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Si yo pudiera aconsejar al Pres. Mauricio Funes (foto, en la Cripta de Mons. Romero) sobre su visita con el Papa Francisco el 23 de mayo para “empujar” la beatificación, le recomendaría:
· Proponer a Mons. Romero como el modelo ejemplar del pontificado.
· Estudiar «Pastores Gregis», «CIELO & TIERRA» y APARECIDA.
· Consultar a Tony Saca.
Comenzamos haciendo una pregunta: ¿Qué es lo mejor que Mauricio Funes puede esperar lograr, y es esto algo que cambiaría el curso del proceso de canonización? Yo tengo la firme convicción que la respuesta a las dos partes de la pregunta es “¡sí!”, y que por ende vale la pena formar una estrategia de entrada para lograr el mejor y mayor impacto. Lo mejor que el Pres. Funes puede lograr es asegurar que el Papa Francisco llegue a sentir una inversión personal en la causa, de tal forma que se mantenga al tanto de su progreso y no acepte demoras ni retenciones en el trabajo de la causa. Según el vaticanista John Allen, el depósito de voluntad del papa de turno es una de las cinco características de las causas que van por la “vía rápida” de canonización.
La mejor opción para entusiasmar al Santo Padre sobre la pronta beatificación y canonización de Mons. Romero es haciéndolo ver como Romero representa todos los valores que Francisco está queriendo inculcar en su pontificado: 1) Desde un punto de vista superficial, Francisco es el primer papa latinoamericano, y Mons. Romero es el más grande santo en espera de este continente que el papa pueda llevar a los altares de la Iglesia Universal. 2) Francisco declaró que gustaría tener una Iglesia pobre, para los pobres y Mons. Romero tiene perfecta sintonía con ese mensaje. 3) Francisco ha hablado mucho de ir a las “periferias” y llevar el mensaje de Cristo a esos ámbitos, y Mons. Romero lo hizo un punto central de su ministerio. 4) Francisco condena la “mundanidad” y Mons. Romero dijo que no es conveniente acomodarse con los poderes del mundo, enfatizando la trascendencia. 5) Como Francisco, Mons. Romero se caracterizó por la sencillez y la humildad. 6) Mons. Romero es un símbolo de la reforma, de poner principios por encima de instituciones y jerarquías. 7) Romero es producto de las mismas realidades latinoamericanas del siglo XX que ayudan a explicar la trayectoria de Jorge Mario Bergoglio. 8) Romero tiene la misma fidelidad a la doctrina ortodoxa de la Iglesia que el Papa. 9) Romero acepta la sangre y la Cruz tal como Francisco lo pidió al inicio de su pontificado. 10) En fin, Romero puede ser para Francisco lo que el mártir polaco San Maximiliano Kolbe fue para Juan Pablo II—un santo que habla de la espiritualidad institucional y personal del pontificado.
Para comunicar todo esto, es necesario tener el mismo vocabulario que el papa y tres documentos de autoría Bergogliana destacan entre las herramientas más importantes para entender su discurso. En primer lugar, sería útil estudiar la Exhortación Apostólica Postsinodal del 2003, «Pastores Gregis» de Juan Pablo II. Publicado por el papa polaco después del décimo sínodo de obispos, el documento fue redactado en parte por el entonces Card. Bergoglio, y contiene importantes lineamientos sobre el papel del obispo. Resalta especialmente el capítulo 67, en que dice:
Ante estas situaciones de injusticia, y muchas veces sumidos en ellas, que abren inevitablemente la puerta a conflictos y a la muerte, el Obispo es defensor de los derechos del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios ... [P]redica la doctrina social de la Iglesia, fundada en el Evangelio, y asume la defensa de los débiles, haciéndose la voz de quien no tiene voz para hacer valer sus derechos ...
Como la santa Iglesia, que en el mundo es sacramento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano, el Obispo es también defensor y padre de los pobres, se preocupa por la justicia y los derechos humanos, es portador de esperanza.
