La próxima
semana, el 24 de marzo, el mundo católico conmemorará el XXXV aniversario de la
muerte de Monseñor Óscar Romero, por primera vez con el reconocimiento oficial
de que su muerte fue un martirio a los ojos de la Iglesia. Para los admiradores
de Romero, nunca hubo ninguna duda de que él murió como mártir, y tampoco hay
duda de que la fecha de su muerte es un gran día de recuerdo y de oración. Tal
vez les sorprenda el conocer que no hay certeza de que el 24 de marzo será la Fiesta
litúrgica de Romero después de que sea beatificado.
Por supuesto,
el 24 de marzo comienza como principal candidato para la fecha en que Romero
será homenajeado en el calendario de la Iglesia todos los años después de su beatificación.
Las fechas tradicionalmente seleccionadas para honrar a los santos incluyen las
fechas de sus nacimientos, pero las fechas de muerte se prefieren generalmente
como símbolos de su nacimiento a la vida eterna. La tradición es
particularmente fuerte con respecto a aquellos que, como Romero, han sido asesinados
por odio a la fe. Sus fiestas se establecen para conmemorar las fechas de sus
martirios.
El escritor
católico Rocco Palma señala el problema con una Fiesta el 24 de marzo: “la ocurrencia frecuente de la fecha en Semana
Santa ... podría evitar que se observe en absoluto” debido a las normas
internas de la Iglesia con respecto a la liturgia en años que el 24 cae en un
día que la Iglesia ha reservado para una conmemoración con prioridad superior,
como la Semana Santa o la octava de Pascua. De acuerdo a la Instrucción
General del Misal Romano (IGMR), los arreglos litúrgicos dictados para la
Cuaresma, incluyendo los colores litúrgicos y las lecturas bíblicas, no pueden
ser cambiados para observar la fiesta de un santo. Las restricciones son aún
más restrictivas para el Miércoles de Ceniza y durante la Semana Santa y la
octava de Pascua. Ningún santo puede ser festejado en absoluto durante estos
días de reflexión solemne sobre la muerte y la resurrección de Cristo. [IGMR
355.]
La práctica de
la Iglesia, cuando parece que hay un conflicto entre la fecha de la muerte de
un santo y las restricciones litúrgicas es seleccionar otra fecha como el día
de la fiesta. Un ejemplo ilustrativo es el de San Damián de Molokai, que entró
en la vida eterna el 15 de abril. Sin embargo, a causa de la frecuente
aparición de la fecha dentro de la Cuaresma, fue obvio que el establecer la
fiesta del santo el 15 de abril habría dado lugar a “una fiesta sólo de nombre”
(porque sería que efectivamente no se celebraría). En consecuencia, la Fiesta de
San Damián se estableció mejor el 10 de mayo—para honrar el día que llegó a
Molokai.
Los argumentos
para salvar el 24 de marzo para Romero serían triples. En primer lugar, parece
que el 24 no está completamente eclipsado por la ocurrencia de la Pascua. Por
ejemplo, si bien es cierto que por lo general suele siempre caer dentro de la
Cuaresma, solamente cae dentro de Semana Santa alrededor del 20% de los
próximos 100 años. Un sitio web que ha publicado una fórmula para calcular la
frecuencia que el Domingo de Pascua cae en fechas distintas cada año concluye
que el 24 de marzo es la fecha menos común para la Pascua durante un período de
300 años, con una sola ocasión en que la Pascua cae en esa fecha entre 1900 y
2199 (esa sola ocasión ya ha pasado: fue en 1940.)
En segundo
lugar, en la medida en que una Fiesta en Cuaresma resultaría en una conmemoración
más sobria de la memoria de Romero, esa abstinencia parecería ser perfectamente
justa. Por todas las cuentas, Romero fue un modelo de auto-negación en nombre
de la solidaridad con los pobres. Ha sido comentado por numerosos observadores
que Romero parecía estar en sintonía con el llamado del Papa Francisco de ser “una Iglesia pobre, para los pobres”. El establecer
una Fiesta de Romero con la característica de ayuno y el sacrificio cuaresmal ya
incluidos parecería ser un tributo adecuado tanto para Romero como para el Papa
que aprobó su beatificación.
Por último, y
lo más importante, existe una singularidad entre el martirio de Romero y la fecha de su martirio que puede
resultar difícil de separar. El asesinato de Romero en ese momento, durante la
Cuaresma, parece reforzar su carácter martirial tanto como el hecho de que fue
asesinado en el altar. Tanto el lugar y el tiempo fueron parte de la misma
configuración, inextricablemente entrelazada, que confirmó su condición de
mártir mucho antes que el voto unánime de los teólogos del Vaticano.
Como el Padre
Jon Sobrino lo ha expresado,
“Canonizado está ya el "tiempo"”.
El teólogo jesuita explica que, “no hace
falta explicar qué quiere decir el 24 de marzo, como no hace falta explicar qué
quiere decir el 24 de diciembre o el 15 de septiembre [día de la
independencia salvadoreña] aquí en El
Salvador”. En consecuencia, la fecha ha sido el foco de la aclamación
universal alrededor de Romero:
- La propia Iglesia Católica conmemora el Día de Ayuno y Oración por los misioneros mártires el 24 de marzo, por el sacrificio de Romero en ese día.
- La Iglesia Anglicana ha insertado un memorial de Romero en su calendario litúrgico en ese día.
- Las Naciones Unidas estableció el Día Internacional del Derecho a la Verdad en relación con Violaciones Graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas para honrar a Romero en ese día.
- El Salvador ha establecido legislativamente el 24 de marzo como el día para rendir homenaje a Romero.
- Los católicos han establecido conmemoraciones Romero en torno a esta fecha, en San Salvador, Roma y Londres por muchos años consecutivos.
En
consecuencia, las autoridades de la Iglesia pueden encontrar que existen
motivos que justifican apegarse a la regla de que los mártires son recordados
en los días de sus martirios, en lugar de seguir una excepción basada en la
ocurrencia cuaresmal del 24 de marzo. ¡Vamos
a ver!
Y Usted—¿qué piensa? Favor de responder a
nuestro sondeo de opinión:
(Indique si piensa que la fiesta litúrgica de Mons. Romero debería ser el 24 de marzo.)
Por favor, desplácese a la parte inferior de la página para votar.
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