Sunday, March 27, 2016

La Iglesia de la Pascua


 
BEATIFICACIÓN DE MONSEÑOR ROMERO, 23 DE MAYO DEL 2015
 

A continuación, fragmentos de la primera carta pastoral del Beato Monseñor Romero.

Si yo buscara un calificativo apropiado para designar esta hora de relevo apostólico de la Arquidiócesis, no dudaría en llamarla una hora pascual.

La Iglesia de Cristo tiene que ser una Iglesia de la Pascua. Es decir, una Iglesia que nace de la Pascua y vive para ser signo e instrumento de la Pascua en medio del mundo.

Jesús, que realizó nuestra redención bajo el signo pascual, ha querido prolongarse así también, en un estilo pascual, en la vida de la Iglesia. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo Resucitado, y, por el bautismo todos los miembros que la integran viven esa tensión de pascua, ese “paso” de vida a muerte, el tránsito que nunca termina y que se llama “conversión”, exigencia continua de matar en sí mismo todo lo que es pecado y hacer vivir cada vez con más pujanza todo lo que es vida, renovación, santidad, justicia.

En otras palabras, el Cristo de la Pascua se prolonga y vive en la Iglesia de la Pascua. Y no se puede formar parte de esta Iglesia sin ser fiel a ese estilo del “paso” de la muerte a la vida; sin un sincero movimiento de conversión y fidelidad al Señor.

Queridos hermanos y amigos. Juntos hemos vivido una Cuaresma de vía crucis y viernes santos que florece en esta hora luminosa y esperanzadora de la Pascua de Resurrección. Los que como Obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, sentimos la conciencia de ser Iglesia, depositaria de las fuerzas de salvación de los hombres de Cristo, comprendemos también el reto y los riesgos que esta hora difícil nos lanza. Es el reto de una esperanza del mundo puesta en nuestra Iglesia. Seamos dignos de esta hora y sepamos dar razón de esa esperanza con nuestro testimonio de unidad, de comunión, de autenticidad cristiana y de un trabajo pastoral que, salvando con nitidez la supremacía de la misión religiosa de la Iglesia y de la salvación en Jesucristo, tenga también muy en cuenta las dimensiones humanas del mensaje evangélico y las exigencias históricas de lo religioso y eterno.

Nuestro Divino Salvador no defraudará nuestra esperanza. Pongamos por intercesora a la Reina de la Paz, Patrona Celestial de nuestro pueblo. Madre del Resucitado que Ella ampare a nuestra Iglesia, Sacramento de la Pascua.

Con Mi Bendición.

+ Óscar A. Romero

San Salvador, Domingo de Resurrección, diez de abril de mil novecientos setenta y siete.

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