio de atender a enfermos. Según la superior de las monjas del Hospitalito donde Mons. Romero vivía, “Antes o después de la hora santa, pasaba Monseñor al hospital a saludar a los enfermitos, por quienes tenía un cariño especial y les decía: ‘Ustedes son el Cristo sufriente y su cama es la cruz’.” (Las hermanas del Hospitalito recuerdan a Monseñor, Carta a las Iglesias, Año XX, Nº.443-444, 1-29 de febrero del 2000.) La agonía de Juan XXIII había sido muy impactante: “cómo murió Juan XXIII, casi a la vista de todo el mundo”, recordaba Mons. Romero. (Hom. 3 de septiembre de 1978.) Antes de la pasión del Beato Juan Pablo II, el fin de Juan XXIII había sido la más ventilada: “Yo no he visto una muerte más pública que aquella que iba diciendo minuto a minuto, la vida que se iba apagando, la hostia que se estaba consumando”. (Ibid.) Este era el ejemplo que Mons. Romero proponía a los “queridos enfermitos que me escuchan—sé que me están escuchando allá en el querido hospital de la Divina Providencia, como en tantos otros hospitales y en tantos lechos de enfermo”. (Hom. 23 de abril de 1978.)  Les predicaba que, “el refugio es el lugar donde también trabajan los enfermos”, ya que el enfermo puede ofrecer su enfermedad como sacrificio al Señor: “Que ofrezca su dolor, que ofrezca su enfermedad. Esto tiene valor”. (Hom. 23 de marzo de 1980.)

Evidentemente, Monseñor le acreditaba mucho merito a esta autenticidad de Juan XXIII, y de hecho esta autenticidad hizo su mensaje más conmovedor: “muchas de las ideas avanzadas por Juan ya habían sido expresadas por su predecesor Pío XII. Lo que le dio originalidad y vitalidad a estas ideas fue el espíritu Juanino”. (The Lasting Vision of Pope John [La visión duradera del Papa Juan], TIME, 26 de febrero de 1965.) Por ejemplo, cuando Mons. Romero cita a Juan en su defensa de los derechos de los campesinos, no deja de recordar que el papa “que nunca se avergonzó de su origen campesino, abogó por los cambios necesarios para [proteger a] los campesinos”. (Tercera Carta Pastoral, Supra.)

Cuando Juan publicó su carta encíclica «MATER ET MAGISTRA» en 1961, Romero reconoció de inmediato el lugar que la nueva encíclica tendría en los capítulos de la doctrina social. “Hace 70 años la Iglesia, gracias a la sabiduría de León XIII y su inmortal Rerum Novarum”, tomó cartas en el asunto, y “la nueva encíclica de Juan XXIII resume la enseñanza social de la Iglesia de estos 70 años”, escribió Romero. (O.A.R., Editorial ‘Mater et Magistra’, Sem. CHAPARRASTIQUE No.2373 Pág. 1, 21 Junio 1961, disponible aquí.) También reconoció “La cálida acogida que ha comenzado a recibir la nueva encíclica, por parte de gobiernos y pueblos civilizados”. (Ibid.) Dos años después, Juan publicó «PACEM IN TERRIS», que fue recibida de inmediato como “uno de los documentos más profundos e importantes de nuestra edad”. (TIME, Op. Cit.) En su momento, Romero alabó “la maravillosa carta del Padre Santo que ya va estremeciendo el mundo aún en los ámbitos enemigos de la Iglesia”. (O.A.R., Editorial ‘Pacem in Terris’, Sem. CHAPARRASTIQUE No. 2893 Pág. 1, 19 Abril 1963, disponible acá.)

La “última homilía” de Mons. Romero del día antes de su martirio hace eco de las encíclicas de Juan XXIII, quien había dicho en la «PACEM IN TERRIS» que cuando una ley o disposición (o sea, orden) es “opuesta a la voluntad de Dios ... ni la ley promulgada ni la disposición dictada pueden obligar en conciencia al ciudadano, ya que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. («PACEM» ¶ 51.) Y Mons. Romero predicó el 23 de marzo: “Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado”. (Hom. marzo 1980, Supra.) En gran parte, por estas palabras, el siguiente día, fue asesinado. Palabras que en 1963 fueron elogiadas como “un vistazo de cómo podría parecer el mundo si fuera gobernado por el amor”. (TIME, Ibid.) Palabras empapadas del “el espíritu Juanino”.

SIGUE: Pablo VI