MONS. ROMERO EN BARCELONA
En mayo de 1979, Mons. Romero pasó 52 horas en España, pasando por los sitios nativos del Padre Francisco Coll y Guitart después de su beatificación en Roma por el Papa Juan Pablo II, a la cual Romero asistió por invitación de las Dominicas de la Anunciata, orden religiosa fundada por el P. Coll. Entre el 9 y el 11 de mayo, Mons. Romero pasó por Barcelona, visitó el municipio de Vic, fue al monasterio de Montserrat, y luego se trasladó a Madrid para salir de regreso a El Salvador.
El día en que Mons. Romero llegó a Barcelona había estado en Roma, visitando las criptas de los papas. “Junto a la tumba de San Pío X, oré intensamente,” escribe en su diario, “teniendo en cuenta todos los intercesores que significan para mí, sobre todo, los sepulcros de San Pedro y de los últimos papas.” (Su Diario, Miércoles 9 de mayo de 1979.) Todo el recorrido sería un peregrinaje. El Papa Benedicto XVI, visitando Barcelona en el 2010 explica la peregrinación diciendo que, “En ocasiones hay que salir de la vida cotidiana, del mundo de lo útil, del utilitarismo, para ponerse verdaderamente en camino hacia la trascendencia, trascenderse a sí mismo y la vida cotidiana.” (Respuestas de Benedicto XVI a los periodistas.)
Para Romero en 1979, habían elementos de esta separación de “la vida cotidiana”, y de la realidad intensa que estaba viviendo. Al mismo tiempo, Mons. Romero no tenía un refugio para olvidar sus deberes, y las grandes responsabilidades de su ministerio. Antes de aterrizar en Barcelona, había sido notificado de la Masacre de la Catedral, como ahora se conoce el incidente en que 24 personas fueron acribilladas en las gradas de la Catedral Metropolitana de San Salvador mientras Romero se encontraba afuera del país. (Ver video informe.) Durante su peregrinaje por España, Mons. Romero trataría de poner en equilibrio su búsqueda de la “trascendencia” y la reflexión con la necesidad de estar a costas de la realidad de su país lejano.
Mons. Romero comenzó en Barcelona: “me condujeron con un taxi ... por todas las calles principales de Barcelona, principalmente, junto a la iglesia de la Sagrada Familia.” (Diario, Id.) El siguiente día, Mons. Romero visitó la Catedral de Vic. “Después tuve la dicha de ir a visitar la tumba del padre Antonio María Claret, fundador de los claretianos.” (Diario, jueves 10 de mayo.) “Para mí significa mucho esta población de Vich”, comentaba en su Diario, “ya que aquí están los orígenes del padre Claret, cuyos misioneros inspiraron mis primeros años de seminario”. (Id.) En la tumba, Mons. Romero se encontró con una imagen del P. Claret y sus compañeros: “nombres que yo conocí desde mis primeros años de seminario”. (Id.)
La siguiente parada en el peregrinaje sería Gombrèn, el pueblo donde nació el padre Francisco Coll, el mismo que recién había sido beatificado. “Fui también a visitar la iglesia donde fue bautizado”, indica en su Diario, “y al regresar, celebré la misa en la capillita que abarca la casita primitiva del padre Coll, junto con cuatro religiosas”. (Id.) Pero era imposible no pensar en la grave situación de su rebaño: “tuve una Eucaristía muy íntima evocando las grandes necesidades de mi país”. (Id.) Debe haber sido una plegaria muy singular: “Con las religiosas hemos pedido mucho para que nuestra vida de la Iglesia y del país encuentren una solución conforme al corazón de Dios”. (Id.)
El siguiente día, Mons. Romero vuelve a celebrar una misa con las monjas que le daban hospedaje: “en la capilla de las hermanas ancianitas y enfermas, donde les invité a unirse en oración con las necesidades de la Iglesia y que eran una fuerza muy grande para la Iglesia universal”. (Id.) Después de esa misa, seguía el recorrido: “pasamos muy cerca de la cueva de Manresa donde San Ignacio hizo sus ejercicios espirituales y escribió el libro famoso de los ejercicios”. (Id.) Otra vez, Mons. Romero pasaba por un lugar con significado importante para su propia espiritualidad. Los ejercicios espirituales de San Ignacio habían sido parte de su devoción y su lema episcopal, “Sentir Con La Iglesia”, se deriva de los ejercicios.
La última estación de su peregrinaje por Cataluña sería el monasterio de Montserrat, ubicado en las alturas de una montaña rocosa donde ha existido una comunidad monástica desde el año 1011. “Era la hora en que los monjes benedictinos se preparaban para cantar su misa de la abadía, en catalán, pero con una piedad y un ritmo gregoriano verdaderamente emocionantes”. (Id.) En el santuario, ubicado con vistas espectaculares de los precipicios de la montaña se custodia una importante imagen, la Virgen de Montserrat. Afuera del templo hay altares con miles de velas que celebran los títulos de la Virgen: Reina de los Ángeles, Reina de todos los Santos, Reina de los Mártires, Reina de la Paz, etc. Mons. Romero se detuvo a rezarle un Rosario.
En su exhortación final, Mons. Romero instó a España a vivir su “gran misión de Iglesia” y a luchar contra la “indiferencia” o el “desconocimiento” sobre los problemas de América Latina. (Id.) Afortunadamente, su súplica fue atendida: desde 1983 funciona en Barcelona un Comité Óscar Romero, y decenas de otros comités existen en varias otras ciudades españolas, inspirados en valores de justicia, solidaridad y fraternidad cristiana. Segun el sitio web de los Comites, “Organizan viajes solidarios a Latinoamérica y Jornadas de Reflexión sobre temas específicos. Publican libros y otros materiales en apoyo a su labor”. En fin, atienden al llamamiento que hizo Mons. Romero de llevar “misión de Iglesia”.
