A partir del jueves,
23 de abril 2015, falta exactamente un mes hasta la beatificación de Monseñor
Óscar A. Romero en San Salvador el sábado 23 de mayo. Durante las últimas
catorce semanas, he estado informando sobre los preparativos para el evento.
Esta semana, dado el hito de alcanzar la marca de treinta días, quiero tomar un
enfoque distinto y animar a cualquiera que lea esto, simplemente, a venir San
Salvador para el evento. Una cosa es leer sobre algo, pero se puede hacer algo
al respecto, que es ¡estar ahí! He aquí,
diez razones por las que debería ir.
10. ¡Todos deberían asistir a una canonización o
beatificación una vez en sus vidas! Admítalo: nunca ha estado en una y
pueda que nunca vuelva a tener tanta razón para asistir a una. El propio Mons.
Romero asistió a la beatificación de Francisco Coll Guitart en Roma en 1979, y
él incluso recorrió
las tierras nativas del santo en el norte de España durante el mismo
viaje. Romero cumplió muchas de las cosas destacadas en estas diez razones para
asistir a una beatificación.
9. El Salvador le sorprenderá. Para un
país pequeño, El Salvador tiene una gran oferta, con
una población grande (más de seis millones de habitantes), y grande de alma. El
país cuenta con 23 volcanes, entre ellos 6 relativamente activos que dictan la
belleza a curvas de la tierra. Otros atractivos naturales incluyen lagos en
cráteres, playas de arena, picos boscosos y manglares. “La mano de Dios”, declaró el Ven.
Pío XII en una ocasión, “que da a cada
cosa su nombre y su sitio, os colocó en el centro del arco que une entre sí las
dos partes de un mundo que un día recibió el nombre de Nuevo, y dispuso que os
llamaseis República del Salvador”.
8. La ceremonia será una conglomeración vasta y
diversa. Con el perfil de un
evento de beatificación grande (comparable en su proyectado alcance
con la beatificación de Álvaro Portillo en Madrid el año pasado), la ceremonia
atraerá a personas interesantes y diversas, desde gente de justicia social hasta
gente de la iglesia convencional, mochileros de Europa y América Latina, y todo
lo demás que corre por enmedio. Tal vez usted llegue a estar junto al obispo de
Guinea Ecuatorial que ha declarado su intención de llegar, o mejor aún, al lado
de un vendedor local que negocia su mercancía en la calle para pagar los
estudios de sus hijos.
7. Esta beatificación es la duramente ganada reivindicación
de un santo. Esta beatificación no es
el final predecible a un proceso común y corriente. Sólo en 2012, un
periódico italiano caracterizaba este proceso como una “causa perdida”, que desde
entonces ha hecho un giro sorprendente para poder llevar a Óscar Romero al
reconocimiento que su pueblo ya le había dado por aclamación, pero que muchos
llegaron a pensar que no se alcanzaría oficialmente porque su mensaje había
sido torcido y su imagen destrozada e incomprendida.
6. En esta beatificación, la historia cobra
vida. Tampoco será ésta la elevación a los altares de alguna figura antigua,
distante, histórica, de otro tiempo. Al contrario, aquí rozará codos con amigos
de Romero y tal vez incluso una o dos antiguos enemigos. Dos de sus hermanos
estarán presentes, así como algunos de los colaboradores y contemporáneos de
Romero, para proporcionarle una narrativa viva de su legado. Hace cuarenta años
este mes de mayo, Romero emitió su
primera carta pastoral como obispo. Usted podrá pararse en medio de personas
que asistieron a sus misas, y
para los que dio su vida.
5. Su presencia mostrará su solidaridad con el
pueblo de El Salvador. Ahora, como entonces, el pueblo de El Salvador enfrenta
violencia y derramamiento de sangre, hoy, a causa de la
violencia criminal. El acto de beatificación será seguro, ya que tendrá lugar
en el relativamente seguro San Salvador (gran parte de la violencia es de otros
lugares), así como en un perímetro de seguridad acordonado y despejado para las
delegaciones visitantes y jefes de estado internacionales. No obstante, la
beatificación dará a los salvadoreños fatigados por la situación apremiante un
muy merecido espaldarazo.
