Un comentario de Alessandro Magister, el analista en temas Vaticanos de «L'Espresso», señala que
el Papa Francisco impone todo el peso de su autoridad en cuanto se trata del
procesamiento de nuevos santos en la Iglesia. "En las beatificaciones y canonizaciones el Papa actúa como monarca
absoluto", concluye Magister—y señala el “desbloqueo” por el Papa de la causa de beatificación de Mons.
Romero como un ejemplo. Discreparemos con el señor Magister sólo por esta vez—al
menos con respecto a su afirmación de que el "desbloqueo" de la causa de canonización de Mons. Romero por el
Papa Francisco ha sido una exhibición inusual de influencia papal.
Refutar la lectura del señor
Magister que la acción del Papa es inusual se reduce a tres puntos:
- La intervención papal sobre causas particulares no está fuera de lo común, como se desprende de la historia de la causa Romero—que ha dependido de las preferencias papales desde el principio;
- Francisco no ha dado ninguna ventaja especial a la causa de Mons. Romero, solo la ha puesto en pie de igualdad con otras causas al remover cualquier trampa excepcional que pudiera impedir su progreso; y
- El "desbloqueo" de la causa de Mons. Romero fue parte de un proceso que ya estaba en marcha y en el que la intervención del Papa no es tan dramática como podría parecer.
En primer lugar, la participación
personal, activa, del Papa, en causas particulares no es nada inusual. De
hecho, la participación del Papa en la causa de canonización de Mons. Romero no es inusual. Es parte
del curso. Tanto así que el relator del proceso de Mons. Romero, P. Daniel Ols, dijo en una entrevista en 2003 que "si
el Santo Padre quiere que las cosas aceleren, se aceleran". En La Fabricación
de los Santos: Como la Iglesia Católica determina Quién És Santo, Quién No És,
y Por Qué (1996), Kenneth Woodward revela el grado de participación del Beato
Papa Juan Pablo II en la institución del proceso de canonización de Mons. Romero.
Woodard detalla cómo el Beato Juan Pablo
creía que Romero había sido un mártir, pero pidió a las autoridades de la Iglesia
Salvadoreña desistir de iniciar el proceso de canonización hasta el momento en
que podrían estar seguros de tener una recepción positiva. Woodard escribe,
"es evidente que Juan Pablo II había
interceptado personalmente, por el
momento, cualquier esfuerzo por parte de los funcionarios de la iglesia
salvadoreña de introducir un proceso de canonización de monseñor Romero".
Él señala que, "una intervención papal tan directa es muy
rara, pero no sin precedentes". Woodward, pág. 45 (el resaltado es
mío). De hecho, la causa no se inició hasta que el Papa autorizó el tiempo: a
pesar de que la causa "no gustaba en
algunos dicasterios vaticanos ... Juan
Pablo II, personalmente y a pesar de ello, dio el visto bueno" (Sobrino—el resaltado es mío). Así
pues, Mons. Romero ha dependido de la autorización papal desde el principio.
En segundo lugar, con el "desbloqueo" del proceso Romero, el
Papa Francisco no ha dado a su causa de canonización ninguna ventaja especial
sobre otras causas. Simplemente ha asegurado que lo contrario no llegue a ser
cierto—ha garantizado que el proceso de canonización de Mons. Romero no sea
sometido a nuevos retrasos debido a consideraciones políticas. El Obispo
Auxiliar de San Salvador, Mons. Gregorio Rosa Chávez, ha señalado que a pesar
de saber que el Papa Francisco "está
absolutamente convencido de que Romero es un santo y un mártir" y que
"todo parece indicar que los astros
se están alineando para esta beatificación", sin embargo, se deberá seguir "los tiempos de Dios, que
no son como los nuestros". El embajador
de El Salvador ante la Santa Sede, Manuel López, perteneciente a la Orden
Soberana de Malta católica, también se refirió a los próximos pasos. "El postulador presentará la positio a la
Congregación de las Causas de los Santos, será analizada primero por una
comisión de teólogos, y luego por una de cardenales, y las dos comisiones
pasarán sus recomendaciones al Papa, quien tomará la determinación final",
dijo López. En otras palabras, el curso que el proceso de Mons. Romero seguirá
es el curso normal.
Por último—y esto lo reconoce muy
francamente el señor Magister en su análisis—no está claro que tan decisiva ha
sido la intervención del Papa Francisco, ya que el "desbloqueo" de la causa puede ser un acto meramente
ministerial, que puede haber iniciado bajo el pontificado de Benedicto XVI, y que
responde a desarrollos independientes en la oficina de canonización. En el 2012 «La Stampa» analizó que la burocracia tuvo "parte de la culpa" por la falta de progreso y que una
directiva para reiniciar la "coordinación
necesaria en las causas de beatificación entre la Congregación para las Causas
de los Santos y la Congregación para la Doctrina de la Fe" podría poner
la causa de nuevo en marcha. Eso parece ser lo que ha hecho Francisco. Por otra
parte, Mons. Rosa Chávez ha afirmado que el Papa Benedicto XVI se había estado preparando para hacer lo mismo antes de su dimisión. Por último, en una
entrevista en febrero de este año, el postulador de la causa, Mons. Vincenzo
Paglia, reveló su plan para poner en marcha la causa de beatificación de Mons. Romero.
«La Stampa» ha analizado que la estrategia de Paglia ha abierto una vía rápida
hacia la beatificación de Mons. Romero. El Papa Francisco se ha limitado a
confirmar estos hechos.
Por todas estas razones, el
"desbloqueo" de la causa Romero
no es evidencia del dedo del Pontífice sobre la escala, porque la actuación del
Papa Francisco está en consonancia con los antecedentes históricos en estos
procesos.Posdata:
Por otra parte, el señor Magister también escribe que la causa había sido bloqueada “también por la influencia que había ejercido sobre el obispo Romero – y en especial sobre su [desbordante] producción homilética – el jesuita Jon Sobrino”. Pero, no es cierto que Sobrino haya tenido tal influencia en las homilías de Monseñor Romero. Sobrino ayudó a escribir una carta pastoral y un discurso de Mons. Romero, pero las homilías de Romero fueron escritas por el propio arzobispo, previa consulta con un pequeño grupo de asesores, que por lo general no incluyó a Sobrino.
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