La clausura del proceso diocesano (1996). Oficina de la canonización de San Salvador. |
El Papa Francisco ha
aprobado un decreto que Mons. Óscar A. Romero es un mártir, confirmando el voto anterior
de un panel de teólogos. El hecho ha llegado en la misma fecha—el 3 de febrero—en que Romero fue nombrado Arzobispo de San Salvador en 1977. [La importancia de Romero]
El decreto llega el mismo dia en que un panel de cardenales aprobara el decreto. El voto de los cardenales, como el de los teólogos anteriormente, era unánime, según el arzobispo Vincenzo Paglia, el postulador de la Causa. El decreto habría sido entregado al Papa el jueves, pidió recibirlo cuanto antes. El voto de
los cardenales de por si marca una precipitada aceleración para la causa Romero, dado que
las ratificaciones por los cardenales de los votos de los teólogos normalmente
se tardan varios meses en llegar. Dicho
lapso fue de cinco meses en el caso de San Juan Pablo II; seis meses en el caso
de San Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei; y once meses para el Beato Jerzy
Popieluszko, el mártir polaco beatificado bajo la vía rápida a penas 22 años
después de su muerte a manos del régimen comunista. En cambio, la espera ha sido menos de un mes
para Mons. Romero—la más breve de todos los casos estudiados por Súper
Martyrio. No así el proceso que la ha
precedido.
Súper
Martyrio ha conocido detalles de la causa que corroboran la leyenda de una
causa de beatificación bloqueada por las autoridades vaticanas bajo sospecha de
irregularidades doctrinales y explotación ideológica por parte de grupos de
izquierda. Pero, según la información
conocida, la leyenda se equivoca al suponer que fueron los papas Juan Pablo II
y Benedicto XVI quienes “bloquearon” la causa; mejor dicho, las trabas surgieron desde la Curia vaticana, y
el Papa Wojtyla en particular dio su apoyo para contrarrestar la oposición,
mientras que Benedicto se mantuvo neutral cuando era parte de la Curia y después
estuvo ligeramente a favor siendo papa. Aunque
algunas partes de la narrativa ya habían sido ventiladas, nuevos detalles
dramáticos iluminan el desvío y casi obstrucción total de la Causa.
Iniciada
formalmente en 1994, la Causa del primer santo salvadoreño ha dependido
totalmente del protagonismo de terceros. Inclusive, desde el punto de vista
económico: según el prelado salvadoreño Mons. Jesús Delgado, “la Iglesia que peregrina en El Salvador no
ha gastado ni un centavo para cubrir los costos” de la Causa. Escribiendo en el semanario diocesano Orientación el pasado 25 de enero, Delgado dio a
conocer de que, “Es la Comunidad de San
Egidio, en Roma, la que asumió no solo el trabajo que implica la consecución de
la causa de beatificación de Monseñor Romero, sino, también los costos de la
misma”.
Después de
ser instaurada por la Iglesia Salvadoreña, la Causa pasó la mayoría de su
existencia en un estado de parálisis burocrático: 15 de los 21 años desde su
institución han transcurrido bajo una “Dilata” dictaminada por la Congregación
para la Doctrina de la Fe en 1998, la cual no fue levantada oficialmente hasta
abril del 2013. Durante ese lapso, fue
sometida a tres intensivas pruebas afuera del curso normal de una causa. En primer lugar, desde 1998 hasta el 2004,
las homilías de Romero fueron sometidas a un minucioso estudio por sospecha de
desvíos de la ortodoxia. Segundo, aún
tras ser absuelto de errores doctrinales, el accionar de Romero fue sometido a
un análisis sobre la relación entre su fe y su actuación pastoral. Más recientemente, las autoridades vaticanas
señalaron inquietudes “prudenciales” como fue explicado por el Papa Francisco el agosto pasado.
De hecho,
los enemigos de Mons. Romero arremetieron aún antes de que su Causa fuera entablada
formalmente. En 1993—el año antes del
inicio de la causa—presentaron objeciones a la Secretaría de Estado del
Vaticano, levantando dudas sobre Romero.
