Romero y Pironio; Quarracino y Bergoglio. |
En mayo del 2007, el cardenal Jorge Mario Bergoglio le dijo a un sacerdote salvadoreño que, “Si yo hubiera sido papa, la primerísima cosa que habría hecho es ordenar la beatificación de Monseñor [Óscar A.] Romero”. El 13 marzo del 2013, el argentino se convirtió en el Papa Francisco, y el 20 de abril del mimo año hizo saber que había “desbloqueado” la beatificación de Mons. Romero. Francisco llegó al trono de San Pedro con un profundo conocimiento de la historia del “obispo mártir”, conocimiento que posiblemente se desprende de las siguientes fuentes.
- Durante los años 70, Mons. Romero fue un gran amigo del cardenal argentino, Eduardo Francisco Pironio, el primer latinoamericano en llevar un cargo en la Curia Romana.
- En 1979, Mons. Romero fue investigado por otro cardenal argentino, Antonio Quarracino, quien formó una opinión positiva sobre Mons. Romero a base de esa investigación.
- Pironio y Quarracino fueron entrañables compañeros de formación, y los dos fueron grandes ejemplares para el Card. Jorge Mario Bergoglio (ahora Papa Francisco).
Por una parte, está el conocimiento entre Mons. Romero, el Cardenal Pironio y el Cardenal Quarracino. Los tres eran de la misma generación, nacidos tres años aparte (Romero de 1917; Pironio del 1920; y Quarracino del 1923). Por diez años entre el 25 de abril de 1970, cuando Mons. Romero fue nombrado obispo, y el 24 de marzo de 1980, cuando fue asesinado, los tres fungieron como obispos de la Iglesia Latinoamericana, ocupando puestos importantes en la vida de la Iglesia. Sucesivamente, Pironio y Quarracino ejercieron la secretaría general y la presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), mientras que Romero fungió como consultor de la Pontificia Comisión por la América Latina.
El Cardenal Pironio
Pironio fue secretario general del CELAM durante la famosa conferencia de Medellín en 1968, que puso en relieve la “opción preferencial por los pobres”, lo que lo convirtió en voz autorizada al criterio de Mons. Romero de la doctrina social de la Iglesia. En agosto y septiembre de 1972, Pironio predicó un retiro para religiosos centroamericanos, al que Mons. Romero asistió. En 1974, Pironio volvió a predicar el mismo seminario en los ejercicios espirituales del papa. Según Mons. Jesús Delgado, el ex vicario general de Mons. Romero, “El arzobispo salvadoreño sentía admiración por el cardenal argentino … a quien sentía como ‘su papa personal’.” Mons. Gregorio Rosa Chávez, el obispo auxiliar de San Salvador, dice que “El santo obispo argentino se convertiría a partir de entonces en el amigo fiel y el confidente durante las tensas visitas de Monseñor Romero al Vaticano”. Mons. Romero incorporó las ideas predicadas por Pironio en su primera carta pastoral, y durante sus visitas en Roma como arzobispo se entrevistaba con el Card. Pironio en Roma para buscar su aprobación. En su diario, Mons. Romero relata que Pironio lo “acogió en una forma tan fraternal y cordial que, este solo encuentro, bastaba para colmarme de consuelo y de ánimo”. Según ese relato, Pironio le aconsejó: “¡Ánimo Romero! … lo peor que puedes hacer es desanimarte”. [Entrada 9 de mayo de 1979.]
En cierto sentido, Mons. Romero y el Cardenal Pironio correrían la misma suerte al ser acusados de favorecer a subversivos. En otro encuentro grabado en su diario, Mons. Romero relata que, “El cardenal Pironio, ya para despedirnos, cuando yo le dije que era acusado de ser instrumento del comunismo en América Latina, me dijo: «No me extraña puesto que hasta un libro han publicado con el título de ‘Pironio, Pirómano’».” [Entrada 26 de junio de 1978.] De hecho, una razón por la cual el Papa Pablo VI decide llevar a Pironio a Roma es para rescatarlo de las garras de la dictadura argentina que hubiera querido hacerle daño.
