Duane y Carlos. |
Por Duane WH Arnold, PhD, “The Project”:
Fue un fin de
semana extraordinario. Mientras que nuestro buen amigo, Carlos X., estaba en el
campo en San Salvador informando sobre la beatificación de Oscar Romero, aquí
estábamos en Indiana, viendo el procedimiento “desde la distancia”, viendo la
transmisión de la ceremonia y la misa en vivo en línea, mensajeando con Carlos,
trabajando con los medios sociales y electrónicamente correspondiendo con
devotos de Oscar Romero, textualmente, por todo el mundo. El rápido ritmo de la
comunicación de ese día, hizo casi imposible formar una verdadera reflexión en
cuanto a la importancia del día y del evento. La distancia de sólo unos pocos
días, sin embargo, puede permitir una perspectiva que va más allá de la alegría
de la beatificación en sí y nos permite poner todo lo que hemos visto y oído en
una perspectiva.
Primero... se ha
hecho. El amado Arzobispo Oscar Romero de San Salvador, martirizado en odium fidei, ha sido beatificado. Ha
sido un viaje largo y complicado en el transcurso de treinta y cinco años, pero
ahora ya está hecho. Ha cumplido los sueños y deseos de literalmente millones
de personas alrededor del mundo. Ha acabado, al menos de manera oficial
eclesial, el argumento de que el asesinato de Romero era simplemente una
cuestión de la política salvadoreña. Ha llevado a Romero y su legado al corazón
de la iglesia, extraña y casi proféticamente, cumpliendo con su lema de
arzobispo, “Sentir con la iglesia”. Ahora, asume su lugar en el corazón de la
iglesia, como un mártir y “Beato”, el lema puede ser revertido, como se nos
invita, a “Sentir con Romero”. El Arzobispo Paglia, postulador de la causa de
Romero, le gusta citar a San Juan Pablo II - “él es nuestro mártir” – que lo
es, ya que el ejemplo de fe y la muerte de Romero sólo pueden entenderse dentro
del contexto de la iglesia. Los acontecimientos de este fin de semana pasado hacen
de este sentimiento un ya hecho, algo que ya no está abierto a debate o
contradicción.
Creo que es
importante, por otro lado, ver la beatificación de una manera global y
realista. Romero fue beatificado en su amado El Salvador - un país aún
recuperándose de las divisiones de su larga guerra civil, desgarrado por la
violencia de las pandillas y la desigualdad social y política. Es un país con
una creciente población de la iglesia libre evangélica, en desacuerdo con la
jerarquía católica romana de San Salvador. Esta descripción podría aplicarse también
a varias otras naciones de América Central y Sudamérica. Mientras que muchos en
la región pueden estar orgulloso de Romero como un salvadoreño y respetan su
memoria como un hombre de fe y justicia, hay un “desconecte” palpable de la
realidad del hombre como un “hijo de la iglesia”. Este punto de vista, sin
embargo, hace eco de muchos en los Estados Unidos, Europa occidental y África,
donde la “imagen” de Romero es venerada en términos de justicia social y oposición
heroica a la opresión, pero está divorciada del contexto de la iglesia - un
escenario que, creo, Romero se habría encontrado un poco desconcertante.
Con esta visión “realista”
de la beatificación, sería instructivo ver lo que se hacho y no se ha hecho acá
en los Estados Unidos. Numerosas diócesis y Arquidiócesis celebraron Misas de
acción de Gracias bien publicitadas, a menudo en sus respectivas catedrales,
con grandes congregaciones en asistencia. Otras ofrecen servicios de acción de
Gracias sólo en el idioma español, mientras que otras diócesis y Arquidiócesis permanecían
en silencio o lo que se podría llamar “un poco de bajo perfil” en sus
celebraciones. En esta observación, nos quedamos con preguntas – será el Beato
Oscar Romero celebrado por toda la iglesia; o va a ser su imagen “localizada” y
su legado utilizado, en general, para llegar a la comunidad hispana; o va a ser
como uno de esos “Santos incómodos”, algo así como Francisco de Asís o Tomás
Becket en su tiempo.
Después de
profundizar en el tema, creo que es de suma importancia que toda la iglesia acoja
tanto la vida como el legado del Beato Oscar Romero. La razón de esta
convicción podría resultar sorprendente para algunos, pues tiene que ver con la
evangelización. Fuera de África y el subcontinente indio, la iglesia católica
romana está disminuyendo. Tomando los Estados Unidos como un ejemplo, vamos en camino
de seguir a Europa como una sociedad pos cristiana. Según la encuesta más
reciente del Pew Research Center (12 de mayo de 2015) todos los grupos
cristianos han experimentado una disminución en sus números. Mientras tanto, los
que se identifican como “no afiliados” han crecido en casi siete por ciento en
los últimos siete años. El porcentaje de crecimiento de los no afiliados es
especialmente alto (35%) entre aquellos nacidos después de 1981. En la iglesia
católica en los Estados Unidos, por cada persona que se une, entrando por así
decirlo, por la puerta de enfrente, cinco personas están saliendo por la puerta
de atrás. Mientras tanto, segunda generación de hispanos son cada vez más
atraídos a las iglesias evangélicas o se vuelven “no afiliados”.
Debemos
preguntarnos, “¿Qué está buscando la próxima generación que no ha podido
encontrar?” Si bien la respuesta a esta pregunta consiste en factores variados,
creo que el tema central es uno de “autenticidad” - y es a esta cuestión de la
autenticidad que Romero habla, en voz tan alta y tan clara como sus emisiones
de radio o su homilía final. Para Romero, no había ninguna división entre su fe
y su búsqueda de justicia para las personas bajo su cuidado. No había ninguna
división entre su amor por la iglesia y su amor por los pobres. No había
ninguna división entre su imagen pública y su piedad personal. En otras
palabras, era “auténtico”. Como tal, atrajo a la gente a sí mismo y a la
iglesia y a Cristo. Como tal, se ha convertido en un ejemplo para una iglesia
que va más allá de sus límites para poder abarcar la alegría y el dolor del
mundo.
Si recogemos
esto como el significado y el mensaje de la beatificación de Romero, podríamos encontrar
una iglesia futura con llamativa semejanza al arzobispo mártir.
Compendio: todos los documentos y pronunciamientos de la Beatificación--ver la información complete
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