LA TEOLOGÍA DE LA TRANSFIGURACIÓN
La figura de Monseñor Romero ha sido identificada con la así llamada “Teología de la Liberación”, un movimiento eclesial criticado por las máximas autoridades de la Iglesia, pero un estudio de la prédica de Mons. Romero nos sugiere caracterizar su “Teología” con un nombre nuevo y más correcto para analizar su enseñanzas.
Cabe empezar con el hecho de que la “Teología de la Liberación”, nunca ha sido rechazada del todo por la Iglesia. Según el Card. Ratzinger (ahora Papa Benedicto XVI), “la expresión «teología de la liberación» es una expresión plenamente válida”. (Libertatis Nuntius, 1984.) Pero, en su famosa “Instrucción sobre algunos aspectos de la 'Teología de la liberación',” el Card. Ratzinger criticó tres aspectos particulares de esas corriente que no cuadran con las enseñanzas de esa iglesia: (1) la utilización del análisis marxista, (2) la aceptación de la violencia bajo una tesis de “luchas de clases”, y (3) el rechazo de las enseñanzas de la Iglesia.
Mons. Romero rechazó las tres cosas.
- Rechazó el marxismo: “Que quede bien claro, pues, que la Iglesia predicando la justicia social, la igualdad y la dignidad de los hombres, defendiendo al que sufre, al que es atropellado, no es subversión, no es marxismo. Es auténticamente magisterio de la Iglesia”. (Hom. 8/5/1977.)
- Rechazó la violencia: “Jamás hemos predicado violencia, solamente la violencia del amor, la que dejó a Cristo clavado en una cruz, la que se hace cada uno para vencer sus egoísmos y para que no haya desigualdades tan crueles entre nosotros”. (Hom. 27/11/1977.)
- Rechazó apartarse del Magisterio: “el Arzobispo de San Salvador se gloría de estar en comunión con el Santo Padre, respeta y ama al sucesor de Pedro... Sé que no haría un buen servicio a ustedes, querido pueblo de Dios, si los desgajara de la unidad de la Iglesia. ¡Lejos de mí!. Preferiría mil veces morir, antes de ser obispo cismático”. (Hom. 26/8/1979.)
Con esa unidad a la Iglesia Mons. Romero explicaba que, “yo estudio la teología de la liberación a través de … teólogos sólidos, como es el Cardenal Pironio, que actualmente es prefecto de una de las congregaciones del Papa, hombre de la plena confianza del Papa”. (Hom. 24/7/1977.) Con esa unidad centró su prédica, “siguiendo el esquema de Juan Pablo II”, sobre “las tres grandes Teologías de nuestra América Latina: la Teología sobre Cristo, la teología sobre la Iglesia y la Teología sobre el hombre”. (Hom. 2/3/1980.) Después, el Card. Ratzinger confirmaría que, “los tres pilares sobre los que debe apoyarse toda teología de la liberación auténtica: la verdad sobre Jesucristo, la verdad sobre la Iglesia, la verdad sobre el hombre”. (Libertatis Nuntius.)
Con esa misma fidelidad a las enseñanzas de los papas, Mons. Romero llegó a sincretizar lo que el llamó “la Teología de la Transfiguración”. (Hom. 2/3/1980.) En esta misma homilía en que Mons. Romero, “siguiendo el esquema de Juan Pablo II”, habló de “las tres grandes Teologías de nuestra América Latina”, las sincretizó en una “grandiosa Teología de la Transfiguración” que abarcaba y trascendía a todas. (Id.) Mons. Romero basó su Teología de la Transfiguración en la historia bíblica de la Transfiguración de Jesucristo, diciendo que, “La Teología de la transfiguración está diciendo que el camino de la redención pasa por la cruz y por el calvario, pero que más allá de la historia está la meta de los cristianos”. (Id.)
