Monday, January 02, 2012

MONS. ROMERO Y SU CATEDRAL


Imagínense”, dijo Mons. Romero, “que alguien les dice: esta Catedral tan hermosa se va a derrumbar, y no quedará piedra sobre piedra”. (Homilía del 13 de noviembre de 1977.) Si alguien pensara invocar a Mons. Romero en la polémica sobre el desmantelamiento de los espejuelos de Fernando Llort de la fachada de la Catedral Metropolitana de San Salvador, difícilmente encontraría una palabra simpatizadora en la prédica de Romero. En la homilía citada anteriormente, por ejemplo, monseñor se refería a la amenaza de Cristo de destruir el Templo de Jerusalén, que era “mucho más hermoso que nuestra Catedral”. (Ibid.)
Foto: Catedral en 1989.  Cortesía DWKCommentaries.
En otra ocasión, Mons. Romero advirtió que fijarse en los aspectos artísticos de una catedral es pasar por alto el verdadero valor de la iglesia. Monseñor relata un cuento en que a tres trabajadores extrayendo piedra para una catedral gótica les preguntan por qué estaban en ese arduo trabajo. El primero cita razones económicas—este era “materialista”, dice monseñor. El segundo señala valores artísticos—este era “un poco más espiritual, pero no había llegado a la cumbre”, comenta monseñor. El que da la respuesta más acertada es el que contesta, “Porque es para una catedral, porque desde allí se elevarán muchas plegarias a Dios, y yo anticipo ya en mi trabajo la oración. Estoy picando piedras y orando”. (Hom. 10 de julio de 1977.)

Según el mito popular de “San Romero”, este optó decisivamente por no completar la obra de catedral para no restarle recursos a los pobres. En la actualidad, Mons. Romero impulsó la construcción de la catedral, interpelando en reiteradas ocasiones para recabar los fondos necesarios para sacar adelante la obra, y lo hizo en términos no ambiguos. “Ayudar a la Catedral es un deber”, dijo en una ocasión, citando el ejemplo de una persona que dejó un sobre con “una cantidad de dinero que corresponde a la décima parte de su salario como ofrenda a Nuestro Señor”. (Hom. 23 de julio de 1978). En otra ocasión, agradeció el aporte de una madre de un desaparecido que había enviado “su pobre ofrenda de 10.00 para nuestra Catedral”. (Hom. 1 de julio de 1979.) Seis meses antes de su martirio, Mons. Romero seguía suplicando: “Quiero pedirles, queridos hermanos, por nuestra Catedral, que está en un momento muy difícil y allá está la secretaría donde pueden ayudarnos llevando ayudas, ya sea en efectivo o en los materiales que ya pueden indicar”. (Hom. 30 de septiembre de 1979.)

El avance de la construcción fue impedido por las complicaciones de la vida política de El Salvador a fines de los años 70. Para fines de 1979, los esfuerzos habían llegado a “un impasse muy serio”. (Hom. 23 de septiembre de 1979.) La razón eran las constantes ocupaciones de la catedral por las organizaciones populares, cuyos derechos de participación Mons. Romero apoyaba, pero cuya táctica de tomas de las iglesias, le dejaban un mal sabor al arzobispo: “con las ocupaciones”, explicaba monseñor, “ha sufrido trastornos muy serios no sólo en su culto, sino también en su construcción”. (Ibid.) Pero no solo la izquierda impidió el trabajo: en mayo del 79 la organización ultraderechista Unión Guerrera Blanca se atribuyó el asesinato de Carlos Humberto Montoya Ortiz, quien trabajaba en la contabilidad de la construcción de la Catedral y en el Secretariado Interdiocesano Social. (Hom. 27 de mayo de 1979.)

Para salir de estos aprietos, la comisión de Mons. Romero buscó salidas practicas a la falta de recursos. “Vamos a ver como conseguimos el dinero que hace falta para terminar la cúpula, que es lo que urge”, dijo Mons. Romero, “y después, aunque sea en forma pobre, vamos a cubrir los ventanales y aunque sea sobre tierra ya podemos habilitar la Catedral, una Catedral de un pueblo pobre”. (Hom. 23/9/1979, Supra.) En su diario, monseñor relata cómo la comisión se rebuscaba para solventar la problemática: “se ofreció sacar del banco prestado sobre nuestras mismas cédulas hipotecarias, o pedir al padre Sáenz [Fernando Sáenz Lacalle, después arzobispo de San Salvador], a quien se le ha prestado un dinero para su construcción, adelante su devolución”. (SU DIARIO, 19 de septiembre de 1979.) Al fin, fue Mons. Sáenz Lacalle, el que logró la creación de la Fundación Catedral, presidida por el reconocido banquero Archi Baldocchi y conformada por los también empresarios José Alfredo Dutriz, Boris Eszerski, Roberto Llach Hill, Carlos Enrique Araujo, Francisco Callejas y Roberto Murray Meza, que recaudó 30 millones de colones para finalizar la construcción de la Catedral (C.G. Ramos, ENVIO), incluyendo la instalación del mosaico de azulejos de Fernando Llort (Carías y Vaquerano, EL FARO).

La catedral de Mons. Romero, según su arzobispo mártir, siempre ha tenido que ser controversial: “precisamente por ser el signo de la Iglesia tiene que ser el blanco de las contradicciones, objeto de muchas murmuraciones pero también objeto de mucha generosa colaboración”. (Hom. 21 de mayo de 1978.)

Ver también:

Polemica de los Espejuelos (inglés)
Historia de la Catedral (inglés)
El destino de la 1era catedral de Mons. Romero (Santiago de María)

Otras Perspectivas Caso Llort:

El Diario de Hoy  (Anónimo)
El Diario de Hoy (López)
La Prensa Gráfica
Diario Co Latino
El Faro (Lindo)
El Faro (Menéndez)
El Faro (Salamanca)
El Faro (Silva I)
El Faro (Silva II)
El Faro (Tobar)
El Mundo
La Página
ContraPunto
Hunnapuh
Linda's El Salvador Blog (inglés)
Tim's El Salvador Blog (inglés)

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