AÑO
JUBILAR por el CENTENARIO del BEATO ROMERO, 2016 — 2017:
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La presentación, 14 de marzo de 2017, El Paisnal, El Salvador. |
A la par de las
tumbas del P. Rutilio Grande y sus compañeros “mártires” Manuel Solórzano y
Nelson Lemus, sepultados bajo el piso de la Iglesia San José en El Paisnal, el
Arzobispo de San Salvador, Mons. José Luis Escobar Alas, presentó una
monumental nueva carta pastoral sobre la persecución de la Iglesia Salvadoreña
y los mártires que produjo. [Texto integral.]
Titulada «Ustedes También Darán Testimonio, Porque Han
Estado Conmigo Desde el Principio» (Cf.,
Jn 15, 27), la segunda carta pastoral del Arzobispo Escobar coincide con el 40 ° aniversario del martirio del P. Rutilio Grande—hecho que no pasa desapercibido
en el texto del arzobispo. El jerarca
católico tilda de “grave” que “a cuarenta años de la muerte martirial del
Presbítero Rutilio Grande García S.J.; quiero y tengo que aceptar por justicia,
verdad y caridad que atravesamos en la Arquidiócesis salvadoreña, el umbral del
tercer milenio sin haber pronunciado una palabra de reconocimiento sobre todas
y todos aquellos que fueron víctimas de persecución, tortura, represión; y en
sus últimas consecuencias, de muerte martirial en el seguimiento a Cristo y
vivencia encarnatoria del Evangelio en el país”. [«Ustedes También», 3.]
El prelado
atribuye ese descuido a posibles “intentos
de volver a un cierto tipo de eclesiología y espiritualidad contrarias a la
renovación del Concilio Vaticano II” y pronuncia su disculpa: “Lamento que no se haya realizado años antes,
este acto de justicia y caridad para con nuestros mártires”. [Ibid.]
Más tarde, Mons. Escobar también pide disculpas por dejar afuera a los
laicos en esta carta dedicada a los mártires que murieron habiendo recibido
algún orden sagrado, incluyendo el sacerdocio y la vida consagrada. “Confieso
que, los pastores de nuestra Provincia eclesiástica, no hemos inquirido a
profundidad sobre este tipo de mártires”, escribe Escobar. “Pido
perdón por nuestra pasividad al respecto”.
[Op. Cit., 147.] También promete, en el futuro,
rectificarlo. [Id.]
En concreto, la
Carta, de más de 200 págs., recoge testimonios de veinticuatro mártires
particulares de la Iglesia Salvadoreña, entre ellos 17 sacerdotes, 4
religiosas, 2 obispos y un seminarista:
3. Padre Alfonso
Navarro, Sacerdote diocesano;
4. Padre Rafael
Ernesto Barrera Motto, Sacerdote diocesano;
5. Padre Octavio
Ortiz, Sacerdote diocesano;
6. Padre Rafael
Palacios, Sacerdote diocesano;
7. Padre Alirio
Napoleón Macías, Sacerdote diocesano;
8. Beato
Monseñor Oscar Arnulfo Romero y Galdámez;
9. Padre Cosme
Spessotto, Sacerdote Franciscano;
10. José Ohtmaro
Cáceres, seminarista diocesano;
11. Padre Manuel
Antonio Reyes, sacerdote oratoriano;
12. Padre
Ernesto Abrego, sacerdote oratoriano;
13. Padre
Marcial Serrano, sacerdote diocesano;
14. Hna. Dorothy
Lu Kazel O.S.U;
15. Jean Donovan;
16. Hna. Ita Catherine Ford M.M.;
17. Hna. Maura
Elizabeth Clarke M.M.;
18. Padre
Ignacio Ellacuría, Sacerdote Jesuita;
19. Padre
Ignacio Martín Baró, Sacerdote Jesuita;
20. Padre
Segundo Montes Mozo, Sacerdote Jesuita;
21. Padre Amando
López Quintana, Sacerdote Jesuita;
22. Padre Juan
Ramón Moreno Pardo, Sacerdote Jesuita;
23. Padre
Joaquín López y López, Sacerdote Jesuita; y
24.
Monseñor Roberto Joaquín Ramos Umaña.
Para cada uno de
ellos, «Ustedes También» reúne datos
biográficos, un resumen de la misión eclesial de cada individuo, y las
circunstancias de su martirio. Si este
hubiera sido el único aporte de la carta, «Ustedes
También» ya resultaría una obra valiosa.
Por ejemplo, yo la comparo con un informe de Americas Watch que yo he usado como referente para el martirologio
salvadoreño, y esta carta del arzobispo contiene todos los casos catalogados
por Americas Watch, y otros más. Además de los mártires salvadoreños la carta
del arzobispo también rinde homenaje a los de países vecinos, incluyendo Mons.
Gerardi y Stanley Rother en Guatemala. [«Ustedes También», 184-189.]
Para todos los
mártires en conjunto, Mons. Escobar afirma de una vez por todas que “fueron mártires, no porque comulgaran con
una ideología, sino porque trataron de iluminar con la fe una realidad de
dolor, de sufrimiento, de pobreza, de violencia, de injusticia, de opresión, de
tortura, de marginación y de muerte”. [Ibid.,
176.] En la segunda parte de la carta,
Mons. Escobar teje toda una teología del martirio, desde las páginas del
Antiguo y Nuevo Testamento, como también desde el magisterio de la Iglesia. Más que esto, Escobar también comienza a
ensamblar una eclesiología del martirio.
En algunos de sus pasajes más poéticos, cita a la antigua literatura cristiana
del Pastor de Hermas para describir
la edificación de la Iglesia como la construcción de una torre con piedras tan
perfectamente labradas (que representan los mártires) que “la torre semejaba como de un solo bloque”. [Op. Cit., 11.]
Finalmente,
monseñor arremete contra la impunidad que impera en el país al exigir justicia
por sus mártires. [Op. Cit., 156-157.]
En el noveno año
de su arzobispado, Mons. Escobar evidentemente ha hallado su voz, y esta tiene
un timbre profético. Su primera carta pastoral, del año pasado, nos pareció “romeriana” por su atención a los temas
sociales más vigentes desde el punto de vista del evangelio. En días recientes, el arzobispo ha liderado
una campaña en contra de la minería metálica, recogiendo firmas, encabezando una
marcha hacia la asamblea legislativa, y hasta presentando legislación para
abolir la práctica. «Ustedes También» es quizá su movida más
radical, en el sentido verdaderamente romeriano: Mons. Escobar es radical desde
su ortodoxia; co-opta las novedades en la vida de la Iglesia y las apropia al
tejido tradicional e institucional de su historia.
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