Esta Teología de la Transfiguración es una formula brillante en la que Mons. Romero evita la crítica central que se hace de la Teología de la Liberación, la cual se dice que se aparta demasiado del mensaje trascendente y sobrenatural del cristianismo, volviéndose mas bien una filosofía meramente política o materialista. No así la Teología de la Transfiguración, la cual toma como su referente el momento místico y trascendente en la vida de Jesús, en que pasa de ser solamente un predicador para iniciar su misión mesiánica, y localiza su “meta”, “más allá de la historia”.
En su cuarta carta pastoral, Mons. Romero asevera que, “siento, como uno de mis deberes pastorales más importantes, el tener que actualizar” el significado de la Fiesta de la Transfiguración, celebrada cada 6 de agosto del año litúrgico. (Misión de la Iglesia En medio de la Crisis del País, 6/8/1979.) En esta última carta pastoral, publicada como las últimas tres cartas pastorales en el marco de la Fiesta de la Transfiguración, Mons. Romero califica como “el reto amoroso de la transfiguración de Cristo a los salvadoreños: la transfiguración de nuestro pueblo”. (Id.)
Al abrir su carta, Mons. Romero se remonta al mensaje que el Papa Pio XII había enviado al pueblo salvadoreño en 1942, felicitándolo por llevar el nombre “más hermoso que se hubiera podido pensar” -- el nombre que Dios mismo considera “propio de su Hijo Divino: República de S. Salvador, República del Salvador”. (Radiomensaje de S.S. Pio XII al I Congreso Eucarístico Nacional de El Salvador, 26/11/1942.) En su mensaje, Pio XII recuerda que “Él salvó al mundo, en el punto central de su historia, cuando alzado entre los cielos y la tierra se ofrendó a su Eterno Padre”. (Id.) En medio del conflicto de la 2da Guerra Mundial, Pio XII confía que, “Él nos ha de salvar ahora también, en esta encrucijada de la historia”. (Id.) Finalmente, Pio XII reza que, “Él salvará a vuestra Patria ... uniendo en uno todos los corazones, los de todas las clases sociales, los de los ricos y los de los pobres, el día en que todos quieran sentarse como hermanos a la misma mesa.” (Id.)
Mons. Romero hace una síntesis de esos argumentos, cuando declara al anunciar su Teología de la Transfiguración, que “Cristo colocado en la cumbre del Tabor es la imagen bellísima de la liberación. Así quiere Dios a los hombres: arrancados del pecado, y de la muerte, y del infierno, viviendo su vida eterna, inmortal, gloriosa.” (Hom. 2/3/1980.) Y finaliza actualizando al mensaje de Pio XII en 1942 con el mensaje de Medellín en 1968: “Yo creo, queridos hermanos ... que nosotros, los cristianos, somos los llamados a ofrecer a la historia del Continente latinoamericano, los hombres nuevos que los obispos señalaron allá en Medellín cuando dijeron: 'De nada sirve cambiar estructuras económicas, sociales, políticas, de nada sirven estructuras nuevas si no hay hombres nuevos'. Y los hombres nuevos, los hombres renovados, son aquellos que con su fe en la resurrección de Jesucristo hacen suya toda esta grandiosa Teología de la Transfiguración.” (Id.)
Es interesante destacar que, igual que Mons. Romero desenvolvió su Teología en el marco de la Fiesta de la Transfiguración del Señor, el Card. Ratzinger también develó sus observaciones “el día 6 de agosto de 1984, fiesta de la Transfiguración del Señor”. Fue algo que Mons. Romero repitió hasta el final de su vida, diciendo en su famosa última homilía que, “Cristo es la meta y la vida, el impulso, por eso nos lo presentaba transfigurado, como llamándonos a esa meta a la que todos los hombres son llamados”. (Hom. 24/3/1980.)
(Ofrecido en el Bicentenario del Natalicio de León XII y del aniversario de la Muerte de Madre Teresa.)
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