Obvio que Mons. Romero reúne todas estas cualidades. También es importante leer y entender el Documento Final de la reunión de la Conferencia Episcopal Latinoamericana en Aparecida, Brazil en el 2007. El Card. Bergoglio estuvo a cargo de su redacción, y esta pinta un amplio esquema de la realidad de la Iglesia Latinoamericana, desde los lineamientos de la CELAM en conferencias anteriores como la de Medellín, 1968 (la “opción preferencial por los pobres”), como también la acción pastoral y evangelizadora de la Iglesia dentro del contexto de las realidades económicas y sociales de la América Latina. En su acápite 275, el documento reza:
Nuestras comunidades llevan el sello de los apóstoles y, además, reconocen el testimonio cristiano de tantos hombres y mujeres que esparcieron en nuestra geografía las semillas del Evangelio, viviendo valientemente su fe, incluso derramando su sangre como mártires. Su ejemplo de vida y santidad constituye un regalo precioso para el camino creyente de los latinoamericanos y, a la vez, un estímulo para imitar sus virtudes en las nuevas expresiones culturales de la historia. Con la pasión de su amor a Jesucristo, han sido miembros activos y misioneros en su comunidad eclesial. Con valentía, han perseverado en la promoción de los derechos de las personas, fueron agudos en el discernimiento crítico de la realidad a la luz de la enseñanza social de la Iglesia y creíbles por el testimonio coherente de sus vidas. Los cristianos de hoy recogemos su herencia y nos sentimos llamados a continuar con renovado ardor apostólico y misionero el estilo evangélico de vida que nos han trasmitido.
Igual que «Pastores Gregis», estas líneas parecen referirse a Mons. Romero y, de hecho, el Papa podrá recordarse que el nombre de Mons. Romero fue mencionado varias veces durante la conferencia. Aunque no sería necesario recordárselo, el prelado salvadoreño Mons. Jesús Delgado dice que habló sobre Mons. Romero con el entonces Card. Bergoglio en estas reuniones, quien le aseguró que, “Si yo hubiera sido papa, la primerísima cosa que habría hecho es ordenar la beatificación de Monseñor Romero”.
Tambien, el libro “Sobre el cielo y la tierra” recoge varios pensamientos del Card. Bergoglio sobre varios temas. Dado que se trata de un papa que no ha publicado su primera encíclica, el tomo podría ayudar a desempacar su filosofía.
Finalmente, aconsejaría al Pres. Funes platicar con su predecesor, el ex Presidente Tony Saca, quien se reunió con el Papa Benedicto XVI en el 2005 para apoyar la beatificación de Mons. Romero. Aparte de preguntas prácticas sobre temas operativos (cuál fue el resultante de la reunión anterior, porque no se llegó a un mejor resultado, cómo dar seguimiento a lo platicado, etc.), lo más importante sería dar la impresión de que presidentes de diferentes partidos políticos van a colaborar para obtener un resultado deseado por El Salvador como una nación, sin importar qué partido gane las elecciones presidenciales del próximo año.
Evidentemente, el Pres. Funes destacará las varias acciones de su gobierno para promover la figura de Mons. Romero. Funes diría que resaltan entre estas, una mayor inversión en programas que benefician a los pobres y el reconocimiento de su gobierno por la responsabilidad estatal por el asesinato. Además, ha nombrado una nueva vía arterial en su nombre, ha promovido una ruta turística, y generalmente ha denominado a Mons. Romero como el “guía espiritual de la nación”. Todo esto es bueno, pero se puede argumentar que todo el entusiasmo que un gobierno de izquierda tiene por Romero se derrumbará si vuelve la derecha al poder, o se politizará si gana un izquierdista más radical. Estos serían los temas en que Funes podría calmar las inquietudes en el Vaticano sobre una posible beatificación, especialmente con las elecciones pendientes.