Saturday, October 26, 2013

El Pdte. Funes y Mons. Romero (Opinión)

 
 

Seguramente, ningún político salvadoreño ha hecho más bien por Monseñor Romero que el Presidente Mauricio Funes—y nadie puede hacerle más daño a Mons. Romero que el Presidente Mauricio Funes.  El mandatario salvadoreño ha suscitado polémica con declaraciones recientes en la que propone una equivalencia entre el deseo de sus opositores de callar su programa radial, y el deseo de la ultra-derecha en tiempos de las dictaduras de silenciar a Mons. Romero.  Funes ya había jugado con la controversia meses atrás cuando hizo colocar publicidad que declaraba que su gobierno caminaba “Por el rumbo señalado por Monseñor Romero”.
En su afán de defender un gobierno supuestamente así orientado, Funes se olvida que ningún político se puede adueñar de Mons. Romero y pone en riesgo la figura de Mons. Romero, la cual pretende reducir a un nivel político, partidista, precisamente en el momento en que estaba liberándose hacia un nivel de aceptación más amplio en el país.  Hay que empezar reconociendo el bien que ha hecho el Pdte. Funes: el primer presidente en reconocer el valor de Mons. Romero para la sociedad y cultura de El Salvador—ya no se diga ser el primer presidente en reconocer la responsabilidad estatal por su asesinato, y pedir perdón por ella.  Sus esfuerzos a favor de la canonización también han sido apreciables.  En cambio, ¿cuántos presidentes antes que Funes pretendieron que Mons. Romero nunca existió, que su asesinato no ameritó el más menor comentario, y que el 24 de marzo era el día más ordinario de todo el año?  Funes cambió todo eso, y por eso le debemos muchas gracias … pero no lo convierte en propietario de la figura o del legado espiritual de Mons. Óscar Arnulfo Romero.
Si el Presidente de veras quiere ir “Por el rumbo señalado por Monseñor Romero”, haría mucho bien empezando con respetar las siguientes palabras de monseñor, pronunciadas el día antes de su martirio:

Por eso hay que agradecerle a la Iglesia, queridos hermanos políticos, no manipular a la Iglesia para llevarla a lo que nosotros queremos que diga, sino decir nosotros lo que la Iglesia está enseñando, no tiene intereses.

(Homilía del 23 de marzo de 1980.)  La semana anterior, Mons. Romero había resaltado una característica vital de su ministerio: su integridad e independencia ante la izquierda política: “Mantenemos una autonomía de Iglesia, para reivindicar lo justo” en los proyectos de la entonces oposición, “y denunciar también, las violencias injustas, las injusticias e inmadureces que se organizan y que pueden hacer de su organización una idolatría y un abuso de poder”, había dicho.  (Hom. 16 de marzo de 1980.)  Y cuánto más vigencia cobra ese último punto sobre el abuso del poder ahora que la izquierda ha llegado a la cumbre del poder—es cuando resulta más necesario que nunca mantener una separación verdadera, metafísica y filosófica entre Mons. Romero y el proyecto político de la izquierda.
Por supuesto, el implicar a Mons. Romero en asuntos políticos puede hasta dañar su proceso de beatificación.  Por ende, La clase política y dirigencia del país” debería “abstenerse de toda manifestación política que empañe este hecho histórico para el pueblo de El Salvador”. Lo dijo Mauricio Funes el 22 de abril del 2013…

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