Las notas de prensa sobre un
acercamiento entre el Vaticano y la Teología de la Liberación tienden a
vincular ese desarrollo con la noticia de un avance en la causa de
beatificación de Mons. Oscar A. Romero, asesinado en El Salvador en 1980, y que
está profundamente vinculado con la defensa de los pobres. Aunque el nombre de
Romero se asocia a menudo con aquel movimiento católico controversial de
América Latina, la relación entre el hombre y el movimiento es ... complicada. He
aquí 5 puntos esenciales para tomar en cuenta (y el #4 es probablemente la más importante).
1. Romero sabía que una corrección del Vaticano a la Teología de la
Liberación venía en camino. En julio de
1978, Romero dijo a los fieles que habría “revisiones
muy profundas … de la teología de la liberación” tras la visita del Papa
Juan Pablo II a México el año siguiente, y Romero advirtió en su última carta
pastoral, publicada en agosto de 1979, que una versión politizada de la
Teología de la Liberación podría hacer su esencia cristiana parecer “ambigua”, haciendo eco de las inquietudes
sentadas por el Papa Juan Pablo II.
2. Las “revisiones” a la Teología de la Liberación, que el Vaticano
promulgó en 1984 y 1986 estuvieron consistentes con las críticas de la Teología
de la Liberación que Romero había hecho. En 1974, Romero dijo que deseaba destacar sobre “lo positivo de una verdadera teología de la liberación y también acerca
de los serios reparos contra una mala comprensión de la misma”. En 1976, en
su primer gran sermón nacional, Romero predicó que, “La liberación de Cristo y de su Iglesia, no se reduce a la dimensión de
un proyecto puramente temporal. No reduce sus objetivos a una perspectiva
antropocéntrica: a un bienestar material o a iniciativas de orden político o
social, económico o cultural”, y agregó con severidad, “Mucho menos puede ser una liberación
amparada o que ampara la violencia”. Sus palabras fueron interpretadas en su
momento como una condena de la Teología de la Liberación.
3. El concepto de Mons. Romero sobre Teología de la Liberación tuvo en
cuenta las distinciones del card. Ratzinger entre sus corrientes ortodoxas y
heterodoxas. “Que conste que yo estudio la teología de la liberación a través de
estos teólogos sólidos, como es el Cardenal [Eduardo] Pironio, que actualmente es prefecto de una de las congregaciones del
Papa, hombre de la plena confianza del Papa”, dijo Romero en 1977 (el Card.
Pironio, argentino, compartió la “teología
popular” utilizada por su compatriota el Card. Bergoglio, fue nombrado a
liderar la Congregación para los Institutos de vida Consagrada por Pablo VI y
el Consejo Pontificio para los Laicos por Juan Pablo II). El pensamiento de
Romero sobre la Teología de la Liberación también estuvo informado por el teólogo
José María Casciaro (Opus Dei), el fraile franciscano Buenaventura Kloppenburg
y el misionero Segundo Galilea (CELAM). Romero nunca se refiere a teólogos de
la liberación como Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez , Manuel Pérez y Carlos
Mugica. No leía libros sobre teología de la liberación que había recibido como
regalos cuando era arzobispo (que se encontraron todavía sellados en sus forros
después de su muerte).
4. Romero tuvo un gran empeño por los pobres y en esto partió el pan con la
Teología de la Liberación, pero llegó allí a través de una ruta propia e independiente. Ya en 1941, cuando todavía era un estudiante de seminario (y mucho
antes de que se concibiera la Teología de la Liberación) , Romero escribió que,
“Los pobres son la encarnación de Cristo.
A través de los andrajos, de los ojos oscuros, de la hediondez e las llagas, de
las risas de los trastornados... el alma caritativa descubre y adora a Cristo”.
Fue influenciado por su estudio de la ascesis, que lo llevó a aceptar la
pobreza y la privación. También fue influenciado por los Padres de la Iglesia: el
P. Tomás Greenan sitúa a Romero “en la
tradición patrística episcopal” de San Basilio y San Ambrosio. El vicario
de Romero recuerda que citaba a San Juan Crisóstomo (“¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo
encuentres desnudo en los pobres”), y en sus homilías Romero citó a San
Ireneo y a San Agustín. Por último, Romero estuvo profundamente influenciado por el magisterio social de los papas modernos.
5. Romero describió su innovación doctrinal como una “Teología
de la Transfiguración”. En cierto sentido, su teología es radicalmente
diferente de la Teología de la Liberación, ya que parte de la revelación de
Cristo de su divinidad y proclama que,
“Cristo colocado en la cumbre del Tabor”—donde
los Evangelios nos dicen que la Transfiguración tuvo lugar—“es la imagen bellísima de la liberación”.
Desarrollada a lo largo de varias décadas de predicar la fiesta patronal de El
Salvador (la fiesta de la Transfiguración), “La Teología de la transfiguración está diciendo que el camino de la
redención pasa por la cruz y por el calvario, pero que más allá de la historia
está la meta de los cristianos”, dice Romero, haciendo hincapié en la
importancia de la muerte y resurrección de Cristo. Cristo invita a sus
discípulos—incluyendo a las naciones—Romero predica, a ser transfigurados, y ascender
del mundo del pecado y del deseo material a la dignidad de ser hijos de Dios en
el cielo, y a trabajar por un mundo más justo, que resulta ser solamente la
antesala de la verdadera salvación. Romero predicó esta “teología” extensivamente
durante muchos años, y este cuerpo considerable de su obra está a la espera de
ser descubierta y explorada. (Por coincidencia, el Card. Ratzinger también publicó
su “Instrucción” del 1984 para la Fiesta de la Transfiguración.)
La Iglesia no va a beatificar a
Romero porque ha decidido ser indulgente con aquellas tendencias que
anteriormente considera estar en error. También
Romero reconocía que la Teología de Liberación se estaba desviando, y habría estado
feliz de verla guiada seguramente de regreso al puerto. Por su parte, Mons.
Romero fue capaz de navegar las aguas peligrosas y no perder el rumbo.
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