El último giro en la historia inverosímil de Mons. Óscar A. Romero ha sido una misa celebrada en San
Salvador para bendecir una estatua del prospectivo santo salvadoreño. Esta misa—para
bendecir una estatua—estuvo presidida por el Nuncio Apostólico, concelebrada con
el obispo auxiliar de San Salvador, con la participación del ex presidente de
El Salvador, así como el actual presidente de la Asamblea Legislativa de El
Salvador, y un representante de la República de Taiwán. La siguiente parada de
esta estatua es el Jardín “El Salvador”, en Roma. Será interesante ver quién llega
a dar la bienvenida a su llegada a la capital italiana.
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La ceremonia fue conmovedora por otras razones. La liturgia se celebró en
el mismo altar donde el arzobispo fue asesinado hace 34 años. Desde el altar, Mons.
León Kalenga, el representante del papa, nacido en Ghana, recordó a la asamblea
que se paraba donde Mons. Romero fue asesinado en 1980. “Monseñor Romero fue un gran pastor y hombre de paz”, dijo Kalenga. “Me encuentro en el lugar exacto donde ... Monseñor Romero encontró la muerte pero su sangre no fue semilla de odio, ni enemistad. Sino de reconciliación y perdón, estemos felices para bendecir esta imagen de nuestro amado Monseñor Óscar Romero”, añadió el prelado.
También estuvieron presentes los dos hermanos sobrevivientes de Romero, así
como su vicario general, quien ahora es presidente de la Fundación Romero en El
Salvador, Mons. Ricardo Urioste. “La
verdad, la libertad, la justicia y la paz fueron los pilares de la causa de
Monseñor Romero”, dijo Urioste.
La obra fue creada por el escultor salvadoreño Guillermo Perdomo.
Por su parte, el Presidente de la Asamblea, Sigfrido Reyes, consideró que
seguramente, Mons. Romero estaría feliz con el hecho de que su imagen se instale
en Roma,
la ciudad que tanto amó, donde fue consagrado sacerdote, y expresó un deseo:
“Espero que pronto el Papa Francisco nos anuncie
la noticia que tanto esperamos—¡la beatificación y posterior canonización de
San Romero de América!”
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