Wednesday, March 12, 2014

El Rostro de Cristo




Con el Padre Rutilio Grande.





Después de animarnos a hacer nuestro sacrificio de Cuaresma un acto de solidaridad con los pobres, el Papa Francisco nos asegura en su mensaje de Cuaresma que hacerlo nos llevará a Cristo. “En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo”, escribe el Pontífice. “Amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo”. Monseñor Óscar A. Romero de El Salvador lanzó insistentemente el mismo mensaje un mes antes de su asesinato en 1980.  Notamos que cada vez, en este acercarse al pobre”, predicó con mucho fervor, “descubrimos el verdadero rostro del siervo sufriente de Yahvé”.

En cierto sentido, Romero estaba tratando de descubrir el verdadero rostro de Cristo a lo largo de toda su vida. En su juventud, Romero estudió el ascetismo, que promueve la auto-negación como una manera de encontrar a Dios. El ascetismo ha sido comparado con “el deseo irresistible” de una mosca de acercarse a una llama con poco cuidado por su propio bienestar físico. (Joseph Campbell, Thou Art That: Transforming Religious Metaphor, New World Library, Novato, California, 2001, pág. 21). Del mismo modo, un asceta se esfuerza por acercarse a Dios con aparentemente poca consideración por su propio sufrimiento y privaciones. A lo largo de su vida, Romero practicó la abstinencia y la mortificación de la carne, prácticas ascéticas atemporales destinadas a avanzar el alma hacia Dios. Después que Romero fue asesinado, un colaborador encontró una cadena penitencial en la gaveta de su mesa de noche. Pero la máxima expresión de ascetismo de Romero fue su identificación radical con los pobres.  Romero vivió como pobre, y murió por defender a los pobres.

La Iglesia no es un reducto separado de la ciudad”, dijo Romero, “sino seguidora de aquel Jesús que vivió, trabajó, luchó y murió en medio de la ciudad, en la "polis".”  En este sentido, dijo Romero, son los pobres los que dan orientación a la Iglesia: “Los pobres son los que nos dicen qué es el mundo y cuál es el servicio eclesial al mundo. Los pobres son los que nos dicen qué es la "polis", la ciudad y qué significa para la Iglesia vivir realmente en el mundo”.  Por tanto, insistió Romero, “de ese mundo, de los pobres, decimos que es la clave para comprender la fe cristiana, la actuación de la Iglesia”.

Monseñor Romero reformuló la máxima de San Ireneo «Gloria Dei, vivens homo» (la gloria de Dios es que el hombre viva) en su aforismo salvadoreña actualizada, «Gloria Dei, vivens pauper» (la gloria de Dios es que el pobre viva).  Creemos que desde la trascendencia del evangelio podemos juzgar en qué consiste en verdad la vida de los pobres”, dijo Romero, “y creemos también que poniéndose del lado del pobre e intentando darle vida sabremos en qué consiste, la eterna verdad del evangelio”.

SIGUE: cómo la pobreza hecha luz sobre el pecado

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