En notas
anteriores, hemos visto cómo la historia de Sócrates en la Grecia antigua y “The
Matrix” en un
futuro imaginario de Hollywood nos proporcionan paralelismos para comprender
los argumentos de que Mons. Óscar A. Romero fue asesinado por odio a la fe
cristiana. En esta ocasión, utilizamos a “Romeo y Julieta” de William
Shakespeare (1597) para explicar otro aspecto de la causa del martirio de
Romero, que es más fácil de entender que los dos primeros, pero aún se
enriquece de la comparación literaria.
La iglesia
salvadoreña ha postulado que Romero demostró un amor para los pobres inspirado
desde el Evangelio, pero su amor puro y santo fue malinterpretado por la
sociedad salvadoreña y rechazado violentamente. El argumento no es complicado,
pero se ilustra dramáticamente en la obra maestra de Shakespeare. En “Romeo y
Julieta,” dos jóvenes se enamoran. Su amor es puro e inocente, pero porque
vienen de dos familias rivales, recibe una recepción muy hostil. Los elementos rudimentarios
estaban presentes en El Salvador en la época de Romero, un país polarizado
entre insurgentes radicales izquierdistas y militares ultraderechistas que
defendían el status quo. Mons. Romero
hizo una evangélica “opción preferencial
por los pobres”, pero su acto de amor fue interpretado como una elección
política por ambos bandos.
“Dos familias rivales”, en la “hermosa
Verona” del drama de Shakespeare, “por
sus antiguos rencores brotan nuevos motines, y sangre civil inculpa manos
civiles”. (Prólogo 1-4). El “rencor
antiguo” en El Salvador era un malestar social que databa al menos ya a la
década de 1920, cuando un mayor descontento contra la amplia desigualdad social
entre los terratenientes y los campesinos llevó a un levantamiento armado y a una
posterior masacre en 1932, en la que 10.000 a 40.000 campesinos fueron
asesinados por el ejército. “Nos hemos
polarizado”, Mons. Romero amonestó a sus compatriotas en 1980. “Cada uno de nosotros está polarizado, se ha
puesto en un polo de ideas intransigentes, incapaces de reconciliación, odiamos
a muerte”. Tal ambiente es tóxico para el amor incontaminado.
La
naturaleza sana e irreprochable del amor de Romeo y de Julieta viene señalada
por los términos religiosos con que Shakespeare hace que los jóvenes amantes
describan su cortejo (palabras tales como “santuario”,
“peregrino” y “santo” se repiten en el acto I, escena 5). Mons. Romero describió
lo que motivó su acción pastoral cuando habló del padre Rutilio Grande, el primer
sacerdote asesinado en El Salvador en el arzobispado de Mons. Romero. Llamó la
motivación del p. Grande “amor verdadero”, y habló sobre el p.
Grande con palabras que nosotros trasladamos a Mons. Romero: “Un sacerdote con sus campesinos, camino a su
pueblo para identificarse con ellos, para vivir con ellos, no una inspiración revolucionaria, sino una inspiración de amor”.
Romero señaló que “es significativo que
mientras el Padre Grande caminaba para su pueblo, a llevar el mensaje de la
misa y de la salvación, allí fue donde cayó acribillado”. Insistió en que
la opción de la iglesia se basa en “una
iluminación de fe que nos va conduciendo por caminos muy distintos de otras
ideologías, que no son de la Iglesia, para sembrar lo que la Iglesia ofrece: Una motivación de amor”.
Una de las
razones de que este “amor” fue rechazado en la sociedad altamente polarizada de
El Salvador es que fue visto como traición por las clases poderosas que habían presupuesto
que Romero estaría de su lado. En “Romeo y Julieta,” los Capuletos rechazan a
su hija porque se niega a cumplir con las expectativas de ellos acerca de con
quién debe casarse (acto III, Esc. 5). En El Salvador, Mons. Romero no actuó
conforme a las expectativas de muchos que habían apoyado su candidatura para arzobispo,
de ponerse de parte de la clase gobernante y no criticar al gobierno, y esto
fue visto como una traición. Pero Romero hizo su opción por los pobres porque reconoció que era el camino hacia Cristo: “en este acercarse al pobre, descubrimos el
verdadero rostro del siervo sufriente de Yahvé”.
La obra de
Shakespeare, como el asesinato de Romero, muestra cómo el amor provoca el odio
de una sociedad hundida en la enemistad. En la comparación final, al igual que
las muertes de Romeo y de Julieta reconciliaron a las familias rivales en la
tragedia de Shakespeare, el martirio y la canonización de Mons. Romero contribuirán
enormemente a reconciliar la familia salvadoreña.
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