Sunday, April 15, 2018

Mons. Romero en «Gaudete et Exsultate»


AÑO JUBILAR por el CENTENARIO del BEATO ROMERO, 2016 — 2017:

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#BeatoRomero #Beatificación
¿Por qué no se menciona a Mons. Óscar A. Romero en la nueva exhortación apostólica «Gaudete et Exsultate» del Papa Francisco?  Al fin y al cabo, el tema del documento es “el llamado a la santidad en el mundo actual”, y el Beato Romero será hecho santo más tarde este año, como un ejemplo urgente del llamado a la santidad en el mundo actual, y gran parte del texto pareciera ser directamente relacionable a su figura.  Los otros santos importantes elevados a los altares por este Papa figuran en el documento—Juan Pablo II, la Madre Teresa, Pablo VI, el Cura Brochero—ellos están contabilizados.  El gran ausente es Romero, quien podría ser el santo más insigne de todo el pontificado. ¿Por qué?
Después de considerar todas las razones, la única respuesta que tiene sentido es que no se menciona a Romero en el documento porque Romero es la clave interpretativa para leerlo.  Se asemeja a la manera en que Jesús es la clave interpretativa para leer las escrituras judías: “Examináis las Escrituras porque vosotros pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida”.  (Juan 5, 39-40.)  Jesús no está en los textos del Antiguo Testamento porque Él los interpreta; como una pieza compañera que ayuda a entender otro documento, como un aparato descifrador que viene aparte del mensaje a ser descifrado, como una contraseña que no figura dentro del material al cual da acceso.  Romero no aparece en «Gaudete et Exsultate», pero no se puede entender el documento de la misma manera sin tomarlo en cuenta: Si nos situamos en un momento imaginario en el futuro después de la canonización de Romero, no vamos a poder hablar de su santidad y de esta exhortación sobre la santidad, sin relacionar las dos cosas, especialmente porque pasaron en el mismo año.
La misma exhortación resalta el vínculo entre el documento y las canonizaciones cuando dice: “En los procesos de beatificación y canonización se tienen en cuenta los signos de heroicidad en el ejercicio de las virtudes, la entrega de la vida en el martirio y también los casos en que se haya verificado un ofrecimiento de la propia vida por los demás, sostenido hasta la muerte. Esa ofrenda expresa una imitación ejemplar de Cristo, y es digna de la admiración de los fieles”.  [G.E., 5.]  Este año, aunque varias canonizaciones están en proceso, dos han capturado la imaginación de los fieles—Romero y Pablo VI.  En el caso del papa Montini, su prioridad era de esperarse ya que habiendo sido pastor universal, es conocido y amado por todo el mundo. Por esa razón, es natural que venga citado—cuatro veces—en el document.
Tienen lugares centrales en la exhortación el martirio y la persecución, temas relevantes en Romero.  De hecho, el propio título del documento se deriva de las palabras de Jesucristo a las víctimas de persecución: “‘Alegraos y regocijaos’ ["Gaudete et Exsultate"], dice Jesús a los que son perseguidos o humillados por su causa” (G.E., 1; Mt 5,12.)
Mons. Romero se alegró y regocijó al enfrentar la persecución.  ¡Dichoso Alfonso Navarro!”, exclamó Romero en una misa por el aniversario del asesinato de uno de sus sacerdotes, “¡dichoso el Padre Grande, dichosos los que han muerto por la persecución del reino de Cristo, dichosos los que en odio de la fe han sido masacrados, dichosos porque a través de esas manos ensangrentadas y criminales, Dios ha dado la perla más preciosa que podía dar a nuestra comunidad! Yo recojo, hermanos, con respeto, con admiración, con agradecimiento, con cariño de hermano, la vida y el ejemplo del Padre Alfonso en esta mañana, para decirle ¡esta perla es gloria de nuestra comunidad, corona la belleza de nuestra diócesis, es luz que nos invita al testimonio de la santidad, de la verdad y de la unidad!” [Homilía del 11 de mayo de 1978.]  Por su parte, en su exhortación, Francisco cita a Juan Pablo, quien hablaba del martirio como “una herencia que habla con una voz más fuerte que la de los factores de división” entre los cristianos. [G.E., 9.]  El discurso citado fue una conmemoración presidida por el Papa polaco que honró al mártir salvadoreño (entre otros).
Pero «Gaudete et Exsultate» no se limita a tratar derramamientos de sangre por la fe—Francisco quieren darnos a entender que puede haber situaciones menos drásticas que nos toquen vivir a todos.  Las persecuciones no son una realidad del pasado, porque hoy también las sufrimos, sea de manera cruenta, como tantos mártires contemporáneos, o de un modo más sutil, a través de calumnias y falsedades”, escribe.  [G.E., 94.]  No se puede leer esa frase sin tener en mente que Francisco ha dicho que Mons. Romero fue sometido a las dos formas.  El martirio de Mons. Romero no fue puntual en el momento de su muerte”, dijo a una delegación de peregrinos salvadoreños en el 2015; “fue un martirio-testimonio, sufrimiento anterior, persecución anterior, hasta su muerte. Pero también posterior, porque una vez muerto ... fue difamado, calumniado, ensuciado, o sea que su martirio se continuó incluso por hermanos suyos en el sacerdocio y en el episcopado”.
