Varios argumentos apoyan la hipótesis de
que Mons. Óscar A. Romero de El Salvador murió un mártir, asesinado por
perseguidores que lo ultimaron por odio a la fe. En un post
anterior, había propuesto que se puede mostrar el
martirio acreditando a Mons. Romero como un “mártir de la caridad” tal como San
Lorenzo de Roma o San Maximiliano Kolbe; mediante el reconocimiento de que fue
asesinado a causa de la aversión de sus asesinos a los principios de la
Doctrina Social de la Iglesia; y como un rechazo violento al contundente
último sermón de Romero sobre la primacía de la Ley de Dios. También podemos
discernir el odio de la fe desde la Doctrina de la Seguridad Nacional (DSN)
de cual los asesinos de Romero eran afines.
El tema es un poco denso, pero el argumento
se puede ilustrar acertadamente por referencia al mundo de las populares películas
“Matrix”. En el universo “Matrix”, la fachada de la sociedad es en
realidad un espejismo generado por ordenador y patrullado por “Agentes”
humanoides que se dedican a eliminar tanto los virus informáticos como los
luchadores por la libertad porque ambos amenazan la matriz (o “Matrix”). Los agentes son programas de
ordenador que en realidad no tienen sentimientos o emoción, sino que están
escritos para identificar y erradicar rápidamente aquellos que buscan escapar
del sistema y la auto-determinación. Del mismo modo, los escuadrones de la
muerte que responden a la DSN pueden no profesar ningún sentimiento antitético
a la fe cristiana, pero estaban adoctrinados para identificar automáticamente para
el asesinato a los defensores de la doctrina social de la iglesia. En
consecuencia, los ejecutores de la DSN habitualmente
y predeciblemente han perseguido a los cristianos. La Doctrina de la Seguridad
Nacional es, por así decirlo, una “app” para el odio de la fe.
La DSN fue desarrollada en América del Sur
y ha figurado en conflictos tales como la “Guerra Sucia” en Argentina, y los
conflictos internos en Chile, Brasil, Guatemala y El Salvador. El general
brasileño Umberto Peregrino enumeró algunos de los componentes principales de
la ideología de la DSN tal como: (1) la creencia de que la sociedad está sumida
en una “guerra total” que impregna y subyace aquella sociedad particular
(aunque, al igual que en “Matrix”, la
apariencia superficial puede parecer tranquila o normal); (2) la convicción de
que los militares deben llevar la conducta de todos los asuntos nacionales
hasta que se alcance una solución (al igual que los “Agentes” en “Matrix”); y (3) la necesidad de tener
una “subordinación intransigente de las
actividades básicas de la nación a su seguridad” (es decir, la libertad
individual viene en segundo lugar, si es que cuenta en total) [BRUNEAU, The Church in Brazil: The Politics of
Religion, pág. 59 .] En su última finalidad, la DSN pretende suplantar la
religión como verdad absoluta. En palabras del general Golbery do Couto e
Silva, el padre de la DSN brasileña:
Ser nacionalista es estar siempre dispuesto
a renunciar a cualquier doctrina, cualquier teoría, cualquier ideología,
sentimientos, pasiones, ideales y valores, tan pronto como aparezcan [ser]
incompatibles con la lealtad suprema, que se debe a la nación por encima de
todo lo demás. El nacionalismo es, debe ser, y no puede ser otra cosa que un
Absoluto en sí mismo.
[COMBLIN, The Church and the National Security State, 78.] En su libro, José
Comblin afirma que la Doctrina de la Seguridad Nacional ofrece una sociedad que
parece a nivel de superficie ser compatible con los principios cristianos. Sus
líderes civiles y militares adoptan el lenguaje y simbolismo religioso para
respaldar al proyecto nacionalista. Además, apelan a los sentimientos
religiosos de la población y de la iglesia ofreciendo conceder o restaurar
ciertos privilegios a la iglesia, tal como el derecho a enseñar la religión en
las escuelas públicas, a censurar publicaciones que desafían ciertas enseñanzas
de la iglesia, y poner en práctica un código moral ostensiblemente basado en el
código moral cristiano, pero que en realidad sirve el objetivo estatal de
regular estrechamente la conducta privada. Pero la iglesia reconoce la oferta
como una estratagema manipuladora para subordinar la fe cristiana a la DSN.