(Que fueron presentadas a este ente hace pensar que provenían de altos
niveles.) El caso formulado para
derrotar la causa, expuesto en este blog anteriormente, argumentaba que Mons. Romero fue un santo ingenuo, que
poseyó virtudes espirituales, pero también padeció de debilidades psicológicas
que lo dejaron apto a ser manipulado por un “cadre” de sacerdotes extremistas,
quienes lo jugaron como títere, insertando palabras revolucionarias en sus
sermones.
La creencia
popular de que el Papa Juan Pablo II quiso obstaculizar la causa queda
desvirtuada. De hecho, cuando los que se
oponían a beatificar a Romero lanzaron sus primeras descargas, el papa polaco
se les había adelantado. Ya en 1983,
después de visitar la tumba de Romero, Juan Pablo había dado su “total aprobación” para iniciar un
proceso de beatificación, según Mons. Delgado, quien pidió permiso al pontífice en nombre de la
iglesia local en ese marzo. Es más, Juan Pablo asesoró a la Iglesia Salvadoreña
para encontrar el momento oportuno para iniciar la Causa. En La Fabricación de los Santos: Como la
Iglesia Católica determina Quién És Santo, Quién No És, y Por Qué (1996),
Kenneth Woodward revela que Juan Pablo pidió a la Iglesia Salvadoreña no
iniciar el proceso hasta el momento en que podrían estar seguros de tener una
recepción positiva en el Vaticano. Woodward, pág. 45.
Sin embargo,
los enemigos de Romero encontraron aliados de alto rango en los cardenales colombianos
Alfonso López Trujillo y Darío Castrillón Hoyos. El primero, López Trujillo, levantó
objeciones por la supuesta cercanía entre Mons. Romero y el Jesuita Jon
Sobrino. “Las historias de López Trujillo
con el P. Ellacuría -con Monseñor Romero, sobre todo- y conmigo son
interminables”, escribió Sobrino en
el 2007. “Sé muy bien que en el Vaticano un problema para su canonización ha sido
mi posible influjo en sus escritos y homilías”, dijo Sobrino. “Escribí
un texto de unas 20 páginas sobre ellos. Y lo firmé”.
De hecho,
Súper Martyrio se ha enterado que en abril de 1997, la Congregación para el
Clero—liderada por Castrillón Hoyos—revivió la hipótesis de manipulación originalmente
ventilada en 1993, con Jon Sobrino en el blanco de las acusaciones de haber
manejado a Romero, para frenar la causa.
El año siguiente, se logró formalmente descarrilar la posible
beatificación del mártir salvadoreño, alejando su archivo de la Congregación
para las Causas de los Santos y remitiéndolo a la Congregación para la Doctrina
de la Fe—el ente eclesial que había liderado la campaña en contra de la
Teología de la Liberación en años anteriores.
En marzo de 1998, la CDF dictaminó congelar la causa de beatificación hasta
no practicar un análisis exhaustivo de todas las homilías de Romero para buscar
defectos doctrinales—presumiblemente a base de la sospechada manipulación e
influencia de Sobrino.
Cuando el
Papa Juan Pablo II insertó el nombre de Romero en una lista de “testigos de la
fe” del Siglo XX a ser homenajeados en el Coliseo de Roma durante el Jubileo
del año 2000, Romero estaba siendo investigado bajo sospecha de posible herejía
o al menos influencia marxista. “Acuérdate, Padre de los pobres y de los
marginados, de aquellos que testimoniaron la verdad y la caridad del Evangelio
hasta entregar su propia vida”, rezaba la oración elevada aquel 7 de mayo
del 2000: “pastores apasionados, como el
inolvidable arzobispo Oscar Romero asesinado en el altar durante la celebración
del sacrificio eucarístico”. El ya
achacado papa insertó el nombre de Romero en la lista bajo su propia mano.
Sin embargo,
serían más de cuatro años hasta que la CDF concluyera su investigación sobre
las homilías de Romero. Aunque no se
encontró error doctrinal en estas, los abogados del diablo no se dieron por
vencidos e inmediatamente insistieron en una segunda indagación sobre el actuar
pastoral de Romero, que se ordenó en noviembre del 2004. Envalentonado por el hallazgo de no error
doctrinal, el postulador de la causa, Mons. Vincenzo Paglia, aparentemente
trató de forzar un voto en la Congregación de los Santos el 2005, el año del 25
° aniversario de la muerte de Romero.
