#SanÓscarRomero #Beatificación
Queda
oficializado: desde el pasado domingo 14 de octubre de 2018, ya se puede decir
“San Óscar
Arnulfo Romero, Obispo y Mártir”. Así lo decretó el Papa Francisco, indicando
que su nombre se añada al santoral católico para recibir la digna reverencia
por toda la Iglesia.
Francisco
estructuró su catequesis por la canonización dedicándole el enfoque principal
en su homilía en italiano durante la Misa por las Canonizaciones a Pablo VI, y
regresando a Mons. Romero con más profundidad el siguiente día, en un discurso
en español durante una audiencia concedida a los peregrinos salvadoreños en Roma
por la canonización.
Durante la ceremonia del domingo, el Papa contextualizó a Romero entre un Jesús “radical” y un Pablo VI “profético”: Francisco dijo
que “Jesús es radical. Él lo da todo y lo pide todo: da un amor total y pide un corazón indiviso”. Agregó que “Jesús no se conforma con un porcentaje de amor: no podemos amarlo al veinte, al cincuenta o al sesenta por ciento. O todo o nada”.
Hablando de Pablo VI, Francisco dijo que había sido un “profeta de una Iglesia extrovertida que mira
a los lejanos y cuida de los pobres”.
Y añadió: “Es hermoso que junto a él ... se encuentre
Monseñor Romero, quien dejó la seguridad del mundo, incluso su propia
incolumidad, para entregar su vida según el Evangelio, cercano a los pobres y a
su gente, con el corazón magnetizado por Jesús y sus hermanos”.
Si durante la
canonización el Papa habló del corazón de Romero, al día siguiente
el énfasis estuvo sobre la mente de Romero y su Sentir con
la Iglesia. Después de escuchar una
exhortación del actual Arzobispo de San Salvador, Mons. José Luis Escobar Alas,
de abrir el proceso para que Romero sea reconocido como un Doctor de la
Iglesia, Francisco se refirió a Romero como “un
pastor insigne del continente americano”.
El Sumo
Pontífice declaró que “San Óscar Romero
supo encarnar con perfección la imagen del buen Pastor que da la vida por sus
ovejas” y, dirigiéndose a los obispos, aseveró que “pueden encontrar en él un ejemplo y un estímulo en el ministerio que
les ha sido confiado”. Después, hablando al clero y a los religiosos, los
instó: “háganse dignos de sus enseñanzas”. Encomendó los peregrinos laicos al “mensaje de san Óscar Romero” y,
refiriéndose a los habitantes de El Salvador, Francisco dijo en palabras
improvisadas que “el pueblo lo quería a
mons. Romero” porque “el Pueblo de
Dios sabe olfatear bien dónde hay santidad”.
Regresando a la
canonización, esta fue asistida por la Reina Sofía de España, los presidentes
de Italia, Chile, El Salvador, Panamá, y el Vicepresidente de Taiwán, entre
otros. Lideres religiosos incluyeron centenares
de obispos, arzobispos y cardenales, y también lideres de otras
religiones. La Iglesia Anglicana fue
representada por el ex Arzobispo de Canterbury Rowan Williams, mientras que el
actual arzobispo, Justin Welby, emitió un comunicado.
“El Beato Óscar Romero”, dijo Welby en su
mensaje escrito antes que Romero fuera canonizado, “es un verdadero ejemplo para todos los cristianos y particularmente
para nuestros hermanos obispos”.
Finalizó el prelado, “Al Beato
Óscar se le tiene en gran estima en la iglesia de Inglaterra”, explicando
que lo tienen en el calendario litúrgico y entre las estatuas de mártires del
siglo XX en la Abadía de Westminster.
La presencia de
los salvadoreños se hizo sentir en la Plaza de San Pedro durante la ceremonia y
las audiencias del Papa, como también por toda la ciudad donde los visitantes
se hicieron presentes en los grandes sitios turísticos de Roma. Muchos de ellos tuvieron que hacer
importantes sacrificios económicos para poder estar allí. Mientras tanto, en San Salvador, millares de
personas abatieron la Plaza Barrios enfrente de Catedral Metropolitana, para
seguir la ceremonia en vivo a las dos de la mañana, tiempo local, por medio de
pantallas gigantes.
Tal como ha sido
diseñado, una canonización en Roma es impactante, y así lo ha sido para los
seguidores de Romero, especialmente los salvadoreños que nunca habían
presenciado algo parecido. La magnitud
de la ceremonia ante 70.000 espectadores, la imagen de Romero en la “gloria de
Bernini” (la columnata de San Pedro), a la par de otros nuevos santos
universales, los cantares angélicos del coro vaticano, el evangelio leído en
griego y en latín; todo esto tiende a tener un efecto abrumador, un ataque a
los sentidos que disipa dudas y conquista mentes.
* * *
San Óscar
Arnulfo Romero, ¡ruega por nosotros!
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