Monseñor Óscar A. Romero le dijo
a su hermano Tiberio de que el secreto para ser feliz en la vida era rezar el “Angelus”.
Tiberio recuerda que su hermano le dijo que hiciera el rezo de tres avemarías
por la mañana y tres otra vez por la noche, el eje en torno al cual basara su
día. Tiberio también da fe de la eficacia de la práctica, diciendo que él ha llegado
a ver la vejez y ha desarrollado una fuerte devoción mariana, gracias al sabio consejo
espiritual que recibió de su hermano. Mons. Romero dio el mismo consejo que le
dio a su propio hermano a todos los fieles, el 7 de mayo de 1978, cuando
anunció que estaba instituyendo el rezo del “Angelus” en la arquidiócesis de
San Salvador.
“Quiero avisarles con gusto que desde este domingo”, dijo Mons.
Romero, “vamos a rezar juntos el Ángelus,
a través de la radio”. A Mons. Romero le agradecería escuchar que el
consejo que le dio su hermano Tiberio lo llevó a desarrollar una devoción
mariana, ya que, dijo monseñor a los fieles, esta “debe caracterizar las verdaderas personas católicas devotas de la Madre
de la Iglesia”.
Podemos pensar en tres razones por
que Romero se dedicó al Angelus. La primera es su estatus como una expresión
auténtica del sensus fidei: tiene una
lógica interna natural acerca que lo sugiere. De hecho, la oración surgió justo
como Mons. Romero la recomendó a su hermano, como tres avemarías, sin adornos ni
embellecimientos, litúrgicos o teológicos. Esta práctica se registró por
primera vez en los monasterios durante el siglo XI, los monjes rezaban tres
avemarías cuando sonaba la campana de la tarde. Las tres Avemarías invocan las
Tres Personas de la Trinidad, y de inmediato fija nuestro pensamiento, como
toda devoción mariana, justamente en Dios. Después, la práctica se hizo más
generalizada, y la costumbre surgió de decir el Ángelus en la mañana, al
mediodía y por la tarde, también, ayudando a romper el correr del día. Uno
puede ver la factibilidad de hacerlo antes del advenimiento de los relojes. La
famosa pintura de Jean-François Millet (foto) representa unos campesinos rezando el
Angelus en el campo. La característica del Angelus como elemento básico de la
piedad popular, de la sencilla sabiduría del pueblo de Dios, y como una
práctica perenne en la historia espiritual del cristianismo, habría sido
enormemente atractivo para Mons. Romero.
La segunda razón que Mons. Romero
se sintió atraído al Angelus sería su devoción personal mariana. En este
sentido, es muy providencial que Mons. Romero fuera asesinado el 24 de marzo de
1980, la víspera de la Fiesta de la Anunciación, lo que el Ángelus celebra y
conmemora. Por supuesto, no tenía forma de saberlo durante su vida, pero es muy
apropiado. Al otro extremo de su ciclo de vida, Óscar Romero nació el 15 de
agosto de 1917, en la fiesta de la Asunción de la Virgen. Nació en un departamento
de El Salvador llamado San Miguel, donde se venera una imagen de Nuestra Señora Reina de la Paz. En 1921, cuando Romero tenía sólo 4 años de edad, la imagen
fue concedida coronación canónica por el Papa Benedicto XV. La ceremonia fue
presidida por el obispo Juan Antonio Dueñas, el hombre que más tarde descubrió a
Romero y lo envió al seminario. Cuando el Padre Romero regresó a San Miguel
como un sacerdote ordenado en la década de 1940, fue puesto a cargo del cuidado
de la imagen de Nuestra Señora. En 1953, el Papa Pío XII la proclamó la Co-Patrona
de El Salvador. Esto fue confirmado y ampliado por el Papa Pablo VI en 1966.
Romero fue devoto de la Santísima Virgen por el resto de su vida.
Por último, el mismo Mons. Romero
nos explica el tercer motivo de su devoción por el Angelus, diciendo que los
fieles deben rezar el Angelus de modo que, “unidos
con el Papa que también lo hace al mediodía en Roma todos los domingos, recemos
este saludo a la Virgen orando por tantas necesidades de la Iglesia”. Mons.
Romero recogía la señal de la Radio Vaticana en su radio de onda corta, y
escuchaba la recitación del Ángelus del Santo Padre todos los domingos. Mons.
Romero solía entrelazar algunos de los comentarios del Papa en sus propios
sermones dominicales. “Hermanos, la
gloria más grande de un pastor es vivir en comunión con el Papa”, declaró Mons.
Romero. “Para mí”, agregó, “es el secreto de la verdad y de la eficacia
de mi predicación estar en comunión con el Papa”. La adición del Angelus a
su repertorio espiritual fue una manera muy visible para Mons. Romero de
ponerse en sintonía con el Pontífice, de indicar su intención de seguir el
ejemplo del Papa con respecto a su magisterio, y de emular al Santo Padre en
sus prácticas espirituales.
Las razones por el interés de Mons. Romero por
el Angelus son relevantes también para nosotros. Como una oración sencilla que
puede ser recitada en cualquier lugar, el Ángelus es la devoción por excelencia
de una “Iglesia pobre para los pobres”, que nos ayuda a centrarnos en el
espíritu de la pobreza de las Bienaventuranzas. Como devoción mariana, el
Ángelus nos ayuda a ver en el “sí” de María la apertura a la voluntad de Dios
que nos ligará más estrechamente con nuestra propia fe. Por último, al duplicar
la oración del Romano Pontífice, el Ángelus es nuestra insignia de lealtad hacia
la Iglesia y a la misión que estamos llamados a asumir juntos.
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