Paglia le dijo a John Allen que esperaba “buenas noticias dentro de un mes” en septiembre de ese año. Sin embargo, Paglia perdió un gran aliado con
la muerte del Papa Juan Pablo II, y un año después las autoridades dieron a
conocer en declaraciones públicas que la causa caminaba “a paso lento”. Ese año 2006, el Vaticano emitió un decreto
criticando fuertemente la obra de Sobrino.
A pesar del
estancamiento, las dudas sobre Romero se iban paulatinamente despejando. En una conferencia de prensa en mayo del
2007, el Papa Benedicto dijo no tener dudas de que Romero como persona
ameritaba ser beatificado, y en febrero del 2008, dijo en un discurso a los
obispos salvadoreños que Romero había sido un pastor “lleno de amor de Dios” que impulsó la evangelización de El Salvador. Pero, aún estas declaraciones alentadoras reflejan
vestigios de la hipótesis de manipulación, ya que esta había argumentado que
Romero personalmente evidenciaba santidad, pero esta santidad venía viciada por
una supuesta instrumentalización. En sus
comentarios a la prensa, Benedicto puso en relieve que, “el problema” había sido que “una
parte política quería tomarlo injustamente para sí como bandera, como figura
emblemática. ¿Cómo poner adecuadamente de manifiesto su figura, protegiéndola
de esos intentos de instrumentalización? Este es el problema”, dijo.
Después de
mencionar a Romero en tres discursos públicos entre 2007 y 2008, Benedicto no
vuelve a pronunciar su nombre en público durante el resto de su pontificado. Tres años después, en abril del 2011, la CDF se
pronuncia en el sentido que la “instrumentalización” comentada por Benedicto aún
seguía sin ser resuelta. La “Dilata”
entrometida en 1998 se quedaba en su lugar.
Sin embargo, las causas de esta suspensión del proceso se iban
evaporando. Inicialmente, se buscaba
encontrar error doctrinal. Al no
encontrarlo, se esculcó su actuar para buscar defectos pastorales. Ahora, solamente se argumentaba la existencia
de manipulaciones y de ciertas ambigüedades.
Por supuesto, en contra de esto, Romero había logrado un perfil
internacional mayor a otros difuntos en proceso de beatificación.
El 2012, el
año anterior a su histórica renuncia papal, Benedicto XVI reiteró a Mons.
Paglia y al Arzobispo Gerhard Ludwig Müller, el nuevo encargado de la CDF, que había
llegado el momento de finalmente levantar la “Dilata” y dejar que la causa corriera
un curso normal. La decisión fue
oficializada por el Papa Francisco en abril del 2013. Desde entonces, Mons. Paglia retomó el labor
abandonado en 1998, de redactar la Positio
Super Martyrio—el alegato final para presentar en la Congregación para las
Causas de los Santos. Después de presentarlo
en noviembre del 2014, fueron solo dos meses antes que un panel de nueve
teólogos votara por unanimidad que Romero había sido un mártir, tal como la
Iglesia Salvadoreña lo había planteado 21 años atrás.
El día que el Papa aprobó el decreto que certifica el martirio de Romero, la Iglesia salvadoreña anunció que todas las campanas de las iglesias de todo el país van a repicar a las 6 de la tarde para celebrar la noticia. La fecha de la beatificación se está elaborando, pero su ubicación será en San Salvador, en el monumento del Divino Salvador del Mundo, encabezada por el Cardenal Amato de la Congregación para las Causas de los Santos. Mons. Delgado está en Roma para trabajar con las autoridades vaticanas sobre una fecha. El Arzobispo Paglia ha fijado una conferencia de prensa para el miércoles. Súper Martyrio continuará a monitorerar e informar sobre los detalles.
El día que el Papa aprobó el decreto que certifica el martirio de Romero, la Iglesia salvadoreña anunció que todas las campanas de las iglesias de todo el país van a repicar a las 6 de la tarde para celebrar la noticia. La fecha de la beatificación se está elaborando, pero su ubicación será en San Salvador, en el monumento del Divino Salvador del Mundo, encabezada por el Cardenal Amato de la Congregación para las Causas de los Santos. Mons. Delgado está en Roma para trabajar con las autoridades vaticanas sobre una fecha. El Arzobispo Paglia ha fijado una conferencia de prensa para el miércoles. Súper Martyrio continuará a monitorerar e informar sobre los detalles.
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