El asesinato del P. Francois
Murad el 23 de junio de 2013 en el norte de Siria ha horrorizado y agitado al mundo cristiano (todos los enlaces llevan a artículos en inglés). Informes en
Internet incluyen un video espeluznante de lo que se decía ser la decapitación
del P. Murad, filmada en medio de decenas de curiosos que aplauden y gritan “Allaju Akbar” (“Alá es el más grande”). El video “se ha tornado viral, con mucha indignación expresada en blogs y artículos de todo el mundo”. El senador estadounidense Ted Cruz ha llamado al video, “un triste recordatorio de por
qué no hay que darle armas a estas personas”, y el ex senador Rick Santorum
arremetió contra él video como prueba de la necesidad de una guerra contra el “Islam radical” en su página de Facebook.
Un blog conservador se lamenta que “el presidente Barack Hussein Obama ha
gastado 815 millones de dólares de los contribuyentes estadounidenses equipando
rebeldes sirios musulmanes anti cristianos”. Si bien no se discute que el P. Murad haya sido
asesinado, el vídeo de la decapitación se ha desacreditado. La orden del P. Murad ha informado de que su cuerpo estaba intacto después de su asesinato, el sitio que publicó el video originalmente
ha retrocedido su informe, y otros dicen que el video ha sido probablemente propaganda
colocada por el régimen de Bashar al-Assad.
El episodio nos recuerda los
peligros de la manipulación del martirio para obtener beneficios políticos y,
en particular, el caso de Monseñor Oscar A. Romero. A raíz del asesinato de Mons. Romero, “los derechistas acusaron a los izquierdistas por el crimen”, diciendo que “esperaban crear un mártir” al matar a Romero y la crear de la impresión (falsa) de
que había sido asesinado por la extrema derecha, y así manchar a la derecha. Tras la violencia en el funeral de Mons. Romero,
una vez más, la derecha culpó a la izquierda de los disturbios, aun afirmando
que los izquierdistas “habían planeado secuestrar el cuerpo y ataúd de Romero”.
Ambas afirmaciones han sido universalmente desacreditadas. Los años siguientes vieron continuos intentos
por parte de la izquierda de reclamar a Mons. Romero “para sí como bandera, como figura emblemática”, en las palabras del Papa Benedicto XVI. Afirmaban que su
mensaje reivindicaba su causa, que, irónicamente, había sido la misma falsa acusación
de la derecha que llevó a su asesinato.
Algunas lecciones que recoger: (1) En un clima político complicado, a veces es difícil saber lo que pasó y es mejor esperar hasta que se asiente todo el polvo. A raíz del asesinato de Mons. Romero, el Los Angeles Times observó que, “podría fácilmente haber sido la extrema izquierda como la extrema derecha”, la parte responsable del crimen. (2) En este escenario confuso, facciones rivales “pueden aspirar a obtener una ventaja [al sembrar] la anarquía” y la confusión (esta observación fue sobre El Salvador, pero se puede aplicar a cualquier parte). (3) Como el Papa Benedicto ha observado sobre Mons. Romero, cualquier manipulación se produce a expensas de la persona—ya sea el P. Murad o Mons. Romero: “¿Cómo poner adecuadamente de manifiesto su figura, protegiéndola de esos intentos de instrumentalización? Este es el problema”.
Algunas lecciones que recoger: (1) En un clima político complicado, a veces es difícil saber lo que pasó y es mejor esperar hasta que se asiente todo el polvo. A raíz del asesinato de Mons. Romero, el Los Angeles Times observó que, “podría fácilmente haber sido la extrema izquierda como la extrema derecha”, la parte responsable del crimen. (2) En este escenario confuso, facciones rivales “pueden aspirar a obtener una ventaja [al sembrar] la anarquía” y la confusión (esta observación fue sobre El Salvador, pero se puede aplicar a cualquier parte). (3) Como el Papa Benedicto ha observado sobre Mons. Romero, cualquier manipulación se produce a expensas de la persona—ya sea el P. Murad o Mons. Romero: “¿Cómo poner adecuadamente de manifiesto su figura, protegiéndola de esos intentos de instrumentalización? Este es el problema”.
En el caso de Mons. Romero, toda
la flagrante manipulación ha creado retrasos en lo que muchos, incluyendo al
Papa Benedicto—creen que es una causa merecedora para la santidad. Este es un peligro que debemos ser
conscientes de evitar, especialmente nosotros que nos preocupamos por nuestra
fe y sus mártires.
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