4. Será un acontecimiento épico en la
reconciliación regional de la posguerra. Además de ser un bálsamo para
los problemas de hoy en día, la beatificación ayudará a El Salvador a reflejar
y llegar a una reconciliación
sobre su pasado violento. El Salvador y los otros países de la región,
incluyendo Guatemala y Nicaragua, experimentaron trastornos políticos violentos
y represión estatal en el pasado reciente. La beatificación Romero se basa en
parte en el informe de una Comisión de la Verdad de las Naciones Unidas, que reportó
el asesinato como un crimen de guerra. La beatificación Romero obligará a un análisis
histórico y fomentará la memoria histórica en una región que necesita tanto de
las dos cosas.
3. Usted será un signo de esperanza para los
pobres. Si desea apoyar los sueños del Papa Francisco de tener “una iglesia pobre para los pobres”, y si
desea extender la actitud de Óscar Romero, de no avergonzarse de decir “la
Iglesia de los Pobres”, entonces esta beatificación es para usted. Una de las
razones por las que los devotos Romero habemos deseado su beatificación tan
urgentemente es porque sabíamos que su beatificación, como su vida, será un
estímulo para los pobres.
2. Será una peregrinación de primera clase.
Esta beatificación le traerá crecimiento espiritual. En mi primera
peregrinación por Romero, un viajero americano me dijo: “¡El Salvador me ha roto el corazón, pero Dios ha entrado por la rotura!”
Irá al único país del mundo con el nombre de Jesucristo (“El Salvador”), y
visitará una tierra de mártires. “Porque
detrás de [Romero], está Rutilio
Grande y hay otros”, nos dice el
Papa Francisco (la causa de canonización del P. Grande se inició este año).
Aquí podrá ver los lugares
donde Romero y los otros mártires salvadoreños vivieron y
murieron, incluyendo las iglesias asociadas con Romero.
1. El Beato Romero es el Primero de los “Nuevos
Mártires”. Por último, pero no menos importante, se trata de la
beatificación del más famoso y querido mártir del siglo XX, que ha llegado a
ejemplificar los “Nuevos Mártires”—por lo que se
refiere a la clase de mártires de la edad moderna, asesinados por villanos que
tratan de ocultar su odio a la fe detrás motivos fingidos. Romero, uno de los
tres obispos de la historia de ser muertos en la iglesia (los otros dos
murieron cerca de mil años antes), y el único muerto ante el altar durante la
celebración de la Santa Misa, podría convertirse en el mártir más prominente
del Nuevo Milenio.
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Qué bonito sería
que asistieran varios cardenales. Ya que no puede estar el papa, esa presencia
solidaria de los “príncipes de la Iglesia” daría un tan fuerte simbolismo. Qué bonito sería si hubiera una gran
afluencia de obispos,
haciéndose presentes por un hermano obispo abatido en el altar. Pero no solo la jerarquía; sería bonito ver al pueblo de Dios. Muchas veces se dice, casi con filo
demagógico, que a Mons. Romero “el pueblo lo hizo santo”. Esas palabras quedarían huecas si el pueblo se
ausenta el día de la beatificación. Yo
quisiera ver a muchos hermanos
lejanos regresar al país; y los católicos
“comprometidos”— ¿qué compromiso tendrán si no van? Que las parroquias de Estados Unidos y América
Latina manden gente. Que
personas de buena voluntad de otras
confesiones nos acompañen también. Si estos sectores responden como se
debe, ¡no vamos a caber en todo El Salvador!
Mientras tanto,
Super Martyrio continuará siguiendo la evolución de los planes de beatificación
en curso y proporcionando una actualización cada viernes al respecto. [Lea mi
última actualización aquí.]
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