El día en que Mons. Romero llegó a Barcelona había estado en Roma, visitando las criptas de los papas. “Junto a la tumba de San Pío X, oré intensamente,” escribe en su diario, “teniendo en cuenta todos los intercesores que significan para mí, sobre todo, los sepulcros de San Pedro y de los últimos papas.” (Su Diario, Miércoles 9 de mayo de 1979.) Todo el recorrido sería un peregrinaje. El Papa Benedicto XVI, visitando Barcelona en el 2010 explica la peregrinación diciendo que, “En ocasiones hay que salir de la vida cotidiana, del mundo de lo útil, del utilitarismo, para ponerse verdaderamente en camino hacia la trascendencia, trascenderse a sí mismo y la vida cotidiana.” (Respuestas de Benedicto XVI a los periodistas.)
Para Romero en 1979, habían elementos de esta separación de “la vida cotidiana”, y de la realidad intensa que estaba viviendo. Al mismo tiempo, Mons. Romero no tenía un refugio para olvidar sus deberes, y las grandes responsabilidades de su ministerio. Antes de aterrizar en Barcelona, había sido notificado de la Masacre de la Catedral, como ahora se conoce el incidente en que 24 personas fueron acribilladas en las gradas de la Catedral Metropolitana de San Salvador mientras Romero se encontraba afuera del país. (Ver video informe.) Durante su peregrinaje por España, Mons. Romero trataría de poner en equilibrio su búsqueda de la “trascendencia” y la reflexión con la necesidad de estar a costas de la realidad de su país lejano.
Mons. Romero comenzó en Barcelona: “me condujeron con un taxi ... por todas las calles principales de Barcelona, principalmente, junto a la iglesia de la Sagrada Familia.” (Diario, Id.) El siguiente día, Mons. Romero visitó la Catedral de Vic. “Después tuve la dicha de ir a visitar la tumba del padre Antonio María Claret, fundador de los claretianos.” (Diario, jueves 10 de mayo.) “Para mí significa mucho esta población de Vich”, comentaba en su Diario, “ya que aquí están los orígenes del padre Claret, cuyos misioneros inspiraron mis primeros años de seminario”. (Id.) En la tumba, Mons. Romero se encontró con una imagen del P. Claret y sus compañeros: “nombres que yo conocí desde mis primeros años de seminario”. (Id.)
La siguiente parada en el peregrinaje sería Gombrèn, el pueblo donde nació el padre Francisco Coll, el mismo que recién había sido beatificado. “Fui también a visitar la iglesia donde fue bautizado”, indica en su Diario, “y al regresar, celebré la misa en la capillita que abarca la casita primitiva del padre Coll, junto con cuatro religiosas”. (Id.) Pero era imposible no pensar en la grave situación de su rebaño: “tuve una Eucaristía muy íntima evocando las grandes necesidades de mi país”. (Id.) Debe haber sido una plegaria muy singular: “Con las religiosas hemos pedido mucho para que nuestra vida de la Iglesia y del país encuentren una solución conforme al corazón de Dios”. (Id.)
El siguiente día, Mons. Romero vuelve a celebrar una misa con las monjas que le daban hospedaje: “en la capilla de las hermanas ancianitas y enfermas, donde les invité a unirse en oración con las necesidades de la Iglesia y que eran una fuerza muy grande para la Iglesia universal”. (Id.) Después de esa misa, seguía el recorrido: “pasamos muy cerca de la cueva de Manresa donde San Ignacio hizo sus ejercicios espirituales y escribió el libro famoso de los ejercicios”. (Id.) Otra vez, Mons. Romero pasaba por un lugar con significado importante para su propia espiritualidad. Los ejercicios espirituales de San Ignacio habían sido parte de su devoción y su lema episcopal, “Sentir Con La Iglesia”, se deriva de los ejercicios.
La última estación de su peregrinaje por Cataluña sería el monasterio de Montserrat, ubicado en las alturas de una montaña rocosa donde ha existido una comunidad monástica desde el año 1011. “Era la hora en que los monjes benedictinos se preparaban para cantar su misa de la abadía, en catalán, pero con una piedad y un ritmo gregoriano verdaderamente emocionantes”. (Id.) En el santuario, ubicado con vistas espectaculares de los precipicios de la montaña se custodia una importante imagen, la Virgen de Montserrat. Afuera del templo hay altares con miles de velas que celebran los títulos de la Virgen: Reina de los Ángeles, Reina de todos los Santos, Reina de los Mártires, Reina de la Paz, etc. Mons. Romero se detuvo a rezarle un Rosario.
En su exhortación final, Mons. Romero instó a España a vivir su “gran misión de Iglesia” y a luchar contra la “indiferencia” o el “desconocimiento” sobre los problemas de América Latina. (Id.) Afortunadamente, su súplica fue atendida: desde 1983 funciona en Barcelona un Comité Óscar Romero, y decenas de otros comités existen en varias otras ciudades españolas, inspirados en valores de justicia, solidaridad y fraternidad cristiana. Segun el sitio web de los Comites, “Organizan viajes solidarios a Latinoamérica y Jornadas de Reflexión sobre temas específicos. Publican libros y otros materiales en apoyo a su labor”. En fin, atienden al llamamiento que hizo Mons. Romero de llevar “misión de Iglesia”.
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