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Alberto Rabilotta y Víctor Regalado de Prensa Latina y la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI) han traído a la luz una nueva—o recientemente re-publicada—entrevista con Mons. Óscar Romero, realizada el 13 de febrero de 1980. En la entrevista, Mons. Romero mantiene viva la última esperanza por una solución pacífica a la crisis de El Salvador, pero hace saber su grave preocupación sobre otros posibles desenlaces. En una pos data, el periodista Regalado recoge el sentimiento de Mons. Romero en la víspera de su asesinato.
El texto integral de esta histórica entrevista:
-¿Podría caracterizar el momento actual en El Salvador, y el rumor o la posibilidad de un golpe de la extrema derecha?
Monseñor Romero: Podemos caracterizarlo como un momento peligroso y ambiguo en el sentido que se están jugando tres proyectos: el del gobierno, el de la derecha y el de la izquierda. En el gobierno hay gente de muy buena voluntad, con deseos de cambios, pero al mismo tiempo hay una línea de represión espantosa, como nunca, que estorba todos los proyectos de buena voluntad que puedan surgir del mismo gobierno, por lo cual se neutraliza su capacidad y no encuentra arraigo en el pueblo, no tiene credibilidad.
A la derecha, pues, está el egoísmo de no querer ningún cambio y dispuestos a defender los privilegios a costa de cualquier cosa, incluso fomentar la masacre, la represión. Hay grupos armados de derecha, grupos clandestinos, que están haciendo mucho mal.
Y hacia la izquierda hay organizaciones políticas populares y los grupos clandestinos armados. Fijándonos en los grupos organizados, yo encuentro cierta esperanza en cuanto a un esfuerzo de unidad y de apertura democrática, todavía no muy evidente, pero sí creo que dada su lucha reivindicativa por el pueblo, son grupos que hay que estimarlos en lo que valen, y al mismo tiempo se les señala los peligros y se les exhorta a una apertura sincera en servicio del pueblo. Así caracterizaría yo la situación actual.
-¿Es qué la posibilidad de un golpe de la derecha se vería en relación con las últimas medidas que ha tomado el gobierno, de nacionalización de la banca, por ejemplo?
Monseñor Romero: Sí, por lo que decía antes. Un grupo muy cerrado que no quiere oír de cambios y bajo el pretexto de que todo es comunismo está provocando una insurrección que quisiera aplastar con una guerra civil, que sin duda tendría de parte de la derecha mucha fuerza, pero sería para el pueblo un retroceso tremendo. Existe la posibilidad, más por la derecha que por otros sectores. La izquierda creo que quiere menos ahora una guerra civil porque no se siente tan fuerte como para presentarse frente a la derecha y a las Fuerzas Armadas, si (estas últimas) entran en complicidad con la derecha.
-¿Cuál es su opinión sobre estas nuevas reformas promulgadas por la Junta?
Monseñor Romero: Las reformas que ha anunciado, que está tratando de promulgar la Junta son muy buenas, son las que el pueblo necesita. Pero, la viabilidad es la que está en cuestión, ¿verdad?, ¿cómo llevar a cabo esto?, cuando en el mismo gobierno hay una corriente represiva que parece estorbar estos proyectos y por tanto no encontrar un apoyo popular para llevar adelante estos proyectos.
Podíamos decir que los proyectos de reforma son magníficos, son los que necesitamos y tenemos que llegar hasta allí un día, pero por el momento no se ve evidentemente una viabilidad hacia ellos.
-¿En principio, la empresa privada mantendría su unidad en cuanto al rechazo de estas reformas o cree Ud. de que se puede ver, por primera vez al menos, divergencias entre los sectores productores y empresarios con respecto a la política económica del gobierno?
Monseñor Romero: No hay duda de que en el sector de la derecha hay gente que es sensible a los cambios y que estaría dispuesta a aceptarlos. Lamentablemente, creo que ha estorbado un poco la intransigencia de la izquierda de no haber querido apoyar lo bueno que pudo haber en el gobierno y está dando pretextos para que muchos de (los directivos de) las empresas privadas, que tal vez tenían simpatía por los cambios, se derechicen más.
-¿Esta situación se ha modificado en algo, o sigue siendo la misma?