El Cardenal Quarracino
Antonio Quarracino tuvo contacto con Mons. Romero en 1979, cuando en un ambiente de acusaciones contra Mons. Romero, fue nombrado para efectuar una “visita apostólica” a El Salvador para investigar las actuaciones del arzobispo y reportar sus hallazgos a Roma. Quarracino entrevistó a varios funcionarios de la Iglesia local y revisó documentación presentada por Romero, en un tono respetuoso y casi de disculpa, “Pues, a mí me han mandado”. [Brockman.] Según, Mons. Delgado, el vicario de Mons. Romero, Quarracino “declaró que jamás había encontrado ‘un obispo tan santo’,” como Romero. A pesar de que recomendó el nombramiento de un administrador apostólico “sede plena” para coordinar asuntos políticos de la arquidiócesis debido a las divisiones internas de la Iglesia local, Quarracino recomendó que Mons. Romero quedara como arzobispo con autoridad en temas espirituales. [Brockman.] (Por otra parte, el Cardenal Stanislaw Dziwisz, quien fungió como secretario personal de Juan Pablo II, ha dicho recientemente que después de entrevistarse con Mons. Romero, el papa “estaba tan convencido de los argumentos de Romero que siempre lo defendió en las filas de la Curia”.)
El Cardenal Pironio y el Cardenal Quarracino fueron compañeros de formación. Quarracino llamó a Pironio un “amigo del alma” y reveló que, “cuando éramos jóvenes y atendíamos la Acción Católica hicimos como un pacto. Yo subrayaría en mi predicación la Fe; el, la Esperanza, unidas las dos en la Caridad”. Tan cercanos eran los dos, que cuando falleció el Card. Pironio, le afectó la salud del Card. Quarracino, y este falleció 23 días después.
El Cardenal Bergoglio
Pironio, Quarracino y el Cardenal Jorge Mario Bergoglio llevan mucho en común. A parte de ser las figuras eminentes de la Iglesia argentina, se llevan otras cercanías. Los tres fueron hijos de inmigrantes italianos de la primera posguerra. Bergoglio ha recordado al Card. Pironio como “un hombre de puertas abiertas con el que te daba ganas de estar”; “Cuando vos ibas a verlo a Pironio, estuviera donde estuviera y con el trabajo que tuviera, te hacía sentir que vos eras el único”. Una opinión que indudablemente compartiría Mons. Romero. Respecto al Card. Quarracino, Bergoglio convivió como su obispo auxiliar en Buenos Aires, desde que Bergoglio fue nombrado a ese cargo en 1992, hasta la muerte del Card. Quarracino en 1998 (Bergoglio había sido nombrado coadjutor el año anterior, con el resultado de que pudo asumir el cargo de arzobispo automáticamente sin tener que ser nombrado particularmente). Como papa, Francisco recordó a Pironio y Quarracino cuando nombró a Mons. Fernando Vérgez Alzaga como Secretario General de la Gobernación del Vaticano.
Durante sus años como Arzobispo de Buenos Aires, el Card. Jorge Mario Bergoglio, asistió a varias ceremonias en que se le rindió homenaje a Mons. Romero en actos organizados por la comunidad Sant Egidio de Argentina, en el marco de la conmemoración ecuménica de los mártires del Siglo XX. Por ejemplo, en la conmemoración del 2005 de Romero y otros, celebrada en la Catedral de Buenos Aires, el Card. Bergoglio arremetió en contra del “peor mal que le puede suceder a la Iglesia del Señor: la vulgaridad espiritual, cuando entramos en acomodos con los esquemas de este mundo”. Cuando el Card. Bergoglio lideró una delegación de obispos argentinos a Roma en el 2009, visitaron juntos la basílica de San Bartolomé en la isla tiberina, que rinde homenaje a mártires del Siglo XX, incluyendo a Mons. Romero.
Dos más puntos de resalto tuvo Mons. Romero en la experiencia argentina que forjó el purpurado que se convertiría en el Papa Francisco. Durante la reunión de los obispos latinoamericanos en Aparecida, Brazil, de la cual el Card. Bergoglio tuvo a cargo la preparación del documento final, hubo una ovación a favor de Mons. Romero. Fue durante este encuentro que el purpurado dijo que, “Si yo hubiera sido papa, la primerísima cosa que habría hecho es ordenar la beatificación de Mons. Romero”. Durante un Encuentro Eucarístico Nacional en Córdoba, Argentina, en el año 2009 se rindió homenaje a Mons. Romero junto al obispo argentino Enrique Angelelli, como parte de un esfuerzo de reconciliación ante las percibidas faltas de la Iglesia argentina durante la dictadura.
Conclusión
El Card. Pironio y el Card. Quarracino fueron amigos entrañables que conocieron a Mons. Romero. Los dos han sido influyentes sobre el purpurado que se convirtió en el Papa Francisco. La destacada admiración del papa por el arzobispo salvadoreño ha sido sin duda nutrida por estos referents.
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