Así como podemos vernos victimizados por tales “calumnias y falsedades”, es importante no incurrir nosotros en el pecado de hacer acusaciones que solo obedecen a “las ideologías que mutilan el corazón del Evangelio”, advierte el papa.  También es nocivo e ideológico el error de quienes viven sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista”, escribe.  [G.E., 101.]  Similarmente, el Papa ya había hecho esta advertencia: “cuando alguno denuncia tantos modos de mundanidad es mirado con malos ojos”.  En esa ocasión, había comentado, “yo recuerdo en mi tierra, muchos, muchos hombres y mujeres, consagrados buenos, no ideológicos, pero que decían: ... ‘¡Este es comunista, fuera!’, y les echaban, les perseguían. Pensemos en el beato Romero”.
Romero se tuvo que defender de tales acusaciones, insistiendo que, “aun cuando se nos llame locos, cuando se nos llame subversivos, comunistas y todos los calificativos que se nos dicen, sabemos que no hacemos más que predicar el testimonio subversivo de las Bienaventuranzas que le han dado vuelta a todo para proclamar bienaventurados a los pobres, bienaventurados a los sedientos de justicia, bienaventurados a los que sufren”. [Hom. 11 may. 1978.]
Francisco señala esas mismas Bienaventuranzas como claves de santidad en su exhortación.  Es necesario, dice el Papa, tener hambre y sed de justicia: “Tu identificación con Cristo y sus deseos, implica el empeño por construir, con él, ese reino de amor, justicia y paz para todos.”  [G.E., 25.]  En el acta de beatificación, Francisco describe a Romero precisamente en esos términos: “Testigo heroico del Reino de Diosreino de justicia, fraternidad  y paz”.  En concreto, Francisco exhorta que el hambre y la sed de justicia corresponde a la “opción preferencial” de la Iglesia: “Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano, defended a la viuda” [G.E., 79; Is 1,17.]
Francisco tambien nos llama a la santidad que abraza la pobreza y rechaza la materialidad, ya que “Las riquezas no te aseguran nada. Es más: cuando el corazón se siente rico, está tan satisfecho de sí mismo que no tiene espacio para la Palabra de Dios[.]”  [G.E., 68.]  He aquí Romero: “Por eso Cristo dice con tanta emoción: ¡Dichosos ustedes los pobres porque de ustedes es el Reino de Dios! Ustedes son los más capacitados para comprender lo que no comprenden quienes están de rodillas ante los falsos ídolos y confían en ellos. Ustedes que no tienen esos ídolos, ustedes que no confían porque no tienen el dinero o el poder, ustedes desvalidos de todo, cuanto más pobres, más dueños del Reino de Dios[.]” [Homilía del 17 de febrero de 1980.]
Finalmente, Francisco plantea una conclusión que podría ser la síntesis romeriana de «Gaudete et Exsultate», cuando dice: “No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente”. [G.E., 101.]  Romero lo resume de manera hasta más sucinta: “no es voluntad de Dios, que unos tengan todo y otros no tengan nada” [Homilía del 10 de septiembre de 1978].
Hay muchos otros paralelismos entre «Gaudete et Exsultate» y Mons. Romero.  Por el momento, es suficiente señalar este último ejemplo.  En su llamado a la santidad, el Papa Francisco nos dice que todos tenemos la oportunidad de ser santos: 
¿Estás casado? Sé santo amando y ocupándote de tu marido o de tu esposa, como Cristo lo hizo con la Iglesia. ¿Eres un trabajador? Sé santo cumpliendo con honradez y competencia tu trabajo al servicio de los hermanos. ¿Eres padre, abuela o abuelo? Sé santo enseñando con paciencia a los niños a seguir a Jesús. ¿Tienes autoridad? Sé santo luchando por el bien común y renunciando a tus intereses personales
[G.E., 14.]  Mons. Romero propone lo mismo cuando predica:
Qué hermoso será el día en que cada bautizado comprenda que su profesión, su trabajo, es un trabajo sacerdotal, que así como yo voy a celebrar la misa en este altar, cada carpintero celebra su misa en su banco de carpintería, cada hojalatero, cada profesional, cada médico con su bisturí, la señora del mercado en su puesto, están haciendo un oficio sacerdotal. Cuántos motoristas sé que escuchan esta palabra allá en sus taxis; pues tú, querido motorista, junto a tu volante, eres un sacerdote si trabajas con honradez, consagrando a Dios ese tu taxi, llevando un mensaje de paz y de amor a tus clientes que van en tu cuerpo.
«Gaudete et Exsultate», es la palabra de aliento que Cristo dejó a los perseguidos como monseñor Romero, y la exhortación que lleva ese nombre consagra el llamado a la santidad que vivió Romero.  Francisco no omite a Romero para evitar polémica, ya que varios pasajes controversiales de la exhortación ponen en evidencia que Francisco no le teme a la discordia.  Tampoco se abstiene para proteger a Romero: el historial refleja múltiples veces que Francisco se ha referido a Romero para ilustrar estos temas. Finalmente, no fue por descuido, ya que las citaciones en el texto son extensivas, incluyendo ejemplos tan variados como María Gabriela Sagheddu, Carlos de Foucauld, Pablo Miki, Andrés Kim Taegon, Francisco Javier Nguyên van Thuân y los mártires latinoamericanos Roque González y Alfonso Rodríguez.
En cambio, el silencio sobre Romero parece más bien una evasión deliberada que resalta al sujeto excluido.

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