Artistas del jingle de Romero 2015; de USA For Africa 1985. |
Es cierto que el
tema de este post no es lo más importante que sucede en torno a la próxima
beatificación de Monseñor Óscar A. Romero el 23 de mayo. Esa distinción
probablemente le pertenece a la noticia de que las maras salvadoreñas podrían
renunciar a la delincuencia para la ocasión. Alternativamente, el hecho de que
hasta 12 líderes latinoamericanos, entre ellos todos los presidentes
centroamericanos (y tal vez Joe Biden) asistirán podría ser la noticia
más importante. Otras noticias, como los 1.400 jóvenes que acudieron el domingo
a una reunión de voluntarios para el evento, o el llamado del Nuncio Apostólico
a que Ciudad Barrios sea declarada un lugar de peregrinación por la Conferencia
Episcopal, pueden ser más interesantes para los peregrinos que vienen a la
beatificación.
Ninguna de estas
historias, sin embargo, ha sido el tema más comentado entre los seguidores de Romero
esta semana. El tema más popular y polémico ha sido el nuevo jingle para la beatificación. El
miércoles 15 de abril, 2015, un conjunto de artistas comerciales salvadoreños
reveló el tema de sonido genérico, que recuerda a un tintineo comercial de los
80 (piense los de Coca Cola), con letra que busca ser, sobre todo, inofensiva y
sin controversia. Una muestra:
Un
solo El Salvador cantando a una voz,
No
hay olvido ni rencor,
Del
pobre fue la voz lo hizo con amor,
Un
legado nos dejó,
Al
hombre devolvió derecho y dignidad,
Amar
la vida hasta el Final, ¡Romero mártir por Amor!
Las reacciones
llegaron con velocidad y furia. Si bien se oyó un defensor ocasional, la
mayoría de las opiniones fueron abrumadoramente negativas y algunas eran del
todo mordaces. “Cinco
jingles mejores que el de Monseñor”, decía un editorial, mientras que
otro arremete contra un “Romero
descafeinado”. Una usuaria de Twitter publicó que: “Hay un lugar en el infierno para el ‘talento’
que escribió letra y música” del jingle. Una de las críticas más creativas fue
una variación del meme “Hitler se entera” (basado en una escena de la película alemana
del 2004 Der Untergang en el que el
dictador se enfurece cuando se da cuenta de que la contraofensiva final contra
los soviéticos que había ordenado no se ha puesto en marcha) cuya premisa farsesca
es que hasta Hitler objeta con vehemencia al jingle.
La críticas del jingle siguen tres líneas: (1) objeciones
a los productores y elenco detrás de la canción; (2) objeciones al mensaje/la
letra; y (3) objeciones a la calidad de la canción. Al fondo de todo, sin
embargo, la controversia se reduce a quién tiene derecho a definir a Romero—y quién
no. Los críticos más severos alegan que artistas comerciales que nunca dieron
la cara cuando Romero necesitaba de su apoyo han sido galardonados con toda la atención en el proyecto del jingle,
mientras que otros artistas menos conocidos que le cantaban a Romero de corazón
antes de que estuviera de moda hacerlo han sido injustamente excluidos. Del
mismo modo, hay acusaciones de que la Telecorporación Salvadoreña (TCS) ha
obtenido un monopolio sobre la cobertura de la beatificación y que su sensibilidad
excesivamente comercial ha dictado las opciones estilísticas y de producción
que rodean el jingle. Todo, al
contrario de Romero.
Las dos primeras
críticas (sobre la producción y el contenido) parecen errar al blanco. Para los
críticos, la campaña publicitaria pretende celebrar que Romero es un mártir
ocultando por qué lo es (es decir, la campaña busca encubrir la discordia
social). Pero la otra cara de la cuestión es que una beatificación no es, como el
postulador de Romero ya lo ha señalado, para el bien de Romero (o de sus seguidores):
sino que es para el bien de toda una sociedad. En consecuencia, es importante
para la beatificación Romero evitar, como dice el viejo refrán, predicar al
coro (en este caso, literalmente) y, en cambio, se debe tratar de ampliar y
optimizar el atractivo de Romero para que su mensaje llegue a los que nunca les ha
llegado anteriormente. El argumento sobre la injusta exclusión de los artistas
fieles a Romero tiene su mérito, pero, en última instancia, una beatificación no es
el festejo de una victoria.
En un editorial en
el semanario de la arquidiócesis el domingo, Mons. Jesús Delgado trató
filosóficamente sobre quién tiene derecho de hablar en nombre de Romero.
Delgado señaló que incluso los fieles seguidores de Romero pueden proyectar,
muchas veces sin buscar hacerlo, sus propios puntos de vista y agendas sobre Romero y lo
comparó con los divergentes puntos de vista acerca de Jesús en los cuatro
Evangelios, que a veces reflejan la tesis teológica de los escritores de los
Evangelios. “Corremos el riesgo”, advierte
Delgado, “de tener miles de retratos de
Monseñor Romero que son muy diferentes y quizás hasta contradictorios, cuando
no falsos”. A pesar de que Delgado no habla sobre la controversia de la
canción, su afirmación de que los admiradores de Romero hallan pintado una
imagen inexacta socava el argumento de que sólo ellos pueden cantar sus
alabanzas.
Estas consideraciones
también empañan el último punto de la cuestión: si, en el análisis final, la
canción simplemente no está buena. Preguntas sobre un comercialismo excesivo pueden
filtrarse en la consideración de los méritos. Cuando un grupo de 44 artistas estadounidenses
se reunió en 1985 para grabar el single benéfico “We Are the World”, el periodista Greil Marcus se quejó de que la
canción sonaba como un anuncio de refrescos de cola. “En el ámbito de contextualización”, escribió, “'We Are the World', dice menos sobre la Etiopía que sobre la Pepsi”.
Señaló que la constante repetición de frases como “Estamos haciendo una opción”,
junto con el hecho de que el conjunto incluía a artistas contratados por Pepsi,
resultó mezclando valores caritativos con intereses comerciales.
En una “unión de
artistas” —como “We Are the World” y
el jingle Romero—en que los artistas provienen de varios conjuntos, tocando en géneros
diversos, a públicos distintos, el estilo de esa colaboración es típicamente neutro
y nada excepcional. En consecuencia, el problema más grande del jingle de Romero es que no tiene un alma. Es por eso que suena tibio y sin
compromiso; incluso, carece de coincidencia temática con Romero, quien habló
con claridad, incluso hasta de manera estridente a veces. Las inquietudes por el
comercialismo y la exclusión, en la medida en que son válidas, empeoran las
cosas pero el problema principal es que la canción es, por las razones
expuestas, inferior.
~~~
Posdata. Si la oficina de canonización anda buscando una sustitución
de último momento, hay una canción que es comercialmente viable y tiene mucho
corazón. Está disponible en inglés y español y hay una grabación de audio e
incluso un video. “Romero” por The
Project, no trae el bagaje de guerras culturales salvadoreñas y tiene
decenas de miles de vistas en Internet; ha sido repasada favorablemente por
numerosas revistas, cientos de blogs (incluido éste) y ha sido tocada por radio
y podcasts, incluyendo RomeReports.com. Más recientemente, fue anotada y fue
parte de las celebraciones Romero en Londres en que participó el cardenal
Vincent Nichols. También ha sido tocada por radio y televisión en El Salvador. Solo les digo.
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