AÑO
JUBILAR por el CENTENARIO del BEATO ROMERO, 2016 — 2017:
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A la par de la frase
romeriana en las estampitas de recuerdo se aprecia el escudo diseñado para el
primer cardenal salvadoreño. Contemplar
estos elementos me hace reflexionar sobre el hecho inédito que es el
nombramiento cardenalicio de Rosa Chávez, y ofrezco tres profundizaciones: (1)
cómo el nombramiento de Rosa Chávez es realmente una concesión a una causa; (2)
las diferencias entre Rosa Chávez y Mons. Romero; y (3) cómo el cardenalado de
Rosa Chávez puede aproximarlo aún más a su santo patron.
El escudo de
Rosa Chávez contiene varios elementos que llaman la atención. El diseño consiste de cuatro paneles con
símbolos de su ministerio. El primer
panel es una estrella que representa la Virgen María, y es prácticamente igual
a la estrella que figura en el escudo del Papa Francisco y que lleva el mismo
significado. El segundo panel lleva una
palma, que representa los mártires de la Iglesia Salvadoreña, casi todos
conocidos por el prelado. El tercer
panel lleva una ramita de romero, símbolo obvio de Óscar Romero, que también
figuraba en el escudo episcopal del IV Arzobispo de San Salvador. Finalmente, el cuarto panel presenta dos
manos que se extienden una hacia la otra, que significa la “opción preferencial
por los pobres” de la eclesiología latinoamericana encarnada por Romero y los
mártires.
En fin, es
impresionante ver como este estandarte de Rosa Chávez parece advertirnos que
este nombramiento cardenalicio es para Romero (así lo ha dicho el mismo Rosa
Chávez), es para los mártires, es para la Iglesia Salvadoreña. No se ve un solo símbolo en representación de
Gregorio Rosa: ni su escudo familiar, ni las montañas de su natal Morazán, ni
la bandera de su ciudad. A través de su
escudo vemos como Rosa Chávez se vacía de si mismo, se hace totalmente a un lado,
para ceder el paso a otros que considera los verdaderos merecedores de su
nombramiento. Esto me parece bastante
inusual. No se ve normalmente en los
nombramientos de otros cardenales que se otorgue el honorifico no a un hombre
sino que a toda una causa. Ni en los
casos en los que un seguidor de uno más grande en la Iglesia ha sido
elevado—como cuando Lois Capovilla el secretario de San Juan XXIII, o Stanisław
Dziwisz, el secretario de San Juan Pablo II fueron nombrados—se vio tal
sumisión por parte del homenajeado por su fiador.
El segundo
aspecto para reflexionar es algo que no se ha desarrollado en los comentarios
que se han hecho sobre el nombramiento de Rosa Chávez, que suele enfatizar la
definición del nuevo cardenal como seguidor de Romero, amigo de él, inspirado
por él, evidentemente muy devoto de él, y por ende se presume que existe una
unidad de identidad entre los dos. Sin
embargo, en realidad, hay que admitir que no son la misma persona. Hay diferencias entre los dos. Para honrar la persona de Rosa Chávez tenemos
que admitir que él no es Romero, y no debemos esperar que se va a convertir en
Romero después del miércoles. ¿Cuáles
son las diferencias entre el Beato Romero y el Cardenal Rosa? En primer lugar, Romero es único: producto de
su tiempo, su entorno, su trayectoria personal, la hora histórica que le toco
vivir y sobre todo su glorioso martirio.
Rosa Chávez es en realidad más
progresista que Romero, pero jamás logró el mismo impacto sobre la sociedad
salvadoreña que tuvo Romero por todo lo antes mencionado y porque Rosa Chávez
no ha tenido un púlpito imponente, como el Arzobispado de San Salvador.
En este
consistorio, Rosa Chávez será el centro de la atención. Esto se debe a varios
factores, incluyendo las circunstancias inusuales de su nombramiento, como el
hecho de ser el primer obispo auxiliar en ser nombrado cardenal. También ayuda el hecho de ser inducido entre
un grupo inusualmente pequeño—significa que cada nuevo cardenal recibirá
bastante atención por parte de los medios, y ya hemos visto las decenas de
entrevistas, las notas en la prensa nacional e internacional, y constante
atención en las redes sociales. Es posible
imaginar que el cardenalado se convierta en el púlpito imponente que Rosa
Chávez jamás tuvo anteriormente y que podría ahora ayudarle a catapultarse a
una estatura que se aproxime de manera más cercana a su leyendario mentor.
Dicen que el famoso
vidente de la Edad Media Nostradamus se encontró una vez con un grupo de monjes
jóvenes y se arrodillo ante uno de ellos, llamándolo “Su Santidad”. Asegura el
relato que ese mismo muchacho fue elegido décadas después como el Papa Sixto V. Cuando yo conocí por primera vez a Rosa Chávez
años atrás en su parroquia de San Francisco en San Salvador, me incliné y le
besé el anillo episcopal como un gesto de reverencia por todo lo que representaba,
especialmente su lealtad sin recompensa y su solidaridad con la iglesia de los
pobres. Jamás pensé que estaba señalando
a un futuro “papable”. Sin embargo, si
resulta que mi gesto ha sido profético, que conste que el papa que ha predicho
se llamaría “Oscar I”.
Bloguero y futuro cardenal, 2008. |
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