«Sólo El Salvador será fermentado en la vida divina, en el reino de Dios, si de verdad los cristianos de El Salvador se proponen a no vivir una fe tan lánguida, una fe tan miedosa, una fe tan tímida; sino que de verdad como decía aquel santo -creo que San Juan Crisóstomo-: "Cuando comulgas, recibes fuego; debías de salir respirando la alegría, la fortaleza de transformar el mundo".»
--Mons. Romero, Homilía del 28 de mayo de 1978
En sus reflexiones en su audiencia general del 26 septiembre de 2007, Su Santidad el Papa Benedicto XVI profundizó sobre el legado de san Juan Crisóstomo (347-407 a.D.), proclamado patrón del Concilio Vaticano II por el Beato Juan XXIII, como un padre de la Doctrina Social de la Iglesia. El Papa Benedicto explicó como este santo se encontró en su día involucrado en «intrigas políticas», castigado por las autoridades eclesiales por sus enfrentamientos con la emperatriz y los poderosos de su era. Una parte de la Iglesia acusaba a san Juan Crisóstomo y otra parte, que incluía al papa de su día, lo favorecía, pero no tenía la fuerza para ayudarle. Despues de su muerte, pasaron 31 años antes que la memoria de este obispo de Constantinopla fuera restaurada y su nombre vindicado. Benedicto constató las obras de San Juan por los pobres, en seguida añadiendo que «Crisóstomo comprendió que no es suficiente hacer limosna, ayudar a los pobres de vez en cuando, sino que es necesario crear una nueva estructura, un nuevo modelo de sociedad; un modelo basado en la perspectiva del Nuevo Testamento». Los paralelos con la historia de Mons. Romero, de un obispo comprometido con el Evangelio hasta sus últimas consequencias, que queda mal con los poderosos y aboga por los pobres, son tantos que vale la pena comentar algunos detalles.
En la teología de Crisóstomo, explica el Santo Padre, «la vieja idea de la "polis" griega es sustituida por una nueva idea de ciudad inspirada en la fe cristiana». Esto nos hace recordar que en su discurso en Universidad de Lovaina, tanto como en su homilía del 17 de febrero de 1980, Mons. Romero profundiza que, «En su origen política es de "polis", que quiere decir: Ciudad. Los pobres nos dicen qué es la "polis", qué es la ciudad, y qué significa para la Iglesia vivir realmente en el mundo, en la "polis", en la ciudad.» Según lo expone el papa, San Juan Crisóstomo tambien definió la "polis" desde la perspectiva de los pobres, ya que insistió en que ellos fuesen incluidos en su alcanze, mientras que las definiciones griegas de la misma palabra excluían a los pobres y a los esclavos. Así mismo, en la teología de San Juan Crisóstomo, «la vieja idea de la "polis" griega es sustituida por una nueva idea de ciudad inspirada en la fe cristiana».
Crisóstomo defendió, nos dice el gran maestro vaticano, «el primado de cada ... persona en cuanto tal, incluso del esclavo y del pobre». Este «primado de la persona» de San Juan Crisóstomo es lo mismo de lo que nos hablaba Mons. Romero cuando predicaba en su homilía del 2 de marzo de 1980 que:
A la Iglesia no le importa más que el hombre. El hombre, el hijo de Dios; y por eso le duele encontrar cadáveres de hombres, torturas a hombres, sufrimiento de hombres. Para la Iglesia, la meta de todos los proyectos tiene que ser éste de Dios: el hijo, el hombre. Todo hombre es hijo de Dios y en cada hombre matado es un cristo sacrificado que la Iglesia también venera.
El «primado de la persona» o «primado del hombre», continua Benedicto, «nos dice que nuestra "polis" es otra, "nuestra patria está en los cielos" y esta patria nuestra, incluso en esta tierra, nos hace a todos iguales, hermanos y hermanas, y nos obliga a la solidaridad». Y en la prédica de Mons. Romero encontramos la misma idea:
El cristiano es habitante de la eternidad, que va peregrinando en esta tierra, trabajándola, porque le tiene que dar cuenta a Dios, pero que su patria definitiva es allá dónde Cristo vive para siempre, y donde seremos felices con él, con el gran liberado, los pueblos liberados; los hombres liberados serán aquellos que han hecho suya ésta que San Pablo llama "la energía que posee todo para someterlo todo a Cristo". (Ibidem.)
San Juan Crisóstomo y Mons. Romero, ¡rogad por nosotros! +