COMBLIN, 80-84. Por otra parte, la iglesia se ve obligada a configurar una
oposición relativamente unificada y vigorosa, debido a brutalidades e
injusticias de escala y gravedad que no dejan otra alternativa que oponerse a la
DSN.
Por ende, los obispos latinoamericanos en
Puebla denunciaron las manifestaciones de DSN en todo el continente: “las ideologías de la seguridad nacional han
contribuido a fortalecer, en muchas ocasiones, el carácter totalitario o
autoritario de los regímenes de fuerza de donde se ha derivado el abuso del
poder y la violación de los derechos humanos. En algunos casos pretende amparar
sus actitudes con una subjetiva posesión de fe Cristiana”. [Puebla (1979)
Doc. No. 49.] Por su parte, Mons. Romero condenó la DSN como una nueva forma de
idolatría: “La omnipotencia de estos
regímenes de seguridad nacional, el total desprecio hacia el individuo y sus
derechos, la total falta de ética en los medios para lograr sus fines, hace que
la seguridad nacional se convierta en un ídolo, parecido al dios Moloc, en cuyo
nombre se sacrifican cotidianamente numerosas víctimas”. [Cuarta Carta
Pastoral de Mons. Romero.]
Los estudios sobre la existencia y
naturaleza de la DSN está bien establecidos; la Iglesia la reconoce; y el grado
en que la DSN figura entre los motivos para asesinar a Mons. Romero ha sido
parte importante del análisis del «odium
fidei» (odio a la fe) en su proceso de beatificación. La evidencia incontrovertida—confirmada
por un informe de la Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas, una
investigación de la OEA, y el fallo de un tribunal federal de Estados Unidos—establece
que el asesinato de Mons. Romero fue ordenado por el Mayor
Roberto D’Aubuisson. En El Salvador, nadie ha personificado la
ideología de la DSN más que D’Aubuisson. Al igual que los agentes de “Matrix”, D’Aubuisson creyó que un inframundo
yacía oculto debajo de la realidad aparente, que podría no ser detectado
incluso por los que estaban involucrados en él. “La cosa es que se puede ser comunista sin saber que es comunista. No
hay necesidad de saber que es comunista”, se le ha citado decir. D’Aubuisson
recogió esas ideas de conferencias internacionales organizadas por creyentes de
la DSN en América del Sur, incluyendo en Chile y Argentina.
También al igual que los agentes de “Matrix”, D’Aubuisson señaló a los
cristianos para la persecución. En sus blancos con mayor frecuencia, además de los
Marxistas abiertamente declarados (que eran pocos e infrecuentes en El
Salvador), estuvieron los democristianos, los jesuitas, y los partidarios de la
Teología de Liberación—todos ellos afiliados de alguna manera con la fe
cristiana. Influenciado por el dictador boliviano Gral. Hugo Banzer, la Unión
Guerrero Blanco de D’Aubuisson lanzó una campaña de terror en El Salvador, repartiendo
panfletos con el lema ominoso, “Haz
Patria, Mata un Cura”. El sindicato terrorista emitió su infame “Orden de Guerra
No. 6”, exigiendo que todos los jesuitas abandonaran el país a pena de ser
ejecutados. El amigo de Romero Rutilio
Grande fue la primera víctima de esta vil campaña.
Al igual que los agentes de “Matrix”, D’Aubuisson creyó que la
realidad de El Salvador era un holograma engañoso que ocultaba una “guerra
total”, desconocida incluso a los que la instigaban, pero obvia para él. La DSN
situó a los cristianos en los blancos para eliminación y siempre con la
justificación de que era una purga necesaria. En pocas palabras, la ideología
de la DSN efectuó el odio de la fe.
No comments:
Post a Comment