Tuesday, February 10, 2015

Cómo comprobaron el martirio Romero



 
A pesar de las dudas que persistieron por décadas en la causa de beatificación de Monseñor Romero, sobre todo acerca de si la motivación de su asesinato había sido política o anti-religiosa, al final de cuentas su martirio fue aprobado por unanimidad por un congreso de teólogos y una comisión de cardenales y obispos del Vaticano.  Para convencer a las autoridades romanas de que Romero fue un mártir, el postulador Mons. Vincenzo Paglia y su colaborador el Prof. Roberto Morozzo della Rocca, presentaron comprobantes indirectos de que las atribuciones políticas de la decisión de ultimar a Romero iban empapadas de una profunda antipatía hacia la fe y la Iglesia.
Los argumentos y comprobantes que respaldan el martirio de Romero fueron presentados a las autoridades competentes en un enorme tomo, que numera en exceso de 1,100 páginas, llamado la «Positio Super Martyrio».  Según estandartes establecidos por San Juan Pablo II, una «Positio» reúne métodos en la teología, las ciencias humanas, y el derecho canónico para revelar la santidad del candidato y mostrar su relevancia en un dado momento histórico.  Kenneth Woodward, La Fabricación de los Santos: Como la Iglesia Católica determina Quién És Santo, Quién No És, y Por Qué (1996), pág. 227.  Los hechos de su vida, escrupulosamente recogidos, científicamente verificados, y teológicamente interpretados, deben poner en relieve las huellas digitales personales y espirituales del pretendido santo.  Op cit.
La «Positio» de Mons. Romero estuvo a cargo del Prof. Morozzo della Rocca, historiador italiano, y autor de Primero Dios: Vida de monseñor Romero (Edhasa, 2010), Óscar Romero: Un obispo entre guerra fría y revolución (Editorial San Pablo, 2013), y varios otros libros que analizan conflictos recientes en varios países africanos y europeos.  Tras la exitosa conclusión del proceso de beatificación, la «Positio» (foto) se conservará en los archivos del Vaticano.  La «Positio» incluye una biografía de monseñor de más de 400 páginas; un análisis sobre sus virtudes cristianas y su martirio; el testimonio integral de 34 testigos cuyas declaraciones fueron recogidas durante el proceso diocesano; unas 250 páginas de documentos importantes, incluyendo homilías, cartas pastorales, y algunas correspondencias eclesiales claves; como algunos informes de expertos sobre el contexto histórico en que vivió Romero.
Sin duda el punto trascendental que la «Positio» de Mons. Romero tuvo que afrontar es el tema martirial: si Romero fue asesinado por odio a la fe católica y no por otras razones, de tipo político o de estrategia militar.  En este sentido, el Papa Benedicto XVI reiteró en un discurso del 2006, que “es necesario que aflore directa o indirectamente, aunque siempre de modo moralmente cierto, el "odium fidei" del perseguidor. Si falta este elemento”, dijo el pontífice, “no existirá un verdadero martirio según la doctrina teológica y jurídica perenne de la Iglesia” (el negrillo es mío).  La postulación de Romero optó por comprobar el “odium fidei”, “indirectamente”.  La «Positio» toma como insumos varios informes, incluyendo el de las Naciones Unidas de 1993, el cual concluye que Roberto d’Aubuisson Arrieta fue el autor intelectual del asesinato, para establecer a base de pruebas circunstanciales (valoraciones históricas-sociales) que los que asesinaron a Romero, odiaron a la fe.
Para establecer «odium fidie», la «Positio»  entabló tres puntualizaciones: (1) hubo persecución en El Salvador; (2) su violencia fue dirigida hacia miembros de la Iglesia; (3) la misma persecución agredió a Mons. Romero.   «Positio», capítulo xx.  La persecución y violencia que impregnaba la sociedad está plasmada en la parte pericial de la «Positio», como también en los testimonios de los testigos.  El análisis comienza a tomar rigor en cuanto al debate sobre si esta violencia que innegablemente tocó a la Iglesia tuvo en sus miras a la Iglesia específicamente, y no fue una suerte de daños colaterales de tanta violencia.  Dos de los testigos entrevistados, notados por su afán oficialista, negaron la persecución de la Iglesia.  Sin embargo, los testimonios al contrario presentaron una figura abrumadora de constante persecución que azotó al clero, a los catequistas, y al laicado con una desenfrenada persecución durante los años 70.  Sin duda, el debate más reñido y el análisis más exhaustivo en la «Positio» es respecto a la persona de Mons. Romero.

Morozzo della Rocca:
La Iglesia había traicionado a quienes la habían sostenido y difundido. A eso se debía el odio de la oligarquía por el clero y los fieles que mostraban sensibilidad social y pedían un país más justo. El crecimiento de la guerrilla castrista, con sus prácticas violentas, era también imputado a la Iglesia por el origen católico de muchos guerrilleros, cuando en realidad en El Salvador de aquel momento todos eran católicos por origen y por tradición cultural.

Y monseñor Paglia:
Al igual que otros sacerdotes en la América Latina de aquellos años, fue víctima de un sistema oligárquico formado por personas que se profesaban católicas y veían en él un enemigo del orden social occidental y de lo que ya Pio XI, en la Quadragésimo anno, llama ‘dictadura económica’.

Entre las cartas de Mons. Romero recogidas en la «Positio» está una dirigida a la Congregación para los Obispos en mayo de 1978, explicando su actuación pastoral.  En ella, Mons. Romero escribe: “Qué difícil es querer ser fiel totalmente a lo que la Iglesia proclama en su magisterio, y que fácil, por el contrario, olvidar o dejar de lado ciertos aspectos.  Lo primero conlleva muchos sufrimientos; lo segundo trae mucha seguridad, tranquilidad y la ausencia de problemas.  Aquello suscita acusaciones y desprecios; esto último alabanzas y perspectivas humanas muy halagüeñas”.
Los postuladores de la causa de beatificación de Mons. Romero plantearon que el obispo mártir optó por ser “fiel totalmente a lo que la Iglesia proclama en su magisterio”, y esa fidelidad específicamente provocó a sus persecutores a asesinarlo.  Al hacerlo, dejaron entrever su odio a la fe cristiana.

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