El Viernes, 15 de agosto 2014, la Comunidad
de San Egidio de Roma encabezará un servicio de oración en la Basílica de San
Bartolomé en la Isla Tiberina—un santuario a los mártires modernos de la Iglesia—para mostrar su solidaridad con los cristianos perseguidos
de Irak y el Medio Oriente. Ese mismo día se conmemorará el 97°
aniversario del nacimiento del arzobispo mártir Mons. Oscar A. Romero de El
Salvador, cuyo libro de oraciones se mantiene como una reliquia en esa
iglesia. Este año, el cumpleaños de Romero llega en medio de un renovado clima
de persecución cristiana y su conmemoración ofrece una ocasión solemne para la
solidaridad, la oración, y la denuncia profética de estas situaciones injustas.
Aquí tres puntos para la reflexión y la
oración:
En primer lugar, la vida y el ejemplo de Mons.
Romero se convierten en un punto claro de referencia, que demuestra que la
persecución y el martirio siguen siendo vigentes para la Iglesia. Antes de
convertirse en una víctima de la persecución de la iglesia, Romero era una voz
valiente de denuncia de las políticas de la represión que tuvieron como
objetivo su Iglesia. “La persecución es
una realidad que es necesaria para la Iglesia”, declaró. “¿Saben por qué? Porque la verdad es
perseguida. Jesús dijo a sus discípulos: Si me persiguieron a mí, también a
vosotros os perseguirán (Juan 15:20)” (Homilía del 29 de mayo 1977.)
Recordó el corolario del Papa León XIII a las conocidas Cuatro Notas de la
Iglesia—es
Una, Santa, Católica y Apostólica— “yo añadiría otra: perseguida” (Ibíd.) “Una
Iglesia que no sufre la persecución no es la verdadera Iglesia de Jesucristo”,
declaraba Romero (Hom. 11 de marzo 1979. ) “Gracias
a Dios”, dijo Romero, “no sólo somos
conscientes de las historias de los mártires de los siglos pasados, pero también
somos conscientes de los mártires de nuestro tiempo”. (Hom. 14 de abril
1979.) Por ejemplo , “el Cardenal Wojtyla
nos recuerda los tiempos de las catacumbas y las épocas del circo [romano]”,
dijo Romero: “los tiempos de los mártires”.
(Hom. 29 de octubre 1978.) Romero siempre se unió en solidaridad cuando los
Papas de su tiempo pidieron oraciones por el conflicto en Tierra Santa y en la
región.
En segundo lugar, estamos viviendo un
momento que llama a la oración y la solidaridad. El viernes 15 de agosto, la
Iglesia italiana celebra su Jornada de oración por los cristianos perseguidos.
El sábado 16, el Papa Francisco proclamará beatos a 124 mártires en Corea, una
ocasión que seguramente le recordará al mundo de la situación urgente de los
cristianos en el Medio Oriente y en otras zonas de conflicto. El domingo 17 es
el día que los obispos de Estados Unidos han pedido oraciones por las
persecuciones de los “Nazaris” (los cristianos) en Irak. Los católicos
filipinos están instados a hacer el lunes 18 de agosto un día de oración por la
paz en Irak. En suma, si el tema de los tiempos comprueba la relevancia de
Mons. Romero, también podemos decir que la memoria de Romero se debe considerar
en una clave de solidaridad y de la oración, que ayuda a la reflexión recuperar
la plenitud e importancia de su significado.
Por último, también se puede unir nuestra
reflexión con una profunda contemplación de la Fiesta de la Asunción, y la
figura de la Madre de Cristo, que asciende al cielo en el amanecer de aquella
primera época de mártires. Sin embargo, la ascensión no fue de ninguna manera
una alienación: la Madre de Dios no abandona a la Iglesia al inicio de aquella
tribulación. En cambio, María se convierte en una luz que guía desde lo alto,
una antorcha que ofrece una perspectiva de trascendencia, y por lo tanto puede
dar un nuevo impulso e inspiración para los fieles. En las palabras de Mons.
Romero, “Tras la noche ya fulgura la
aurora, ya se lleva en el corazón la esperanza que no falla. ¡Va Cristo con
nosotros! No temamos”.
Que tengan una bendita Fiesta de la
Asunción, en que se conmemora el 97° aniversario del natalicio de Oscar Romero.
Pidamos su intercesión por nuestros hermanos y hermanas cristianos que sufren persecuciones
hoy en día.
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