Las
principales maras salvadoreñas se comprometieron a desistir de violencia, robos,
extorsiones y otros delitos en un comunicado del 23 de abril de 2015. Los
portavoces de los distintos sindicatos criminales, incluyendo la «MS 13» y «Barrio
18», ofrecieron la promesa como un “regalo”
a Monseñor Óscar A. Romero, quien será beatificado en un mes, y como señal de
su conversión. “Este es el regalo que
queremos hacer a Monseñor Romero: Nuestro arrepentimiento y solicitud de perdón
a la sociedad por todo el daño causado”, comienza el mensaje de las pandillas.
La declaración
de las maras todavía no ha generado agradecimiento y alegría entre los
salvadoreños, ya que aún no está claro que la declaración sea más que una
estratagema cínica. Igualmente importante es que el pueblo está cansado de
esfuerzos para rehabilitar a los pandilleros, prefiriendo que las autoridades tomen
una línea dura ante el crimen. En su mensaje, las pandillas solicitan apoyo a un plan para rehabilitar y reinsertar pandilleros en la sociedad. Por su parte, el gobierno salvadoreño ha
anunciado recientemente medidas draconianas para combatir la delincuencia, incluyendo
la creación de batallones de respuesta inmediata, que hacen recordar las
unidades similares que existieron durante la guerra civil de El Salvador
(1980-1992). El sector empresarial recientemente contrató al ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, para hacer recomendaciones de seguridad para el país. Su informe se espera dentro de unas semanas.
Sin embargo, la
noticia muestra cómo la beatificación de Romero tiene el potencial de traer
profundas ramificaciones sociales a El Salvador. Y hay razones para la
esperanza: una tregua de pandillas anterior con el incierto apoyo de la Iglesia
y el gobierno trajo una dramática reducción en la tasa de homicidios entre 2012
y 2013.
Tal vez la
Iglesia salvadoreña pueda aprovechar el momento para acompañar a estos grupos juveniles
por el camino de la verdadera conversión. Si es así, la beatificación de Romero
puede ser el momento de transformación que la Iglesia ha soñado que puede ser.
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