AÑO
JUBILAR por el CENTENARIO del BEATO ROMERO, 2016 — 2017:
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El Papa Francisco
ha nombrado a Mons. Fabio Reynaldo Colindres Abarca, de 56 anos de edad, como
el nuevo obispo del departamento salvadoreño oriental de San Miguel, tierra
natal del Beato Óscar Romero. Desde el
año 2000 había fungido como Vicario General para la Fuerza Armada y en el 2008
se convirtió en el Obispo Castrense de El Salvador. Pero Mons. Colindres se ha convertido en un
nombre familiar en el país más que todo por su participación como mediador de
una tregua entre las pandillas en el 2012.
El nombramiento
de Mons. Colindres como obispo residencial de San Miguel sigue una serie de
nombramientos parecidos por parte de Francisco, que yo comparo con las movidas
en un juego de ajedrez: cada una deja que pensar ya que es solamente una parte
de la secuencia, que deja el suspenso de la próxima movida. La última vez que Francisco creó un obispo en
El Salvador fue en enero del 2006, cuando elevó a Mons. William Iraheta a Obispo
de Santiago de María. Sus próximos nombramientos
han sido movidas internas, que dejan vacíos. Por ejemplo, en febrero del 2006, transfirió al
entonces Obispo de San Miguel, Morán Aquino, a la Diócesis de Santa Ana—dejando
a San Miguel vacante. Ahora ha nombrado
al Obispo Castrense como Obispo de San Miguel, pero queda el vacío en el obispado
castrense.
Lo que sí queda
claro es que Francisco ha promovido una jerarquía de tendencias moderadas a
progresistas. En su ascenso más
destacado, nombró al obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez al
colegio cardenalicio, una movida que ha resultado tanto exitosa como
popular. Rosa Chávez es un progresista. Mons. Iraheta, el único obispo que Francisco ha
creado en El Salvador, sigue la misma línea.
Los prelados que Francisco ha desplazado internamente—incluyendo este
más nuevo nombramiento—tienden a ser moderados o talvez ligeramente
progresistas, pero del calibre de un león como Rosa Chávez. Y definitivamente no son conservadores—los últimos
de estos se han ido retirando en los últimos años.
Pero, ¿se puede
categorizar este nombramiento como un pastor del molde bergogliano? Si bien la conexión puede ser difícil de
reconocer a primera vista, yo diría que la lógica bergogliana se desprende en
torno al afán del pontífice de ver pastores que se atreven a intentar proyectos
ambiciosos. En una frase famosa de su exhortación
«EVANGELIIGAUDIUM», Francisco declara, “prefiero
una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una
Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias
seguridades … Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a
encerrarnos”, escribe Francisco, “en
las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud
hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc
6,37)”.
Es en este
sentido en que Mons. Colindres abarca en el esquema del papa. El pacto entre pandillas negociado por
Colindres ha sido muy controvertido y nada popular. Funcionó por eso de un año
y luego colapsó entre acusaciones que corrían entre que fue mala idea hasta que
fue ilegal o producto de corrupción. Para
bien o para mal, Colindres se empapó profundamente en ese proceso y parece que
conoce más a las estructuras pandilleriles que al ejercito del cual era
ordinario. De hecho, Colindres visitaba
constantemente las cárceles y celebraba misas y predicaba el evangelio de la conversión
a los mareros. Cuando Francisco recibió al
entonces presidente salvadoreño Mauricio Funes en el Vaticano en el 2013, el pacto
figuró como un ejemplo de la colaboración entre el estado y la Iglesia para el
bien de la sociedad. Cuando el Papa recibió
a un grupo de salvadoreños en el Vaticano en el 2015, les dijo
que El Salvador necesitaba una evangelización “que le ayude a favorecer la promoción y el desarrollo de una nación en
busca de la verdadera justicia, la auténtica paz y la reconciliación de los
corazones”.
Finalmente,
puede ser que Colindres quepa en el molde del papa precisamente porque tuvo el
valor de intentar hacer algo que le salió mal. Es cierto que después del colapso de la
tregua, cambiaron las fortunas del obispo.
Cuando la tregua iba bien, el Nuncio Apostólico acompañaba a Colindres
en las visitas a las cárceles. Cuando
falló, la Iglesia se desligó y se declaró que Colindres había por su propia
cuenta. Varios de los otros mediadores
fueron investigados o encarcelados. Colindres
no fue invitado a otras mesas de trabajo, como la del nuevo gobierno para
tratar temas de seguridad.
El Papa
Francisco dijo
hace unos días (y lo había dicho antes) que “algunos creen que ser humilde es ser educado, cortés, cerrar los ojos
en la oración. No, ser humilde no es eso”,
dijo el Pontífice. “Hay un signo, una señal única: aceptar las humillaciones. La humildad
sin humillaciones no es humildad”.
Y sabemos que a
Francisco le gusta la humildad, y también le gusta rehabilitar el nombre de una
persona que ha caído cuando el papa piensa que no merecían fallar.
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