Monseñor Romero: Es la misma. Ahora, de parte de la izquierda sí he notado un progreso, una maduración, que puede ser el camino para llegar a encontrar la realización de estos proyectos de cambios. Pero, por ahora lo que urge es el cese de la represión y sentir una fuerza de gobierno que siquiera logre controlar los cuerpos de seguridad, que son los que están haciendo ahora mucho estorbo a los proyectos del gobierno.
-¿Quiere decir que si hubiera condiciones para el cese de la represión, Ud. piensa de que habría también posibilidad de un diálogo entre la Junta de Gobierno y las organizaciones populares?
Monseñor Romero: Yo creo que estaría ahí el secreto, cabalmente. Ver cómo lograr ese diálogo. Las fuerzas de izquierda no lo quieren este diálogo porque desconfían plenamente de un sistema donde está siempre imperante la represión. Pero si se lograra, pues, desvirtuar esa especie, lo que lamentablemente es una verdad, pues si creo que están en la izquierda con verdadero amor al pueblo, ciertamente buscarían esa solución.
-Precisamente en ese terreno, ¿cuál es el papel que podría jugar la Iglesia, por ejemplo, para promover ese diálogo?
Monseñor Romero: La Iglesia está jugando su papel evangélico, pastoral. Ella no tiene que optar por uno u otro proyecto, o sistema, sino apoyar lo bueno que hay en cualquier proyecto y denunciar lo malo que hay en cualquier proyecto. En concreto, aquí hemos dicho que el proyecto de la derecha no tiene una autorización moral cuando se empeña en mantener privilegios que son la causa de una injusticia social. Eso lo denuncia la Iglesia.
Frente al proyecto del gobierno, la Iglesia está realizando su papel de apoyar lo bueno, pero al mismo tiempo reclamando contra la represión y diciendo que la parte sana que hay en el gobierno tiene que demostrar su capacidad de gobernar, precisamente quitándose de encima ese estorbo y dando muestras de que ordena el cese de la represión. Y en cuanto a la izquierda, también, al mismo tiempo que la Iglesia anuncia el derecho de organización y la necesidad de que un pueblo se organice, se concientice, le señala también los abusos de la organización cuando hacen violencias, venganzas, actitudes que de ningún modo la Iglesia puede aprobar. O sea, que la Iglesia mantiene pues una autonomía para poder ser como la conciencia dentro de la política.
-¿Cuáles son los elementos que permiten mantener la unidad de las Fuerzas Armadas?
Monseñor Romero: Bueno, yo no conozco el interior del ejército, ¿verdad? Pero sé que hay una conciencia de grupo muy grande en el ejército; que cabalmente desde la Iglesia hemos dicho que si de veras quieren ser servidores del pueblo, como lo proclamó el golpe militar del 15 de octubre, tienen que mirar no desde su propia institución, sino desde el proceso del pueblo.
Pero la formación militar creo que les hace ver desde su propia institución y esto hace que se conglutine y que no aparezca tal vez lo que pueda estar dividido. Pero no hay duda que dentro del ejército hay gente honesta que no está de acuerdo en seguir siendo servidores de la oligarquía, sino del pueblo, y que no estarán conformes con estos hechos de represión. Pero su sentido de cuerpo, su formación militar, les hace mantener, quizás, cierta unidad al menos en apariencia.
-¿Cuál es el papel que juega la solidaridad internacional en el caso de El Salvador?
Monseñor Romero: La solidaridad internacional juega un papel muy importante porque sin duda que hay en la conciencia de la gente que gobierna y de todos los elementos interesados en el proceso de El Salvador, el respeto a las corrientes internacionales, quizás más que a las cosas internas. Y por eso toda manifestación de solidaridad con la justicia social, con el esfuerzo reivindicativo de nuestro pueblo, todo llamado al camino de la racionalidad y no de la violencia, repudiar así públicamente, en sentido de solidaridad, todo aquello que no está en beneficio del pueblo, que no favorece el proceso, son corrientes y fuerzas muy grandes para nosotros. Por eso aprovecho ahora para agradecer a Uds. que, como voz del exterior, significan mucho para nosotros.
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Nota: las fotos son de Christopher Dickey, el autor de varios libros, y fueron tomadas durante el mismo periodo de la entrevista, pero no tienen relación directa con ella.
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