L’Osservatore Romano publicó un diseño de
la portada de su sección femenina con una novedad: Se muestra la cara de un
hombre, la de Monseñor Oscar Romero. “El
retrato de Romero es un homenaje a sus palabras” en honor “a la maternidad, al papel de la mujer como
madre”, dice Lucetta Scaraffia, del periódico oficial de la Santa Sede.
El artículo publicado en esa edición cita las palabras de Monseñor Romero, en
las que dice:
No todos … tendrán el honor de
dar su sangre física, de ser matados por la fe; pero sí, pide Dios a todos los
que creen en Él, espíritu de martirio, es decir, todos debemos de estar
dispuestos a morir por nuestra fe aunque no nos conceda el Señor este honor,
pero sí estamos dispuestos para que cuando llegue nuestra hora de entregarle
cuentas, podamos decir: Señor, yo estuve dispuestos a dar mi vida por ti. Y la
he dado, porque dar la vida no es sólo que lo maten a uno; dar la vida, tener espíritu
de martirio, es dar en el deber, en el silencio, en la oración, en el
cumplimiento honesto del deber; en ese silencio de la vida cotidiana,
ir dando la vida, como la da la madre que sin aspavientos, con la sencillez del martirio
maternal da a luz, da de mamar, hace crecer, cuida con cariño a su
hijo. Es dar la vida.
Scaraffia explica que las
palabras citadas “son similares a las que a menudo ha pronunciado el Papa Francisco en sus homilías diarias, en las que
recuerda con afecto y admiración a las abuelas y madres que transmiten la vida
en común y la fe a sus hijos y a sus nietos”. Pero, nos preguntamos: ¿son
éstas las palabras de Monseñor Romero, y es certero el significado que el
artículo les da? En este Año de la Fe, estudiamos los sermones y las enseñanzas
de Mons. Romero para buscar una comprensión más completa de su teología y la
filosofía. Por tanto, hacemos una revisión del contenido y el contexto de las
palabras de Romero sobre el martirio cotidiano mencionado en este artículo.
En primer lugar, las palabras son
expresiones auténticas de Monseñor Romero. El obispo mártir pronunció estas
palabras en una misa en honor a Nuestra Señora de Fátima en mayo de 1977
explicando el espíritu de sacrificio y martirio inspirado por la Virgen. “Al encuentro de esta Iglesia peregrina
dispuesta al martirio, al sufrimiento”, dijo monseñor, “sale María para decirnos en la visión del
Apocalipsis, que ella es el signo de las almas valientes”, que están
dispuestas caminar hasta el martirio en el nombre de Cristo. Además, las
palabras citadas de Mons. Romero tienen gran similitud con las palabras del
Papa Francisco, sobre todo, en su «Angelus» del 23 de junio de 2013. Dijo en esta ocasión el Pontífice:
Hoy tenemos más mártires que en
los primeros siglos. Pero también está el martirio cotidiano, que no comporta
la muerte pero que también es un “perder la vida” por Cristo, cumpliendo el
propio deber con amor, según la lógica de Jesús, la lógica de la donación, del
sacrificio. Pensemos: ¡cuántos papás y mamás cada día ponen en
práctica su fe ofreciendo concretamente su propia vida por el bien de la
familia! Pensemos en esto. ¡Cuántos sacerdotes, religiosos y religiosas
desarrollan con generosidad su servicio por el Reino de Dios! ¡Cuántos jóvenes
renuncian a sus propios intereses para dedicarse a los niños, a los
minusválidos, a los ancianos! ¡También estos son mártires, mártires
cotidianos, mártires de la cotidianidad!
Como podemos ver, estas palabras
del Papa Francisco son muy similares a las declaraciones de Mons. Romero en la
cita mencionada anteriormente. Por lo tanto, el uso de esta frase de Mons.
Romero, sobre el “martirio de la vida cotidiana”, en L’Osservatore Romano, es una cita auténtica y fiel de sus palabras tanto
en torno a su contenido como a su contexto.
Anteriormente:
Frases de Mons. Romero—1° Parte
Anteriormente:
Frases de Mons. Romero—1° Parte
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